inmuebles
La infravivienda se agranda en el casco histórico de Córdoba
La Policía Local ha intervenido en los últimos dos años en doce inmuebles para desalojarlos o declarar su ruina
La mitad de los casos de ruinas de la ciudad están en el casco y el Centro
Córdoba
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Iniciar sesiónLa pregunta que salta al cabo de un rato de recorrido a pie por la Axerquía Norte y las calles que están entre la iglesia de Santiago y La Ribera es la siguiente: ¿Dónde se encuentra la frontera entre una casa digna ... y la infravivienda? Los límites son difusos a veces.
Un ejemplo es la Casa de Paso, entre la plaza de La Lagunilla y Marroquíes, que el Ayuntamiento de Córdoba ordenó desalojar el viernes de la semana pasada y a cuyos propietarios les ha ordenado que realicen obras de consolidación del inmueble en un plazo inmediato.
Pero hay más, y cerca. El entorno del Huerto Hundido, en el corazón de San Agustín, es un buen sitio para intentar buscar una respuesta. «La casa está en perfecto estado: le hicimos reformas hace un par de años y no tenemos quejas de los inquilinos. Todo está correcto, todo funciona como en un bloque normal», explica el propietario del inmueble, en el que viven al menos cinco familias.
La estructura de la casa es muy similar a la Casa de Paso: planta baja y primera, materiales de construcción básicos, paredes de cal ajada, una entrada estrecha y descubierta al que dan las puertas de cada una de las viviendas. No, no es un patio de los que embellecen Córdoba cada mes de mayo, sino su estrato anterior: la pobre y descuidada corrala.
Tranquilidad aparente
Un tendedero a un lado, una lavadora en el otro. Rejas con moho. Un gato que maúlla. Dos perros que se pelean por un trozo de jamón de York. Y una inquilina en pijama que cuenta que no hay de qué preocuparse. «Estamos tranquilos: antes de mudarnos los dueños hicieron reformas, apuntalaron el piso por dentro, estamos tranquilos», se explica. Un hombre vive solo en el habitáculo de enfrente: no quiere hablar, no quiere problemas. Hay al menos cuatro vecinos más, la mayoría en la planta superior: de una de sus galerías cuelga un toldo verde de obra, como si hubiera una reforma de urgencia en marcha.
«Esto es como un piso normal, no somos noticia», insiste la misma vecina. Cuestas creérselo. Si toda Córdoba viviera así Córdoba sería la de hace un siglo pero con agua corriente en la cocina y luz eléctrica en los dormitorios.
El Muro de la Misericordia está cerca. En el número 8 hay ahora un bloque de viviendas de nueva contrucción vistoso y con cocheras subterráneas. Los lugareños recuerdan que allí pereció un matrimonio mientras dormía una noche del mes de febrero de 2007: la casa se les vino abajo. Entonces sonaron las alarmas de las Administraciones, en especial del Ayuntamiento y de la Junta de Andalucía, que aceleraron el Plan de Rehabilitación de laAxerquía Norte y que, ambicioso en sus planteamientos, no ha logrado poner en marcha ni el 40 por ciento de sus inversiones, que entre otras cuestiones promovían la erradicación de la infravivienda. Pero el problema sigue ahí.
Un informe de la empresa municipal de vivienda (Vimcorsa), del que dio cuenta este periódico en su edición del pasado domingo, señala que la mitad de las casas en riesgo de ruina de Córdoba, que son 275, se encuentran en el casco histórico y en el Centro.
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El cóctel es el de siempre: propietarios de edad avanzada que en la mayoría de los casos no residen en los inmuebles en cuestión, alquileres de bajas rentas que dejan poco margen para que los dueños acometan reformas para reforzar la estructura de las edificaciones, e inquilinos con ingresos muy bajos o inexistentes.
La situación extrema, y no inusual, es la entrada de okupas, satisfechos con haber encontrado un techo y despreocupados de que algún día les pueda dar un disgusto. El fenómeno no es privativo de casas de vecinos o unifamiliares: se ha dado en los últimos años, en 2017 en concreto, en edificaciones señoriales, como en la de la confluencia de la calle Isaac Peral con El Realejo.
Un problema por resolver
La actividad de la Policía Local da cuenta de que se trata de un problema por resolver. El cuerpo de seguridad del Consistorio ha realizado entre 2021 y 2022 al menos doce actuaciones en inmuebles en mal estado, la mayoría en el casco y en el Sector Sur, aunque también en barrios tradicionalmente menesterosos como El Zumbacón. De acuerdo a los datos facilitados por el Ayuntamiento a ABC, los agentes intervinieron desde 2001 en cuatro casos de ruina, en concreto en las calles Fuente Obejuna (en los Olivos Borrachos), Hornillo (junto a la Costanillas), en Valsequillo (El Zumbacón) y en Amargacena (en el Distrito Sur).
El resto de las intervenciones se situaron en la antigua Azucarera de Villarrubia, en la calle Montero, en San Juan de Ávila (en el Sector Sur, y donde fue necesaria demoler el inmueble), en Isabel II (La Magdalena), en Vázquez Venegas (en El Marrubial), en Cardenal González (Judería) y en el Compás de San Agustín.
¿Y cómo se puede atajar esta situación? Una de las voces autorizadas para realizar una reflexión es el arquitecto Francisco Daroca, que fue el director del equipo redactor del Plan Especial de Protección del Casco Histórico (Pepch), aprobado a comienzos de este siglo.
«El casco histórico tiene ciertas deficiencias de conservación. La Casa de Paso está protegido en el Pepch, y antes el Plan General del 86 se fijaba en ella por sus valores arquitectónicos y por su tipología, pero es una propiedad privada que data de finales del siglo XIX; ya en el Pepch decíamos que la conservación de la Casa de Paso era deficiente, que era preciso hacer algo con ella», recalca. «La administración tendría que ayudar a conservar sitio como la Casa de Paso, aunque la propiedad privada tiene también sus obligaciones. En la Escuela de Arquitectura de Sevilla se ha estudiado la Casa de Paso; el Pech le permite ser equipamiento o vivienda», subraya en relación a este caso concreto.
Esfuerzo compartido
A juicio de Daroca, la conservación del caserío en general del casco histórico «es una cuestión difícil, porque Córdoba tiene un conjunto histórico con una tipología muy valorada en todos lados, y su mantenimiento depende de las Administraciones y la propiedad privada, que tiene escasos recursos. El turismo es el único motor que parece que funciona para la conservación, y la Axerquía está lejos de ese epicentro turístico», afirma el arquitecto.
En otras palabras: otro gallo cantaría si los barrios de San Andrés, Santa Marina, San Agustín, San Lorenzo y Santiago fueran un lugar de tránsito de visitantes más allá de las semanas en las que se celebra el concurso popular de Patios. «Lo importante es que se faciliten los trámites administrativos y las licencias oportunas para que haya más actividad turística en la Axerquía Norte, además de más equipamientos públicos», indica en este punto el arquitecto consultado por este periódico.
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