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Una okupa de Gracia fue detenida en 2015 en una operación antiterrorista

En el desalojo se encerró en una caja fuerte con otro individuo, con el que se pegó a ella con cemento. Los radicales tenían un vídeo con la estrategia a seguir

Incendios de varios contenedores provocados por los okupas en el barrio de Gracia EFE
Laura L. Caro

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La última persona en ser desalojada del llamado «Banc Expropiat» de Barcelona, Paula M.P., alias «Heidi» , de 38 años y nacida en Madrid, había sido detenida en marzo de 2015 dentro de la llamada «Operación Piñata» ordenada por la Audiencia Nacional contra elementos anarquistas por su pertenencia a «organización criminal con fines terroristas», según fuentes policiales a las que ha tenido acceso ABC.

Junto a esta mujer fueron arrestados entonces los cabecillas de la marca GAC (Grupos Anarquistas Coordinados) , presuntamente vinculados a la colocación de sendos artefactos en la Basílica del Pilar de Zaragoza y la Catedral de la Almudena de Madrid, así como al destrozo de sucursales bancarias y 117 cajeros. En la operación se hallaron manuales para elaborar explosivos y manuales de táctica de guerrilla , todo ello al servicio de la «desestabilización, colapso y destrucción» del sistema que consagra el ideario de los GAC, donde se proclama que «todas» sus «formas de actuar deben estar dirigidas a extender la revuelta».

«Heidi» es, por tanto, una cara conocida para las Fuezas de Seguridad en Cataluña. Los Mossos la encontraron a las nueve de la mañana del pasado 23 de mayo —fecha del desalojo del inmueble de Travessera de Gracia— «fijada» con cemento en el interio r de un «caja fuerte de grandes dimensiones» que la entidad bancaria había dejado olvidada en el sótano. Dentro del mismo habitáculo, a su lado esperaba otro okupa, —Carlos F. G., de 33 años—, que fue sacado de allí «con facilidad». Pero para extraerla a ella, los agentes tuvieron que recurrir a cerrajeros, que acudieron con «potente material de perforación»; a bomberos que tuvieron que ayudar posteriormente a evacuar el humo que produjo el taladrado de los muros y, por último, a los médicos del Servicio de Emergencias de Cataluña para que auxiliaran a la joven después de que llevara «tantas horas en el mismo lugar y posición».

Y es que «Heidi» y su compañero eran el retén «de guardia» del Banc Expropiat, las dos únicas personas que permanecían en el local cuando irrumpió la Policía Autonómica de Cataluña para practicar un desalojo que se veía venir hacía tiempo . Precisamente por ello, y según pudieron comprobar los agentes, los okupas tenían «perfectamente estudiada la estrategia para evitar el desahucio», incluido un vídeo «donde se explicaban los pasos a seguir en el interior» del edificio una vez que irrumpieran los Mossos d´Escuadra. A saber, lo primero, «asegurar» una puerta blindada que conectaba una escalera interior con el sótano, que luego los agentes tardaron «mucho tiempo» en poder derrumbar mediante «perforación de las paredes». Después, el plan preveía que los okupas se «encerraran» en la caja acorazada, que previamente se había adaptado para tal fin con la instalación de un sistema de ventilación .

Esquema clásico

La investigación policial llevada a cabo en los primeros días de disturbios en torno a este desalojo constata un esquema clásico, en el que el movimiento okupa «es apoyado por otros colectivos antisistema y por grupos de individuos anarquistas, anticapitalistas, antirrepresivos, anarco-sindicatos» que aprovechan la situación para sembrar la violencia en la vía pública .

Se trata de grupos «perfectamente organizados» que «se entrenan en la lucha callejera» mediante charlas y asesoramiento letrado, que les orienta sobre cómo actuar y responder ante la Policía .

Este caso particular del barrio de Gracia revela además la participación añadida de los llamados «blokes violentos» de cada colectivo, una especie de brazos armados compuestos cada uno por entre 20 y 40 personas, que actúan como una verdadera «kale borroka catalana».

A imagen de como operan en territorio urbano grupos de corte terrorista muy experimentados como Hamás en Gaza, estos «blokes» preparan con antelación el terreno «escondiendo el material que utilizarán para cometer los actos violentos en distintas calles», aprovechando —revela un informe policial— obras, portales abiertos, contenedores de basura, etcétera... lo que en el ámbito de Barcelona les permite pasar «limpios» los posibles registros a los manifestantes y luego recoger esos «artilugios escondidos» para dividir o atacar a los agentes o causar daños.

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