Pretérito Imperfecto

El relator hídrico

Tal vez en este punto del culebrón, lo mejor sería dejar a los relatores y buscar cabañuelistas...

La de relator va camino de convertirse en ocupación laboral emergente. Puigdemont exige uno para controlar el cheque en blanco de Sánchez y como muestra simbólica de la 'opresión' española en el nuevo armisticio. El relator toma nota, relaciona ... acuerdos, da fe oficiosa y custodia los pecados de la mentira. Surgirán como setas en esta legislatura y a buen seguro que nos les faltará trabajo, pues el hombre que levanta muros y divide a España intentará engañar al 'butiflé' y toda su cuadrilla. Como también lo hará con los peneuvistas del tractor o la 'gauchè caviar' de Esquerra, y los gallegos, los canarios... Y sin ir más lejos, la vicepresidenta que nos enseñó a planchar. Porque si Sánchez es capaz de engañarse a sí mismo cada cierto tiempo con sus 'cambios de opinión', cómo no va a practicarlo con sus socios. Ser relator de Sánchez es una cura de humildad para tan audaz empresa.

Es tal la efervescencia de este noble oficio que hasta la crisis del agua del Norte de Córdoba tiene uno propio que se dejó ver días atrás por Los Pedroches para denunciar la vulneración de los derechos más elementales de los vecinos de esta comarca y su vecina del Guadiato tras llevar más de siete meses sin agua potable. Un relator especial de la ONU a la que, curiosamente, nadie hace caso en esta vida. Ni en Ucrania o Rusia, ni en Israel o Gaza, ni en cualquier conflicto que abra o haya abierto las costuras de nuestra más elemental humanidad. El relator ha venido a revelarnos la obviedad más grande que todos conocemos desde hace, eso, más de siete meses: que no hay derecho a que unas ochenta mil personas carezcan de agua potable. Claro que si lo dice un relator de la ONU parece que el problema traspasa fronteras, se globaliza, alumbra la oscuridad y entra en una dimensión tercermundista -que por supuesto la tiene- ahora que, por cierto, son otras siglas políticas las que gobiernan la zona y las administraciones de quien depende parte del arreglo (sin contar las bondades del cielo y la meteorología).

El Gobierno ha decidido ya mirar para otro lado en esta crisis del agua. Lo rubricó el presidente de la Confederación Hidrográfica por carta. Lo corearon sus técnicos en una última reunión con alcaldes. Ni asume los compromisos anunciados hace año y medio con sostén técnico sobre el enlace de Puente Nuevo; ni aporta otras soluciones que no sean la capacidad que La Colada y Sierra Boyera tienen para abastecer a estas comarcas, aunque una esté contaminada y la otra seca. Vamos, a esperar que llueva. Los alcaldes socialistas se ponen de perfil con los suyos y si pueden, hasta colocan palos en las ruedas. La culpa es de la Junta por no terminar La Colada y regenerar la ciénaga de esta presa, testimonian. Y los remedios aportados por la Diputación sobre la planta de tratamiento de Sierra Boyera con dinero del Gobierno andaluz son herramientas a medio plazo para poder sanear el agua correctamente... siempre que llueva de aquí a marzo lo suficiente.

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