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«En yihadismo no analizamos casuística, caso que se detecta... a por él»

La celebración mundial del orgullo gay en Madrid, que coincide con el aniversario del califato del Daesh, es el gran reto

Una imagen de archivo de detenciones por vinculación con el yihadismo Inés Baucells
Laura L. Caro

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España cumplirá a finales de este mes dos años en nivel 4 de alerta antiterrorista, solo un grado por debajo del escalón crítico que obligaría a desplegar al Ejército en la calle como ocurre en Francia o como hizo el Reino Unido los cinco días posteriores a la masacre de Manchester . En este periodo, en nuestro país se ha arrestado a 210 hombres y mujeres por actividades relacionadas con el yihadismo, se han desarticulado tres células con planes de ataque -la última en 2016- y no ha habido que lamentar atentados.

«Lo que se hace en España es tirar de todo lo que se mueve. No analizamos casuísticas: caso que se detecta, situación que se ve... a por él». La explicación corresponde a una fuente cualificada de la lucha contra el terrorismo yihadista que no se identifica por razones seguridad, y sus palabras sintetizan el espíritu de una estrategia de defensa contra el terrorismo islamista que, por ahora, ha revelado la ventaja de la eficacia. Pero también el inconveniente de que las detenciones tempranas adolecen, a veces, de falta de pruebas a ojos de los jueces, que ordenan puestas en libertad o absoluciones.

En este sentido, ha hecho saltar las alarmas la sentencia del Tribunal Supremo que en mayo anuló la primera condena por autoadoctrinamiento dictada en España al determinar que la «mera adhesión ideológica» al Daesh del reo no bastaba para castigarle. Aunque también es cierto que la Sala apreció a cambio un delito de enaltecimiento y le impuso dos años y dos meses de prisión, pena similar a la que había revocado. En 2016, los tribunales dictaron cárcel para 8 de cada 10 yihadistas juzgados.

Anticiparse, aún a costa de la debilidad de la carga probatoria, está siendo, pues, clave puesto que la amenaza es real, y «puede surgir en cualquier momento y en cualquier lugar», aspecto en el que coinciden todas las instituciones implicadas como el Ministerio del Interior, el Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado (CITCO) o la Policía Nacional, y sostiene el CNI.

Ofensiva mutante

Ante ello la situación interna es «de alerta máxima muy generalizada, la misma que en 2015» cuando se elevó el nivel de riesgo, zanja el experto. Aunque la percepción de cual iba a ser la estrategia del Daesh sí ha mutado.

Hace solo unos meses, los vaticinios de los analistas eran que Europa iba a llenarse de combatientes retornados de Siria e Irak que huirían como consecuencia del retroceso territorial del Daesh, pronóstico al que el experto consultado resta toda validez. Y no se ha cumplido. Los llamados «foreign fighter» continúan peleando por el suelo del pretendido califato «en una situación difícil, sin poder programar ni llevar a cabo iniciativas complejas» y para compensarlo se ha detectado en paralelo el énfasis de la organización que lidera Abu Bakr al Baghdadi por «infiltrar terroristas» en Occidente «confundiéndolos entre los refugiados» e «incentivar la captación y adoctrinamiento de gente con problemas mentales, con el límite de que no les imposibilite llevar a cabo la acción de ataque, y del ámbito de la delincuencia común y las drogas». Algunos de los autores involucrados en los atentados de París o de Bruselas ya procedían de esas esas esferas, recuerda.

Para hacer frente a esta campaña de reclutamiento y fabricación de terroristas «homegrown», el concepto maestro está siendo el de abortar los procesos de radicalización antes de que entrañen riesgos. De detectarlos barrio a barrio ya se ocupan en muchos municipios de España equipos locales integrados por agentes de los Cuerpos de Seguridad y de la sociedad civil, según lo previsto en Plan Estratégico Nacional de Lucha contra la Radicalización Violenta.

Ir por delante de la amenaza yihadista pasa por aprender de las experiencias ajenas y compartir cada avance en las investigaciones. El intercambio de inteligencia con los países aliados, y mención especial entre ellos a la colaboración con Marruecos, es intenso, constante y fundamental para avaluar el peligro.

Ni alarma 5, ni bajar a 3

Contando con ese material reservado, la respuesta de las autoridades y de responsables operativos es desde hace tiempo repetitiva: no hay «nada específico que nos diga que nos van a atacar», subrayan. De hecho, la fuente confirma a este diario que nunca se ha planteado incrementar el grado de alarma al máximo de 5. Pero también da por descontado que ni el Gobierno ni ningún asesor «va a correr el riesgo de bajar el nivel de alerta a 3» y que siquiera nadie va a proponerlo.

Es «impensable» por el temor a que a continuación se registrara una tragedia que se viene evitando, y menos a las puertas de un evento extremadamente delicado, como el que se acerca: las celebraciones en torno al desfile el día 1 de julio del World Pride -la fiesta mundial del orgullo gay- que previsiblemente atraerá a dos millones de visitantes procedentes de decenas de países. El calendario coincide además con el tercer aniversario de la proclamación el 29 de junio de 2014 del califato por parte del autodenominado Estado Islámico, que suele querer conmemorarlo con jornadas de sangre.

Abordar el día a día en España bajo un nivel de alerta terrorista 4 implica, entre otros, refuerzo máximo -en la calle, en internet, en el control de comunicaciones- de los dispositivos de seguridad, de las capacidades de control de centros, departamentos u organismos implicados en esta lucha, por no hablar de instalaciones estratégicas tales como puertos, aeropuertos, trenes o plantas nucleares. «Es un desgaste tremendo y así llevamos dos años seguidos..., estamos funcionando al máximo, por que no puedes tener más», resume quien conoce bien la actuación de los agentes de los Cuerpos de Seguridad, tanto de los que se ven como de «los que no se ven», como con regularidad menciona el ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido.

El actual escalón de alarma habilita también para elevar la presión sobre personas sospechosas de terrorismo. No hay un perfil. El ataque suicida del 22 de mayo en Manchester ha devuelto el protagonismo al uso de explosivos sofisticados y, supuestamente, a las redes organizadas, cuando el relato del yihadismo discurría cada vez más por atropellos con camión o los acuchillamientos de viandantes perpetrados por terroristas individuales -los «lobos solitarios-, cuyas acciones el Daesh reivindica con desesperada velocidad. A efectos de la estrategia española contra el terrorismo, no ha habido sorpresa. «¿Quien ha dicho que no estemos expuestos a que explote un coche en medio de una gran ciudad, donde más vigilancia hay?» señala el experto, dejando claro todas las opciones están sobre la mesa. Todos los días. Es la «alerta 4».

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