Pretérito imperfecto
El 'caso Dorado'
Dorado ha convertido este asunto en una venganza personal hacia Bellido por no arropar su defensa de la coordinadora general
El comodín del estadio
Ciudadanos llegó a la política para cambiarla, pero ésta (y las urnas) han terminado por descomponer a una formación que vive en sus estertores el último intento por salvar muebles. El gobierno municipal de Córdoba es uno de estos 'aparadores', pese al denodado empeño, ... por acción u omisión, de sus moradores naranjas en triturarlo. La esperpéntica marcha del concejal Dorado a la bancada no adscrita de la oposición es el epítome de un permanente quebradero de cabeza para el alcalde Bellido. Ni la oposición, ni la lentitud de algunos proyectos y puede que hasta ni la pandemia -salvando, obviamente, las distancias-. Lo que más quebraderos de cabeza le ha dado seguramente al regidor estos años han sido sus propios socios. Y en el episodio David Dorado está la gran moraleja: la política tiene sus códigos y reglas, sus sacrificios y atajos. Su afilada frialdad.
El señor Dorado llegó como una promesa a Capitulares y está a punto de salir como una sombra grotesca de sí mismo. Aguantó dos años con José Luis Vilches -no es moco de pavo- en la oposición y parecía ser el alumno más aventajado de un grupo de neófitos en la materia que aterrizaban en un gobierno en coalición con ediles que han echado los dientes en política. Se desmarcó de la línea oficial interna de sus siglas. Le tocó en suerte dos áreas de sobrado control y sello comunista: Infraestructuras y Sadeco. Y fue la primera su patíbulo.
La guerra soterrada de dos funcionarios con demasiados asuntos turbios enquistados en Infraestructuras -como otras que debe haber en la Casa Madre desde la noche de los tiempos- ha terminado convirtiéndolo en el centro de la diana, cuando perfectamente podría haber sido lo contrario tal y como han ido evolucionando los hechos. La Justicia investiga posibles delitos de prevaricación, falsedad documental, malversación y tráfico de influencias en un periodo que va desde 2016 a 2020 sobre unos cincuenta contratos (menores y mayores) plagados de irregularidades, beneficiando a unas cuantas empresas o saltándose todos los rigores de la norma pese a los avisos técnicos. El 'caso Infraestructuras' saltó por contratos menores sospechosos de un trimestre de Dorado, pero ha cogido cuerpo por los más de cuatro años del mandato anterior de IU y PSOE donde se pudieron cometer fechorías muy similares. Y éstas fueron denunciadas a la Fiscalía por el propio edil de Ciudadanos, la misma que le ha dado la razón hace semanas imputando a un segundo funcionario. Sin embargo, ha sido tal su habilidad que en lugar de que el fuego esté en la bancada de la izquierda, las ascuas arden en la propia.
Dorado ha convertido este asunto en una venganza personal hacia Bellido por no arropar su defensa numantina de la coordinadora general a la que designó a dedo y ha terminado siendo imputada por el juez tras la primera denuncia comunista. Él pudo salvarse y girar la inercia (no está investigado), pero la romántica heroica le ha encerrado en un bucle incomprensible, salvo que nos estemos perdiendo algún detalle crucial en este folletín.
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