PRETÉRITO IMPERFECTO

La verdadera razón

A día de hoy, y pese a los ridículos, no es posible saber con claridad qué motiva el acoso contra la Mezquita-Catedral

FRANCISCO J. y POYATO

Un lince político como la señora Susana Díaz, presidenta de la Junta de Andalucía y referencia interna socialista en España, metida en un jardín artificial y mallado como la polémica de la Mezquita-Catedral es para hacérselo mirar con lupa. Desconozco qué asesoramiento recibe al ... respecto la señora Díaz, o qué mentes iluminadas le están ayudando a construir una estrategia oportunista, miope y errónea a todas luces, que refleja un viaje a ninguna parte con daños colaterales, salvo que tenga muy claros, y sean muy poderosos, los objetivos de la campaña de acoso y derribo lanzada contra la Mezquita-Catedral de Córdoba, lo que ésta supone para Córdoba y su economía, para los católicos —entre los que ella ha dicho ser una «cofrade» confesa—, el Cabildo Catedralicio y la Iglesia, en suma. Hasta incluso en el desgraciado y simbólico contexto internacional que estamos padeciendo en estas desdichadas horas, y donde los arcos bicolor no pasan desapercibidos.

Lo que sí resulta cada vez más evidente es la ausencia manifiesta de herramientas eficaces que le lleven a consumar ipso facto el mensaje que repite sin cesar en este diálogo de besugos: «Titularidad pública, gestión de la Iglesia» (¿). Que subsane a toda velocidad el «gravísimo» problema que tenemos encima poniendo todos los recursos del aparato burocrático de la Junta —que consumen el 85 por ciento del presupuesto— en marcha para zanjar esta «injusticia universal» que nos quita el sueño, a la par que nos da la catadura real de nuestros responsables políticos con la que está cayendo aquí y fuera de nuestras fronteras. Insisto, debe ser muy honda e inalcanzable la motivación de esta boutade con ribetes cómicos para que los dos partidos que rigen el gobierno de los andaluces, con la mayor tasa de paro posible, hagan un ridículo tan enorme, y que esta semana ha alcanzado su cota máxima, como el número de visitantes y turistas que atraviesan las puertas monumentales sin que la web de Turismo los desoriente más.

Mientras el ala comunista de la Junta pide la marca, el uso y la caja de caudales bajo el eufemismo de la gestión compartida (mira, como en la extinta Cajasur); la pata socialdemócrata quiere las llaves y el poder decisorio sin arremangarse en la explotación, misas aparte. Todo ello sin base jurídica y legal conocida, procedimientos estipulados o tinta del BOJA. Por contra, brilla el ultimátum macarra, la literatura buenista y la universalidad de las milongas. Suponemos que la señora Díaz habla como la presidenta de un Ejecutivo cuando descarta la gestión de la Mezquita-Catedral que reclama bajo amenazas un miembro de su gabinete. También sabemos que reprende a su vicepresidente Valderas por el apoyo a la causa del Sáhara mientras circulan sus fotos con niños de los campamentos saharauis. El formato de «una vela a Dios y otra al diablo», ciertamente, nos es familiar por estas tierras. Maestras hubo.

Conocido el propósito del ala comunista de la Junta del rezo compartido (imposible por otro lado) para la Mezquita-Catedral y la mística de las civilizaciones que ya anidó en el PSOE de Zapatero con foco en el recinto del Guadalquivir, podríamos intuir un boceto de causa común para convertir a esta joya arquitectónica y monumental, y al templo católico de referencia en la diócesis, en una especie de laboratorio y banco de pruebas del buen occidental que ha de purgar sus pecados históricos y compensar de alguna forma los atractivos flujos económicos que pudieran venir de tierras lejanas a alegrarnos esta tristeza. Ni aún así sabemos a ciencia cierta hoy qué hay detrás de todo esto. ¿Negocio, ideología, política barata, electoralismo, irresponsabilidad o mera incompetencia...?

La verdadera razón

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