La amnistía, último capítulo del desencuentro crónico de Felipe y Zapatero
Cataluña y América Latina han sido los principales focos de discrepancia de los dos socialistas
Ferraz rompe con sus padres fundadores y los acusa de servir a poderes económicos

Como dos viejos parientes que en realidad nunca se han soportado, pero que como tales tienen que verse ritualmente y guardar las formas en los eventos familiares. Así ha transcurrido la relación de los dos primeros presidentes del Gobierno socialistas de la democracia, Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero, durante las últimas décadas. Aunque ahora cada vez disimulan menos su enconamiento político e incluso personal, que viene de lejos. El último episodio de ese enfrentamiento crónico se ha producido esta semana, cuando Zapatero defendió la amnistía que Pedro Sánchez negocia con los independentistas para su investidura en una entrevista el pasado lunes en Onda Cero, y recibió la réplica justo al día siguiente de González –en otra entrevista en Antena 3–, en términos absolutamente despectivos. «No me enteré de nada», dijo Gonzaleza con rictus serio y evidente intención sarcástica cuando le pusieron un vídeo resumen de la intervención radiofónica de su sucesor enhebrando argumentos a favor del olvido legal para Carles Puigdemont y los encausados por el golpe secesionista de 2017. Le acusó incluso de ignorar las claves del proceso de paz en Irlanda del Norte, que Zapatero había puesto como ejemplo histórico de amnistía, junto a la que concedió Manuel Azaña a quienes proclamaron el 'Estat Catalá' en 1934 y en general a todos los que se levantaron ese año contra la II República.
Ya el 20 de septiembre, en el sonado acto que protagonizó junto a Alfonso Guerra en el Ateneo de Madrid –y que supuso el mayor punto de desencuentro con la actual dirección del PSOE, que no dudó en tildarle de «desleal»– González también deslizó críticas a Zapatero cuando recordó que junto a Guerra hicieron campaña por él en 2008, la última vez que se presentó, y añadió con malicia que «no sé si tenemos que arrepentirnos».
Podría pensarse, como en tantas relaciones, que terminó mal lo que empezó bien. Pero la verdad es muy distinta, ya que el germen del enfrentamiento estuvo desde el principio. En el año 2000, y por sorpresa, un bisoño diputado por León derrocó al entonces presidente de Castilla-La Mancha, José Bono, en el XXXV Congreso del PSOE, celebrado bajo el shock de la mayoría absoluta de José María Aznar ese mismo año, que obligó a renovar el liderazgo socialista. González apostó por Bono, y perdió. Y tuvo que ver al que no era su candidato, y al que ni siquiera conocía, liderar el partido y en apenas cuatro años, también por sorpresa, llegar La Moncloa. En los siete años de Zapatero en el poder, González mantuvo un importante nivel de interlocución, e incluso de influencia, sobre un Gobierno que tuvo ministros que lo habían sido antes con él, como el titular de Economía, Pedro Solbes, aunque no dejó de ejercer como 'pepito grillo', cosa que irritaba en Moncloa.
Tras la salida del poder de Zapatero en 2011, el desencuentro no ha hecho, y ha pasado ya más de una década, más que agravarse. Es obvio que hay un choque generacional, entre uno de los líderes históricos de la Transición y una persona que se inició en política ya en democracia, pero es mucho más lo que les separa.
América Latina
El problema territorial español, y sus distintas ideas y políticas al respecto, y la relación de ambos con América Latina, donde los dos viajan a menudo y aspiran a tener un papel influyente, son los núcleos esenciales de su desencuentro. Ajustando más el foco, esa rivalidad tiene dos nombres: Venezuela y Cataluña.
Discrepancias en Venezuela
Zapatero
Coincidió con Hugo Chávez ejerciendo el poder y cultivó una buena relación con él. Ha participado en conversaciones en Caracas como interlocutor legitimado por Maduro
González
Feroz crítico de Hugo Chávez, del que dijo que era «un dictador por las botas o por los votos». Esta semana ha criticado el acuerdo para elecciones en 2024, un «blanqueamiento» de Maduro
González es un crítico feroz del régimen instaurado por Hugo Chávez, del que llegó a decir que era «un dictador por las botas o por los votos», tras su golpe de Estado fallido de 1992 y su llegada al poder en las elecciones de 1998. Postura que mantiene ahora con Nicolás Maduro. Esta misma semana, en un coloquio en Madrid con el expresidente de Colombia Juan Manuel Santos, aseguró que las próximas elecciones presidenciales venezolanas pactadas para el año que viene no son más que un proceso de «blanqueo» del régimen chavista. Zapatero, en cambio, tuvo una buena relación con Chávez y ha abogado por los procesos de diálogo promovidos desde Caracas. Esto tiene una correlación española, dada la buena relación de Zapatero con los fundadores de Podemos, incluido Pablo Iglesias, y el fuerte antagonismo de González con ellos.
Discrepancias en Cataluña
Zapatero
Impulsó el Estatut y cree que el 'procés' responde a la sentencia del TC, que en su día aplaudió. Esta semana se descolgó con una entrevista para respaldar la amnistía que negocia el PSOE
González
Fue crítico con el Estatuto renovado precisamente en tiempos de Zapatero en La Moncloa. Es el principal detractor en la izquerda de la amnistía que negocian Sánchez y Puigdemont
Y sobre Cataluña, a González nunca le gustó el Estatuto que impulsó Zapatero, tumbado en buena medida por el Tribunal Constitucional. Ahora, su abierta discrepancia sobre la eventual amnistía a los independentistas culmina la pésima relación de los dos correligionarios. Aunque las formalidades propias de la vida pública e institucional les juntarán de nuevo.
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