Álvaro Prieto: cronología de un infortunio

El accidente mortal del joven cordobés fue fruto de una imprudencia sin más, pero dejó en evidencia la seguridad de una infraestructura crítica, los recursos limitados de la Policía y demostró, una vez más, que hay desaparecidos de primera y de segunda

Perfil: Álvaro Prieto, la huella que deja un chico normal

A las 7.22 de la mañana, un mensaje de whatsapp iniciaba el primer capítulo de la historia de una desaparición, una búsqueda fracasada y un accidente mortal, fruto de la imprudencia de un joven cordobés. Una historia común que sin embargo ha ... sido capaz de poner en evidencia fallos de seguridad en una infraestructura crítica como es la estación de Santa Justa; ha ahondado en los recursos limitados de la Policía Nacional y también ha mostrado cómo, desde el punto de vista mediático, hay desaparecidos de primera y de segunda. Denuncias en las que se vuelcan los medios de comunicación mientras otras se pierden en las redes sociales.

El pasado jueves 12 de octubre, a esa temprana hora de las siete, Álvaro Prieto avisaba a su madre de que iba camino de la parada. El chico, de 18 años, había salido la noche anterior por Sevilla y tenía billete de vuelta a Córdoba en un Avant de las 7.35. Cuando envió ese mensaje acababa de salir de la discoteca Theatre en Sevilla Este. Se le había echado el tiempo encima. Nunca volvería a su casa.

Cuando llegó a la estación de Santa Justa, ya era demasiado tarde y su tren había partido. Se dirigió entonces al Centro de Servicios de Alta Velocidad donde pidió ayuda. Según un informe hecho público por Renfe, Álvaro aseguró al personal que no encontraba su billete de tren y que tenía el móvil sin batería. En la oficina intentaron localizar el billete a través de búsquedas mediante datos como el correo electrónico que se usó con la compra. Finalmente y tras varios intentos, se localizó el billete que había comprado el padre. Fue entonces cuando el personal -concretamente dos trabajadores-, verificaron que había perdido el tren y le informaron que no cabía devolución del dinero o canje. El siguiente tren para Córdoba salía a las 9.30 horas.

Estos trabajadores, que fueron de los últimos que vieron con vida al chico, describieron en todo momento un comportamiento educado y normal del joven, sin tensiones ni malos modos. Álvaro se dirigió entonces a una de las taquillas de la estación con la intención de sacar un nuevo billete. Lo intentó usando una Tarjeta Sin Contacto de Cercanías pero ese método de pago no es válido para viajar a Córdoba. Sin batería en el móvil no podía pagar y acabó marchándose.

Los trabajadores de Renfe y la propia compañía se verían después obligados a salir, primeros con declaraciones de representantes sindicales y después haciendo público el informe que detalla cómo fue el trato recibido a un viajero más que había perdido el tren. Una incidencia habitual en una estación, que en este caso se convirtió en noticia nacional porque el joven acabó muriendo en las vías del tren.

Los equipos de rescate sacando el cuerpo del joven Manuel Gómez

Los trabajadores sostienen que le ofrecieron un cargador, pero que el joven le aseguró que no funcionaba. Lo cierto es que el chico intentó tomar como sea un tren y lo hizo desde los andenes de Cercanías, a los que accedió sin problemas porque no hay control previo en el hall de la estación. Ya abajo, trató de colarse en un tren con destino a Barcelona y con parada en Córdoba, del que fue desalojado. A las 9.04 una cámara de la estación lo grabó saliendo de la estación por el lado de la avenida Kansas City.

Ésa fue una de las pocas pistas con las que contó la Policía Nacional cuando la familia denunció su desaparición. Ésa y el testimonio de una mujer que lo vio a las 10.30 en la citada avenida cerca del vallado perimetral que debe impedir el acceso a las vías del tren. Sin embargo, la muerte accidental de este joven ha vuelto a demostrar que la estación de Santa Justa es vulnerable. Tanto que una persona puede saltarse a las vías y permanecer varios días sin que nadie se percate y ni siquiera lo grabe una cámara del recinto. Adif es la responsable de la seguridad del recinto y Renfe de la zona de talleres.

Seis días después del hallazgo sin vida de Álvaro, tan sólo queda una incógnita por resolver en este relato, ¿por qué esa insistencia del joven por coger un tren? La respuesta sólo la podría dar quien ya no está. Pero tal fue la urgencia que decidió cometer una imprudencia como fue acceder por una valla al recinto ferroviario e intentar subirse a un tren que estaba en la zona de talleres, a dos kilómetros de la terminal. En ese convoy de media distancia, que llevaba averiado desde el 26 de agosto tras haber arrollado un vehículo en el barrio cordobés de Alcolea, Álvaro Prieto acabó encontrando la muerte.

La Policía recibió las imágenes de más de 100 cámaras de seguridad

La cámara de seguridad de una gasolinera próxima al puente que lleva a la Carretera Carmona, captó el trágico accidente. El joven trepó por las piezas de goma que sirven de intersección de los vagones y que actúan como si fueran un acordeón y al llegar al techo, tocó el pantógrafo y sufrió una descarga eléctrica letal. Su cuerpo cayó por el hueco por el que había ascendido segundos antes y quedó alojado allí durante cuatro días.

Jueves 20.00 horas, arranca la investigación

No ha trascendido la data de la muerte, pero es muy probable que muriera al instante. La denuncia de los padres por la desaparición se presentó ese mismo jueves a las ocho de la tarde, cuando su hijo ya había fallecido. Y en ese punto arranca la investigación encargada al Grupo de Homicidios, que recibe todas las denuncias por desaparición de Sevilla.

Al mismo tiempo, la fotografía de Álvaro empezó a circular por redes sociales gracias a la alerta activada por la asociación SOS Desaparecidos. Este tipo de denuncias son una realidad cotidiana en comisarías y cuarteles. En la provincia de Sevilla se reciben al año más de medio millar de denuncias y la mayoría se resuelve a los pocos días. Junto a la imagen de Álvaro durante ese fin de semana sin noticias se pidió también la colaboración ciudadana para localizar a una mujer de Dos Hermanas y a una menor de El Vacie. Ambas fueron localizadas poco después en buen estado. Esto da una idea de la carga de trabajo que tienen los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad con los desaparecidos.

Pero el caso de Álvaro contó con una ventaja: la presión mediática. La búsqueda del joven se volvió viral. Amigos, familiares e instituciones como el Córdoba C. F. hacían constantes llamamientos en redes y a diferencia de otros casos que acaban en el cajón de expedientes por resolver, esa presión se trasladó a la Policía Nacional que dedicó a todo el Grupo de Homicidios a trabajar en este caso, paralizando otras investigaciones como el asesinato del hombre que dejaron medio muerto en la entrada del hospital de Valme y de la que aún no hay detenidos.

Cuando ocurrieron los hechos, en el Grupo de Homicidios había operativos siete agentes: un inspector, un subinspector, un oficial y cuatro policías. Según detallan fuentes policiales, el protocolo habitual de trabajo de esta unidad es dividirse en dos cuando les entra un caso caliente. Una parte se encarga de ese asunto y el resto continúa con el resto de tareas pendientes. Con Álvaro se ordenó que trabajaran todos en la desaparición del chico.

Durante las primeras horas, los agentes llevaron a cabo las gestiones habituales como revisar hospitales, albergues e incluso los calabozos por si el chico hubiera sido detenido. El viernes se hizo la primera batida en dirección a la estación de San Bernardo. Los agentes ya sabían por el personal de Renfe que el joven había intentado coger un tren de vuelta a Córdoba y pensaron que podía haber intentado acercarse a la otra estación, que además tiene menos vigilancia. Pero fue en balde.

La estación de Lebrija, patas arriba

Ese mismo día, Homicidios solicitó por cauce ordinario las grabaciones de más de cien cámaras de seguridad de las 24 horas posteriores a la última vez que fue visto el chico. Los agentes se centraron en todos los dispositivos que encontraron en el entorno de la estación y en dirección a Córdoba.

Los posibles avistamientos de Álvaro Prieto se multiplicaban por todos el país. Los agentes recibieron numerosas llamadas, incluso de policías que aseguraron haberlo visto por todo el país. Hay testimonios que juran que el fallecido estuvo en Madrid. También se realizó una batida en la estación de Lebrija e inmediaciones donde se aseguró con ahínco que había sido visto. «Ese caudal de información entorpeció más que ayudar y restó tiempo», señalan fuentes policiales.

La unidad de drones peinó las vías del tren y se hizo un rastreo hasta Carmona. Los agentes se metieron en un tren para realizar el viaje a Córdoba y descartar así que pudo haber viajado. Mientras tanto pidieron a la familia que no hicieran búsquedas por su cuenta y que les dejaran trabajar.

La primera petición de colaboración externa se produjo el sábado. La unidad canina de la Policía en Sevilla carece de perros adiestrados en la localización de cadáveres y personas vivas; así que ese día, tras las batidas infructuosas, el Grupo de Homicidios solicitó a la UME activar sus canes. La Policía asegura que donde se quedó alojado el cuerpo impedía verlo. Pero los perros sí lo hubieran detectado. El domingo por la noche fue la primera vez que se rastrearon las vías con los canes pero no llegaron a la zona de talleres donde estaba el cadáver de Álvaro.

Coronas de flores en el entierro del joven Valerio Merino

El domingo, los agentes recibieron más de 2.400 horas de grabaciones y empezó el visionado sin saber aún que el joven se había saltado al interior de la estación, aunque desde el principio sospechaban que no se había lejos. No había dado señales de vida y no tenía motivos para desaparecer de esa manera.

Y todo se precipitó a las 11.40 de la mañana del lunes, cuando el tren donde estaba el cadáver se movió y casualmente un cámara de televisión que estaba cerca grabó los pies que ya salían por el bogie del tren (así se llama a la pieza inferior donde quedó alojado el cuerpo tras moverse). La Policía sostiene que de no haber sido por ese hallazgo casual, aquel mismo día habrían dado con el punto donde estaba el cuerpo. El lunes, tras la localización del cuerpo, se centraron en las imágenes que captaron de lejos el accidente del joven. Pero ya fue demasiado tarde, el espectáculo estaba servido.

La falta de información oficial por parte del Cuerpo Nacional no ayudó a detener el cúmulo de bulos que trataron de pegarse al caso como la supuesta persecución que habría llevado a Álvaro a colarse en las vías férreas o que el cadáver permaneció cuatro días en el techo del tren. La primera y única nota de prensa que ofreció la Policía con los detalles de la investigación llegó el miércoles a las ocho de la noche a las redacción. Tarde, muy tarde.

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