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La ira implacable de las mujeres yihadistas

El 30 por ciento de los ataques islamistas perpetrados en el mundo los protagonizan mujeres

Mujeres yihadistas en la ciudad siria de Raqqa ABC

PABLO MUÑOZ

Los ataques yihadistas de París han marcado varios hitos; el último de ellos se produjo en la mañana de ayer con el suicidio, mediante la detonación de un cinturón con explosivos, de una mujer . Se trata de la primera terrorista suicida que actúa en Occidente –el 9 de noviembre de 2005 una belga, Muriel Degauque, fue la primera europea en hacerlo, pero en Irak– un elemento inquietante que no hace más que añadir nuevos motivos de preocupación a la pesadilla. Hay que añadir, no obstante, que desde 1985 en torno al 30 por ciento de los atentados islamistas son protagonizados por mujeres , según los datos de los servicios de Información a los que ha tenido acceso ABC, por lo que no se trata de un fenómeno nuevo.

Tradicionalmente el papel de la mujer en el yihadismo se limitaba a atender en todas sus necesidades a los muyahidines, a educar a sus hijos como buenos combatientes y a labores de logística, como servir de enlace entre sus maridos encarcelados y las células clandestinas a las que pertenecían. La mayoría de las que son captadas por Estado Islámico -en España son un 20 por ciento del total de personas que han viajado a Siria e Irak- acaban como « esclavas sexuales » , al servicio de los hombres que están en primera línea de fuego, tal como acredita el testimonio de muchas de ellas que han logrado escapar del infierno.

La paulatina incorporación de la mujer a la primera línea de la «guerra santa» es motivo de gran preocupación entre los servicios de inteligencia de todo el mundo. No se trata de ningún cambio modernizador hacia la igualdad de sexos dentro de ese mundo fanático, sino su utilización como meras herramientas de lucha.

Justificación ideológica

Primero Al Qaeda, y luego Estado Islámico han evolucionado en torno al papel de la mujer. Éste, en un texto de 2015 , insiste en su papel instrínsecamente «sedentario» dentro del hogar, pero las permite abandonarlo «si estudian teología, si su trabajo es el de médico o profesora, y si se proclama una fatwa en la que se le obligue a luchar en primera línea, involucrándose en la yihad porque la situación de la Umma (comunidad de creyentes) sea desesperada , como hicieron las mujeres de Irak y Chechenia con gran tristeza».

Antes, en 2009, el líder de Al Qaeda, Ayman al Zawahiri , escribía acerca de la participación de la mujer en la yihad: «¡Cuántas hermanas han cometido acciones de martirio en Palestina, Irak y Chechena y enfadado al enemigo, causando sobre él una gran derrota! Pedimos a Allah que las acepte y nos haga seguirlas por amor de Dios ».

Ya en 2004, el mismo terrorista se lamentaba: «¿No hay verdaderos hombres, tenemos que reclutar a mujeres? ¿No es vergonzoso para los hijos de mi propia nación que nuestras hermanas tengan que ser llamadas para perpetrar operaciones de martirio, mientras los hombres están preocupados por sus vidas?».

Y es que Al Zawahiri sabía perfectamente que los ataques brutales perpetrados por mujeres eran un elemento dinamizador más para aquellos muyahidines «tibios», que se veían obligados a hacer la yihad para evitar la vergüenza de ser comparados con ellas; es decir, quedan como unos cobardes que no tienen el valor, el coraje y el compromiso que demuestran sus compañeras , que por otra parte son mucho más letales cuando actúan por su capacidad de sacrificio.

Cantera de «mártires»

Lo cierto es que varias fatwas no solo justifican, sino que apoyan la incorporación de la mujer a la yihad . Por eso cada vez más dan el paso, aunque la principal cantera de mujeres yihadistas está entre las viudas, huérfanas y familiares de combatientes muertos o detenidos , que de esta forma quieren aplacar su sed de venganza. El 15 por ciento de las que dan el paso están en disposición intelectual de perpetrar atentados suicidas , con una ventaja añadida: apenas necesitan tres días para aprender a ceñirse un cinturón con explosivos.

Pero además, Estado Islámico sabe que el ataque de una mujer tiene más efecto mediático, llaman menos la atención y por tanto es más fácil atentar y da la sensación de que el enemigo está en cualquier parte.

Los controles de seguridad sobre las mujeres son menos estrictos que con los hombres, pues solo una mujer puede cachearlas si no se quiere ofender a su religión . Esta circunstancia, junto con sus ropajes amplios, les facilita la posibilidad de atacar.

Las fuentes consultadas por ABC concluyen que las mujeres que se incorporan a la yihad, especialmente como suicidas, creen que su entrega les hace estar más vivas y cerca de Alá . «Su experiencia de muerte sagrada representa una triple factura entre la vida y la muerte, el presente y el futuro y el mundo terrenal y el paraíso».

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