Andalucía, la región más afectada de España por la invasión del alga asiática
La profesora María Altamirano lidera la investigación contra esta especie invasora
El alga asiática sigue extendiéndose y hunde la pesca artesanal en el Estrecho
Cúmulos de alga asiática en el fondo marino andaluz
Seis años han pasado ya desde que el alga asiática Rugulopteryx okamurae empezó a colonizar el Estrecho de Gibraltar. La invasión de la especie, que alcanza ya la práctica totalidad del litoral andaluz, ha dejado millones de euros en pérdidas para el sector ... pesquero, arenales enteros tapizados por su color ocre y un ecosistema marino cada vez más debilitado por sus efectos nocivos sobre las especies nativas. En el litoral conquistado por el alga ya no se puede hacer nada, de ahí que los investigadores centren sus esfuerzos en identificar aquellas franjas costeras en las que aún se puede actuar para frenarla.
La profesora María Altamirano, primera en identificar esta especie del Pacífico, lidera un proyecto de investigación de la Universidad de Málaga y la Fundación Biodiversidad -dependiente del Ministerio para la Transición Ecológica- centrado en el estudio de Rugulopteryx que lleva ejecutándose desde 2021. Son un grupo de referencia a nivel mundial al que el Ministerio no solo encargó el borrador de la estrategia nacional; también un análisis de riesgos que acaba de ver la luz y desvela algunas claves para poner coto al avance de la especie.
Los dos primeros objetivos de este proyecto eran la identificación de las ventanas espaciales y temporales de vulnerabilidad a la invasión. Pero, ¿qué significa esto y por qué su interés? Altamirano explica a ABC que era necesario «identificar en qué espacios marinos protegidos del litoral español la especie puede encontrar hábitats favorables para introducirse». Una información crucial para, si existieran medios, «poder actuar en prevención y estar preparados a la llegada de la especie».
Pese a la incapacidad de erradicar el alga allí donde está asentada, tampoco se debe trasladar el mensaje de que la inacción es lo mejor. «La manera más eficiente para abordar la gestión de especies invasoras es en prevención», sostiene la profesora del departamento de Botánica y Fisiología Vegetal de la UMA, que a principios de diciembre presentó los resultados del proyecto en una jornada a la que acudieron más de un centenar de representantes de administraciones públicas, asociaciones pesqueras, universidades y centros de investigación.
Para actuar con antelación es necesario igualmente reconocer en qué momento la especie es más agresiva con las comunidades nativas, para ajustar en el tiempo cualquier actuación de control poblacional en base al conocimiento de su biología.
Después de que se pusiera en marcha el proyecto, Rugulopteryx okamurae ha pasado a estar incluida en el listado europeo de especies exóticas invasoras, por lo que ha dejado de ser un problema exclusivo de España. Andalucía sigue siendo el territorio que ha salido peor parado de la rápida y progresiva expansión del alga, de ahí que todos los ojos estén puestos en los avances de estos investigadores andaluces.
A pesar de que hay registros de la especie, el Parque Natural Cabo de Gata-Níjar, es el último reducto del litoral de la comunidad que se le resiste al alga. Según Altamirano, «la especie necesita un tiempo para ir expandiéndose y para ser competitiva con las especies nativas». Además -sostiene-, «Cabo de Gata es un espacio protegido que está muy bien conservado y, normalmente, las especies invasoras presentan cierta resistencia a tener éxito en estos ambientes».
Potencial de expansión
No obstante, asegura que todos los modelos auguran su llegada al parque almeriense, así como al conjunto de la costa de levante, donde insta a actuar por ser «altamente favorable como hábitat para la especie». Fuera de nuestras fronteras, ésta ya se encuentra con carácter invasor en Francia y en el sur de Portugal y está presente en todas las islas europeas de la Macaronesia: Azores, las Canarias y Madeira.
Según las estimaciones de los investigadores, un solo individuo de Rugulopteryx es capaz de replicarse por miles y, por tanto, formar nuevas poblaciones. «En el mes de julio podíamos contabilizar hasta 3000 individuos por metro cuadrado», señala la profesora, «hay que frenarlo como sea».
Además de por mecanismos naturales como las corrientes marinas, su expansión se produce por vectores humanos asociados a la pesca o el buceo. En este sentido, la experta destaca cómo el sector pesquero, representado en las jornadas, ha reconocido de manera «sensata, generosa y humilde» su responsabilidad en la dispersión y ha mostrado su disposición para ayudar a frenarlo.
«Cuando un pesquero sube un arte arrastrero cargado de Rugulopteryx y devuelven las algas al mar pueden favorecer su expansión», sostiene, «necesitan unos protocolos y que se les ayude a la desinfección». Aun así, no es una responsabilidad exclusiva del sector. «Cualquier embarcación recreativa que eche el ancla en una zona invadida, si luego esa ancla cargada de algas la tira en una zona limpia ya está dispersando. O yo misma con mi equipo de buceo si no tengo la precaución de limpiarlo muy bien antes de otra inmersión».
Todavía son muchas las asociaciones pesqueras que no sufren el perjuicio que Rugulopteryx está causando a la Federación Andaluza de Cofradías de Pescadores. La participación del sector y darle herramientas para mitigar el impacto del alga es uno de los aspectos que se abordan en la estrategia nacional en la que ha participado este grupo de expertos. «Nosotros siempre intentamos dar respuesta a preguntas que nos hace la Administración para una mejor gestión», explica Altamirano, «luego está la otra línea de investigación que se centra en el potencial biotecnológico se podría dar a todos estos arribazones».
Sobre esto, la profesora matiza que el carácter invasor de la especie y el hecho de que esté incluida en el catálogo tanto nacional como europeo, hace que su uso esté regido por un real decreto y por el reglamento comunitario. «Existe una prohibición absoluta para usos que no sean la investigación, la salud, o la seguridad para las personas. Solamente en casos muy excepcionales, de necesidad social imperiosa, se podrían conceder autorizaciones», apunta.
«Lo que no se puede -y esto es ya una opinión personal- es convertir en un lucro para alguien lo que para otros es una tragedia. El sector pesquero está sufriendo impactos de varios miles de millones de euros y este drama no puede derivar en un beneficio comercial para una serie de empresas sin que el sector pesquero se vea beneficiado por ello».
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