Otegui sonríe, el PSOE asume
Sánchez no iba a defraudar a la hinchada sincerándose de veras con Arrimadas
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Iniciar sesiónPedro Sánchez no defrauda. Solo disimula. Lo ha hecho durante meses utilizando a Ciudadanos como cobaya para sus experimentos de alarma perenne mientras enviaba a Pablo Iglesias como correveidile para muñir pactos con aquellos con los que Sánchez siempre quiso pactar… ... y siempre pactó. Aquellos que le regalaron la moción de censura, los que le invistieron, y los que le garantizarán tres años de «estabilidad» en La Moncloa sin ninguna oposición que le incomode. Ahora sí, sus problemas de insomnio, como su pésima relación vital con la hemeroteca, habrán terminado. Sánchez ya tiene a tiro sus «Presupuestos de país», el feliz eslogan de moda para las próximas semanas, porque aquel otro del «escudo social», tan celebrado, tan épico, ha caducado por «fake».
Con estos Presupuestos, la «nueva normalidad» será contemplar a Arnaldo Otegui condicionar las inversiones del Estado , a Pablo Iglesias atacar a jueces y periodistas, a Gabriel Rufián rentabilizar indultos, al PNV ensayar su pseudo-independentismo a la vizcaína, y a Sánchez adulterar la Constitución con decretos y leyes que el Tribunal Constitucional podrá despachar cuando los miembros de este Gobierno alcancen la edad reglamentaria de jubilación. Y no por la eternizada pachorra deliberativa del magistrado tipo, sino porque el nuevo andamiaje legal de España está siendo diseñando precisamente para impedir que Sánchez e Iglesias salgan de La Moncloa en lustros . Y esto tampoco es un «fake», salvo mejor criterio de la comisión fiscalizadora de verdades absolutas y basuras periodísticas. En algo Sánchez tenía que coincidir con Donald Trump, aunque fuera de refilón.
Sánchez no iba a defraudar a la hinchada sincerándose de veras con Arrimadas. Aquello era un espejismo al que se aferró Ciudadanos en pleno estado de ansiedad fiándose de quien tenía amarrada la legislatura con los socios que realmente le manejan. Atrás quedó el fingimiento de Pedro Sánchez para hacer creer a los españoles que habría un acuerdo de «reconstrucción nacional» frente a la pandemia. Atrás quedaron aquellos «pactos de La Moncloa» inventados en esas tardes primaverales de aplausos en el balcón para maquillar la pérdida de libertad. Y atrás, aquellas reformas legales comprometidas por el Gobierno para no verse forzado a decretar otro estado de alarma y proporcionar una «cogobernanza» eficaz contra el virus. Pero… ni acuerdos, ni pactos, ni reformas, ni cogobernanza. Seis tazas de alarma. Una por mes. Los Presupuestos serán legales y legítimos. Plenamente democráticos, sí. Pero eso no prejuzga su utilidad. Solo retrata al PSOE más silente y sumiso en décadas mientras vincula su destino, y el de todos, a la sonrisa de Otegui.
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