Los medios de comunicación, en el punto de mira de ETA

ETA ha tenido desde sus orígenes una opinión de los medios de comunicación como enemigos. Una de las tres primeras acciones terroristas cometidas por ETA, en diciembre de 1959, estuvo dirigida contra un periódico: el diario cántabro Alerta. La banda colocó una bomba en las instalaciones de este periódico en Santander, al tiempo que colocaba otros artefactos en el Gobierno Civil de Vitoria y la Comisaría de Policía de Indautxu, en Bilbao . Estos tres atentados fueron cometidos casi simultáneamente, aunque luego ETA no quiso asumir la autoría de los mismos por temor a la represión.

En febrero de 1966, miembros de ETA realizaron una campaña de pintadas en siete localidades de Vizcaya, Guipúzcoa y Navarra como lemas tales como "Prensa dirigida=manipulación" y "Prensa española=opio". En el mes de octubre del año anterior, se habían realizando otras pintadas contra la prensa en el alto de Gaintxurisketa, cerca de Irún.

A raíz de la celebración de la V Asamblea, iniciada en diciembre de 1966, uno de los objetivos que se fijó ETA fue lograr la "destrucción de los elementos de genocidio cultural: TVE, periódicos españoles". La puesta en práctica de este objetivo se tradujo en la realización de siete atentados con explosivos, a lo largo de 1967 y 1968, contra oficinas del periódico El Correo y contra repetidores de Televisión Española.

En 1972, ETA atentó contra El Diario Vasco, La Voz de España y un repetidor de TVE en el monte Ulía. El año anterior, miembros de ETA habían intentado asesinar por primera vez a un periodista, un redactor del diario ABC, pero el atentado se frustró.

En aquella ocasión los etarras no consiguieron consumar el plan de matar a un periodista, pero en julio de 1978 asesinaron al redactor jefe de La Gaceta del Norte, José María Portell. Dos años más tarde, el 20 de agosto de 1980 miembros del "comando Nafarroa" dejaron gravemente herido al director de El Diario de Navarra, José Javier Uranga, a quien dispararon más de veinte tiros.

Los atentados contra informadores y empresas periodistas se multiplicaron a raíz de la ruptura de la tregua en 1999. El 7 de mayo de 2000, en Andoain fue asesinado el columnista de El Mundo José Luis López de Lacalle. Un año más tarde, el 24 de mayo de 2001, fue asesinado en San Sebastián el director financiero de El Diario Vasco, Santiago Oleaga.

El periodista Gorka Landaburu sufrió mutilaciones en una mano por la explosión de una bomba, el 15 de mayo de 2001. Otros informadores, en cambio, salieron ilesos de atentados con explosivos cometidos en esos años. Es el caso de Aurora Intxausti y Juan Francisco Palomo, que salvaron la vida al no estallar el artefacto colocado por los terroristas en el rellano de su vivienda, de Carlos Herrera, al que la banda envió un paquete bomba oculto en una caja de puros, de Luis del Olmo, al que ETA intentó matar en siete ocasiones.

En enero de 2002, ETA envió tres paquetes bomba a los directores de Radio Nacional de España en Euskadi, Santiago Silván, y de Antena 3 en el País Vasco, Marisa Guerrero, así como al vicepresidente del Grupo Correo, Enrique Ibarra.

Además de los atentados llevados a cabo por ETA, los medios de comunicación y los periodistas han sufrido más de un centenar de ataques con artefactos caseros, cócteles molotov u otras formas de violencia perpetrados por los grupos de violencia callejera.