Los supervivientes de Kitchen en la Policía: el chófer y el captador
Ríos recorre España en trenes, en la Móvil; Gordo es el comisario de Villa de Vallecas
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Iniciar sesión«¿Quién capta a ese pavo? Pues lo capta humildemente un servidor (...) Primero va el Gordo a captarlo y el otro se asusta y se acojona». Villarejo se jacta en una conversación con el comisario José Luis Olivera de haber fichado al peón clave de la operación Kitchen: ... Sergio Ríos, primero conductor de Luis Bárcenas y luego de su mujer Rosalía Iglesias cuando el extesorero entró en prisión. Ríos, alias «cocinero» o «K2», como aparece en las escuchas, es el encargado de conseguir los documentos y grabaciones que implicaban a altos cargos del PP. Cobró 2.000 euros al mes y logró su sueño: ingresar en la Policía, tal y como le prometió Villarejo. Un aprobado a los 41 años que aún no se sabe quién lo consiguió.
Desde el 27 de junio de 2017 está en la Brigada Móvil, un destino codiciado de la Comisaría General de Seguridad Ciudadana en el que los policías se encargan de la vigilancia y control de transportes de largo recorrido: trenes y ferris, entre otros . Tiene abierto un expediente disciplinario que podría acabar con su expulsión del Cuerpo pero sigue vistiendo el uniforme azul porque hasta que no recaiga sentencia firme el procedimiento administrativo se paraliza. El «cocinero», por ahora, sobrevive a Kitchen pese a su imputación.
Igual que el intermediario que propició su captación como chivato al servicio del Ministerio del Interior: Andrés Gómez Gordo, «Cospedín» o «Andy» en las conversaciones macarras que fraguaron la operación parapolicial desarrollada entre 2013 y 2015, en la que está imputado el entonces secretario de Estado de Seguridad, Francisco Martínez, y pendientes de decisión judicial el exministro Jorge Fernández Díaz, Dolores de Cospedal y su marido Ignacio López del Hierro.
Fracaso del «fontanero»
Fue este último quien llamó a la puerta del entonces inspector jefe Gómez Gordo cuando, según las investigaciones, el «fontanero» de la Comisaría General de Información, Enrique García Castaño, alias «Gordo», «Big» o «Talla» fracasó en su primer acercamiento al chófer de Bárcenas. Le habló de la patria y de su pasado militar, en su línea habitual, para ganárselo pero Sergio Ríos no accedió.
«Y me voy a Cospedín y le digo chiquitín...bueno le digo a Cospe. Dile que va a ir a verlo un tío...y me derrota». De nuevo Villarejo explica al comisario Olivera cómo llega hasta el cónductor. El marido de Cospedal recurrió a Andrés Gómez Gordo, quien dejó dos veces la Policía para trabajar primero con Francisco Granados en la Comunidad de Madrid y luego como director de Seguridad de la propia Cospedal en Castilla La Mancha. En la época de Granados trabó relación con Ríos que era entonces conductor de Granados. De esa época en la que se gestó lo que luego sería la operación Púnica, el propio constructor David Marjaliza presume en su entorno que le regaló un piso al chófer. Este matiza, según fuentes próximas a él, que no fue exactamente un regalo sino que el promotor se lo cobró a precio de coste por la relación que tenían ambos con el exalcalde de Valdemoro y peso pesado en la Comunidad de Madrid.
García Castaño atribuye a Gómez Gordo la autoría del apócrifo informe PISA sobre la financión de Podemos , que fue rechazado judicialmente pero publicado como si fuera real. Cuando ya estaba señalado por los primeros coletazos de Kitchen aprobó a comisario. Tiene abierto un expediente pero la ley de Régimen Disciplinario no permite que se le suspenda mientras esté viva la causa judicial y no recaiga sentencia firme. Fuentes policiales señalan que la discrecionalidad no puede afectar al ascenso, sí al destino. El primero que tuvo como comisario fue la Brigada de Seguridad Ciudadana de Alicante. Desde finales de año está de nuevo destinado en Madrid, al frente de la comisaría de Villa de Vallecas.
Las opiniones en el Cuerpo no son unánimes: algunos lo interpretan como resultado de esa discrecionalidad. «Es una de las peores de Madrid y de las más desmotivadoras». Otros creen que el «castigo» podía haber sido mayor. Es uno de los 18 comisarios de distrito de la capital, pese a que está imputado, tiene retirado el pasaporte y no puede abandonar España.
Villarejo presume en las grabaciones de que Ríos le aguantó «una hora de seducción». Aceptó el encargo de robar documentos y mejoró su vida: 50.000 euros de los fondos reservados por vender información de Bárcenas a los comisarios (como ha reconocido en sede judicial) comilonas en restaurantes y una expectativa: ingresar en la Policía. Aprobó en 2015, con 41 años, el penúltimo de los 255 agentes que lo hicieron en esa promoción.
La sospecha es que lo enchufaron, como le prometió Villarejo. «Esto lo estoy haciendo yo a muy alto nivel y va a ser», le asegura en referencia a sus aspiraciones. Dado que aún no se ha demostrado, el «cocinero» sigue de uniforme en la misma Brigada Móvil. También tiene abierto un expediente y medidas cautelares. Ambos sobreviven, por ahora,de uniforme.
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