Pedro Arriola, el 'chamán de La Moncloa' que aconsejó a Aznar y Rajoy dar solo las batallas que iban a ganar
Fue asesor externo de los dos expresidentes del Gobierno del PP, pionero de los gurús electorales y siempre lejos de los focos y el protagonismo mediático
Muere Pedro Arriola, el gurú político del PP y marido de Celia Villalobos
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Iniciar sesiónEl nombre de Pedro Arriola quedará siempre unido a las estrategias políticas y electorales de dos expresidentes del Gobierno, José María Aznar y Mariano Rajoy . Se le ha llamado gurú, mago y chamán, pero Arriola era nada más y ... nada menos que un asesor político y analista electoral, un hombre moderado y silencioso, que nunca quiso estar ligado al PP con un cargo orgánico ni aceptó ningún puesto en el Gobierno o en La Moncloa, y que evitó los focos mediáticos, porque lo suyo siempre fue 'la fontanería' y 'la cocina', en el sentido más noble de las palabras.
Arriola (1948, Sevilla) estaba casado con Celia Villalobos y ha fallecido hoy a los 74 años después de una larga enfermedad . El expresidente Aznar ha lamentado la noticia en las redes sociales: «Siento mucho el fallecimiento de Pedro Arriola, gran profesional, colaborador y amigo durante muchos años». También Rajoy ha expresado su pésame así: "Ha muerto Pedro Arriola. Hombre competente y culto. Me ayudó mucho en mi vida política. Una excelente persona y sobre todo un gran amigo mío. Descanse en Paz".
Arriola estudió Ciencias Económicas y Ciencias Políticas y empezó a trabajar con Aznar en 1989 como asesor personal, en los años de oposición y durante su etapa en La Moncloa a partir de 1996, cuando ganó las elecciones generales al PSOE de Felipe González. Más tarde seguiría colaborando con Rajoy, en la oposición y en los años de Gobierno desde 2011, siempre como asesor externo, lo que seguramente fue la clave para que pudiera sobrevivir a los vaivenes internos del PP, y a las victorias y derrotas electorales sucesivas.
Pedro Arriola fue un asesor moderado, nada estridente y poco amigo de la crispación, que siempre daba dos consejos: el primero, que nunca deben darse las batallas que se van a perder. O dicho al revés: solo pelear cuando se sabe que se va a ganar. Por eso, quienes le conocen mantienen que a Casado, si le hubiera preguntado, le habría aconsejado no abrir ninguna guerra interna con Ayuso , porque era algo perdido de antemano. El segundo consejo que siempre dio a Aznar y Rajoy, en la oposición, era que un líder que aspira a ser presidente del Gobierno siempre debe comportarse y actuar como si ya fuera presidente del Gobierno, tanto en sus declaraciones, como en su tono, actitud e incluso en su forma de vestir.
Arriola hablaba siempre bajito, con su profundo acento andaluz, y cuando abría la boca para decir algo de forma inmediata conseguía que se hiciera el silencio a su alrededor para escuchar lo que tenía que decir. «Todos presentíamos que tenía algo importante que decirnos», comentan los que le conocieron muy de cerca. Sus consejos se apuntaban como fórmulas de un auténtico 'chamán'.
En una ocasión, alguien le aconsejó explicar en la Universidad su actividad y su asesoramiento a presidentes del Gobierno, pero él replicó que lo haría cuando se jubilara: «Un mago nunca revela sus trucos en activo» , comentó.
Tanto a Aznar como a Rajoy, cuando estaban en la oposición, les aconsejó tener un perfil bajo para llegar a La Moncloa, ante el deterioro evidente del Gobierno socialista de turno, primero el de González y luego el de Zapatero. Cuando el Ejecutivo se está derrumbando, lo importante, advertía, era no cometer errores propios y esperar a que cayera la fruta madura.
Sus consejos siempre fueron de corte moderado, pero también los hubo osados. Por ejemplo, cuando Rajoy se presentó en La Zarzuela en enero de 2016 y declinó ante el Rey su candidatura a la Presidencia del Gobierno por falta de votos en la investidura. Detrás de esa decisión estaba una estrategia con el sello de Arriola, en la que Rajoy se sintió plenamente a gusto.
Arriola tenía una visión de Estado, comentan desde el antiguo equipo monclovita de Rajoy. Él era firme defensor del bipartidismo, desconfiaba de esa nueva política multipartidista, y fue partidario de un gobierno de concentración de PP y PSOE, con la posible entrada de Ciudadanos.
Pero también tuvo errores. El mayor, y que no solo pudo atribuirse a él, fue en la gestión de la moción de censura de 2018, que desalojó a Rajoy del poder. Ahí fallaron todos en La Moncloa, desde Rajoy, hasta su jefe de gabinete pasando por la vicepresidenta y todos sus asesores. Fallaron en la gestión de los tiempos: «Pensaron que si se aceleraban los plazos no tendrían tiempo de ponerse de acuerdo y la moción fracasaría, pero pasó justo lo contrario. No tuvieron tiempo de ponerse en desacuerdo, y fue el final».
En los últimos años de Rajoy, Arriola siguió asesorando en asuntos muy concretos. Cuando se habló de la aplicación del 155 en Cataluña, ahí aparecía su nombre. Ante un posible adelanto electoral, lo que decía Arriola tenía un peso especial. Fue pionero en el análisis político de las encuestas, en desentrañar los microdatos y a partir de ahí fijar estrategias. Participó en muchos consejos de dirección del PP, pero no como miembro En cuanto salía un asunto espinoso en el que se debía marcar una estrategia clara, Rajoy reclamaba la presencia de Arriola en la sala de reuniones.
A Arriola se le relacionaba siempre con su pizarra . Era un asesor de esquemas, muy visual. Lo apuntaba todo y acudía a los reuniones con una pizarra en la que marcaba las líneas y los datos relevantes.
Siempre actuó como analista, ajeno a los cargos orgánicos del PP y del Gobierno. Pero fue un hombre leal y cuando José María Aznar le pidió participar en una mesa junto a Javier Zarzalejos y Ricardo Martín Fluxá para reunirse con una delegación de la banda terrorista ETA, allí estuvo para ver de primer mano si existía voluntad de acabar con sus crímenes. Fue en 1999, después de una de las treguas trampas de los terroristas.
En unos tiempos en los que se habla de los gurús como estrellas mediáticas, o como analistas que ponen el marketing y los resultados por encima de todo, la figura de Arriola resalta como la de un analista con visión de Estado, más allá de los focos y los titulares.
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