DESDE MI RINCÓN
Votar sin ilusión no es confiar
Votar como fanáticos incondicionales a una ideología sin pensar en las consecuencias del voto es indigno
Un sondeo del PP amplía su mayoría absoluta en Córdoba y refleja que el 55% de los cordobeses ve buena o muy buena la labor de Bellido
La edad te regala algo tan valioso como la experiencia. Haber vivido diversas situaciones y comprobar las consecuencias que origina cada una de ellas, te ayuda a tomar las mejores decisiones para evitar en lo posible sorpresas desagradables en el futuro. ¿Por qué digo ... esto? En las primeras elecciones democráticas, junio de 1977 voté con enorme ilusión a la formación de aquellas Cortes constituyentes. La misma ilusión llevaba cuando dos años después voté con la Constitución en vigor. Confieso que he ido perdiendo esa ilusión. El pasado domingo voté sin depositar mi confianza en el voto. No es lo mismo votar pensando que delegas el poder y autoridad que te otorga la Constitución en unos representantes y servidores tuyos que trabajarán desde el primer momento para el Pueblo al que perteneces, que votar a un grupo de individuos que la experiencia te dice que actuarán a las órdenes del partido, ya que su prioridad es su carrera política o, al menos, su permanencia en el pesebre público. ¡Es curioso! El centro electoral en el que voté el pasado domingo estaba en el colegio al que suelo oír misa los domingos.
Asistí a misa antes. El Evangelio del día era de san Marcos (Mc 3, 20-35). Jesús, dirigiéndose a los escribas les dice: «Un reino dividido internamente no puede subsistir. Una familia dividida no puede subsistir». Camino de la mesa electoral, pensaba si hay algún partido que no genere polarización social descalificando continuamente al contrario más que defendiendo democrática y orgullosamente una ideología. Mis lectores pueden intuir el resultado de mis pensamientos. La Constitución (Art. 6) dice: «Los partidos políticos son instrumento fundamental para la participación política». Votar como fanáticos incondicionales a una ideología sin pensar en las consecuencias del voto es indigno. Pero verse obligado a votar sin ilusión alguna, es algo que no merece un país con la Historia de España, ni un pueblo tan viejo, orgulloso, pero dócil, como es el pueblo español. No busquemos culpables. ¡Son estos partidos!
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