Córdoba entre líneas
Antonio Hernández Mancha: «Los cimientos del edificio que ha inaugurado Juanma Moreno en la Junta los puse yo»
La política autonómica lo catapultó de Córdoba a Sevilla y a Madrid. Sucedió a Fraga y precedió a Aznar. Corrige sus memorias, que darán que hablar
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El exlíder naconal de AP, en su casa de Madrid
Hace nada, apenas unos meses, que le ha puesto el punto final a sus memorias, cuya publicación no quiere que se demore. En ellas, Antonio Hernández Mancha (Guareña, Badajoz, 1951), se reivindica como una pieza clave en la renovación de la derecha española a ... pesar de que sólo estuvo al frente de Alianza Popular dos años y entre los liderazgos de Fraga y Aznar. Llegó a Córdoba en 1976 con 25 años como abogado del Estado y desde la ciudad forjó su carrera política, primero en la arena andaluza y después en la nacional.
-Usted afirma que renunció a presentarse a diputado nacional porque prefería hacerlo para el Parlamento andaluz para defender así el Estado de las Autonomías. ¿Está ahora en riesgo ese modelo?
-No es que solamente no vea crisis en el Estado de las Autonomías, sino que le veo un enorme éxito: donde sí ha habido un fracaso ha sido en el País Vasco y en Cataluña por el separatismo. Y confundimos con frecuencia a los catalanes con los independentistas, cuando la inmensa mayoría de los catalanes son españolistas aunque no lo digan porque les da miedo o les da vergüenza o les resulta políticamente incorrecto, porque la comunicación la controla toda el separatismo, por cierto que con dinero del Estado español. La situación se ha vuelto del revés: quienes llevaron la iniciativa en la Transición para avanzar en el Estado de las Autonomías son ahora los que quieren destruir no sólo ese modelo sino la unidad nacional española también, el Estado en sí mismo. Y sin embargo ahí está el ejemplo de Andalucía, que gobernamos nosotros y que va como un tiro, no como la moto cuesta abajo de Pedro Sánchez, porque en Andalucía crece la inversión extranjera, la actividad económica y supera casi a Cataluña en potencia exportadora. El resto de España funciona muy bien, y quienes se han metido un callejón sin salida del que no saben cómo van a salir son los separatistas de Cataluña y del País Vasco, como se ha comprobado en el debate de investidura de Feijóo.
«Ahora es la España profunda, la nuestra, la que llena las calles»
-¿Ve usted justificada la protesta en la calle contra la posibilidad de que haya una amnistía a los condenados por el referéndum ilegal de Cataluña? ¿Le parece bien que el legado de la Transición se defienda en la calle?
-Mire usted, yo no soy partidario de la calle. Lo que pasa es que comprendo que cuando la exacerbación de la paciencia llega a un límite insospechado, pues la gente en el ejercicio de sus derechos a la libertad de expresión pues sale a la calle y pone verde al más pintado, ¿entiende usted? Obsérvese que ahora se produce también una tendencia inversa: ahora, quienes no llenan las calles son los separatistas, porque no van nada más que cuatro jubilados y jóvenes a sueldo. Y sin embargo es España, la España profunda, la nuestra, la que llena las calles con una convocatoria mínima. Eso a mí no me llena de satisfacción. ¿Y sabe usted cómo vamos a arreglar el problema del separatismo?
-¿Cómo?
-Utilizando unos métodos que en España no nos hemos dado cuenta hasta ahora de que los tenemos a nuestra disposición.
-¿Cuáles son?
-Pues mire usted, el Derecho Europeo. Creo que ha habido un gravísimo error en el Tribunal Constitucional español, no de ahora, sino que viene de hace cuarenta años, porque siempre pensó que había que resolver los temas domésticos aplicando el derecho doméstico, y no se daba cuenta de que el Derecho Europeo ostenta supremacía sobre el Estado y el ordenamiento jurídico de los estados miembros. Las leyes españolas, aunque las hiciéramos muy bien, si son contrarias al Derecho Europeo se convierten en nulas de pleno derecho. Hemos desaprovechado las oportunidades que el Derecho Europeo nos ha brindado para defendernos de las acechanzas de los separatistas. Por decirlo en dos palabras: quien estudie, como he estudiado yo, el Derecho Europeo se dará cuenta de que es mucho menos generoso con Cataluña, con el País Vasco, con Bavaria o con Padania de lo que es la Constitución española, que va mucho más lejos a la hora de ceder competencias. El Derecho Europeo no admite bromas con los derechitos de las comunidades autónomas. Aquí, el causante de todos los males ha sido el Estatuto de Cataluña, que fue promovido por Zapatero y que luego el Tribunal Constitucional español se vio en la necesidad de declararlo nulo en algunos de sus artículos. Fue Zapatero el que le dijo a los separatistas: «Vosotros haced lo que os dé la gana que yo me encargaré de que Madrid se lo trague». Y se lo tragó en las Cortes pero no en el Tribunal Constitucional, que llegó tarde por cierto, porque no comparó el Estatuto con el Derecho Europeo, sino con la Constitución Española, y facilitó la demagogia y lo que han hecho siempre los separatistas: la lucha entre Madrid y Barcelona, cuando en realidad la lucha es entre Barcelona y Bruselas. Tenga en cuenta que Europa ya tiene dicho que el principio de autodeterminación no existe.
El abogado revisa unos papeles
-¿Vio o escuchó la presentación del libro de Alfonso Guerra del otro día, que introdujo Felipe González?
-Lo he visto a retazos. Tengo que estar completamente de acuerdo con lo que decían sobre la defensa de la integridad territorial y de la Constitución. Tenga en cuenta que yo soy una persona que defiende la tesis de que hay una izquierda inteligente aunque a veces no lo parezca, y que es la que no busca los derroteros que sigue hoy en día Mefistófeles, sino la que se derechiza. La izquierda española empezó a derechizarse cuando dijo sí a la OTAN, y Felipe González empezó a mostrar su inteligencia cuando en Suresnes prescindió del marxismo, al que ahora quieren volver Mefistófeles y todos sus amigos.
-¿En qué ha fallado Feijóo para no conseguir ser presidente?
-Bueno, el fallo no es de Feijóo. El fallo fue del Partido Popular, que cuando se dividió en tres partidos políticos hace unos años se suicidó. Nunca, nunca hubiera llegado Mefistófeles al poder sin esa división.
-Mefistófeles otra vez.
-Pedro Sánchez. Le llamo así porque es quien pacta con el diablo. Esto es lo que hace este pobre hombre, que lo que no tiene en cuenta es que el diablo acabará con él. Sánchez forma gobierno recogiendo en rehata los desechos de tientas de cada casa: él nos ha ganado siempre las elecciones perdiendo más votos que nadie. Quien sigue su camino encuentra lo que los bolivarianos, que es hambre. Y nosotros, divididos. Nos poníamos a criticar mucho a Rajoy porque nos parecía un poco débil, incluso la prensa de derechas lo ponía verde, le decía que era vago, que sólo leía el 'Marca', que no se dedicaba nada más que a la economía, incluso tuvimos a gente muy importante de nuestro partido que renunció a la presidencia de honor. Todo eso nos fue lesionando de tal manera que le abrimos la puerta poquito a poco a Mefistófeles.
-Usted lideró la derecha española en un momento difícil. ¿Que haya un presidente del Gobierno del PP pasa sí o sí porque se produzca un reagrupamiento de toda la derecha? Hablo de Vox, lógicamente.
-Yo voy más lejos aún: a las próximas generales se irá con una lista única. Si queremos quitar el status quo actual de desastre es obvio que no podemos seguir insultándonos y con problemas internos, sino que hay que ir como una unidad, con las ideas muy claras, conjuntadas. Todo lo demás viene por añadidura.
-¿Feijóo aguantará como líder del PP hasta las próximas generales?
-Por supuesto que aguanta. Sólo ha habido que ver el debate de investidura de esta semana. Y si no aguanta será porque la derecha suicida otra vez se cargue a sus propios líderes, cosa que le ha ocurrido varias veces.
-Le ocurrió a usted.
-No, no, a mí no. Yo cubrí un momento histórico en el partido, que se había quedado huérfano de Fraga, y yo inicié su refundación, cosa que todavía no se ha hecho pública pero que pronto se conocerá con detalle, y luego dejé que otros continuaran mi labor: me refiero a otros líderes intermedios, algunos incluso recientes, que han durado un año o dos y que los han quitado sin procedimiento por así decirlo.
-Cuándo conoceremos esos detalles.
-Cuando publique mis memorias, que acabé de escribirlas hace unos meses. Estoy viendo cómo las publico.
«Voy con frecuencia a Córdoba y no la reconozco. Ya decía entonces que el futuro era su posición geográfica»
-¿Díaz Ayuso es la gran esperanza del PP?
-Ayuso, Juanma Moreno. Cuando un partido tiene el banquillo que tiene el nuestro… Hace unos años estaba harto de que me preguntaran si era mejor Juanma que Susana [Díaz] y yo respondía que él era Churchill en comparación con ella, y eso que a Juanma no lo conocía entonces personalmente, pero sólo había que escucharlo hablar y verlo comportarse.
-Cuando usted estaba en primera línea de la política el rodillo socialista era apabullante, en España y en Andalucía. ¿Cómo ha vivido el cambio de ciclo político en la Junta?
-Yo puse los cimientos del edificio del que Juanma Moreno ha cortado la cinta inaugural. Los socialistas decían en mi época, y hablo de gente con la que ahora tengo una amistad entrañable como Escuredo o Rodríguez de la Borbolla pese a nuestras discrepancias políticas, que iban a convertir a Andalucía en la California de Europa, y se traían a un intelectual de izquierdas especialista en temas agrarios que era Edward Malefakis, un gran sociólogo y le hacían caso, cuando California se está arruinando ahora.
-¿Si Andalucía va como un tiro como usted dice, cómo va Córdoba?
-Voy con frecuencia a Córdoba, y no la reconozco… Todo lo que se está edificando es una maravilla de calidad, de belleza, de comodidad, es la antítesis de la especulación urbanística. A mí no me sorprende. Cuando yo llegué a la ciudad con veinticinco años todavía prevalecía la cultura ruralista de los labradores, era un mundo del siglo XIX, y yo ya decía que el futuro de Córdoba no tenía nada que ver con el campo porque éste pasaba por su situación geográfica privilegiada. Y todo a pesar de los cordobeses: yo les decía a mis amigos que eran los únicos que no veían la realidad, eran miopes para ver las posibilidades de Córdoba, porque seguían con el trigo, con los cultivos extensivos, y fíjese cuando han empezado los pistachos, los olivares de regadío, la industria moderna, la tecnología, la ciudad sanitaria de primer orden a nivel europeo. Yo para Córdoba veía el mejor de los futuros, sobre todo porque no estaba constreñida por el mar y la montaña como Málaga, ni por su propia estructura como pasa en Sevilla.
-¿Conoce al alcalde de Córdoba?
-Sí, he saludado en varias ocasiones a Bellido y tengo de él la mejor de las opiniones. Y soy muy amigo de Adolfo [Molina], el presidente del PP.
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