James Costos, diplomacia a corazón abierto

Su primer acto diplomático fue toda una declaración de intenciones de cuánto y a qué nivel las relaciones de defensa son importantes para ambos países . «La cooperación de defensa nunca ha sido más estrecha», reitera una y otra vez un embajador en cuyos actos de la Embajada (bien sean cenas del Día de Acción de Gracias o el 4 de Julio) siempre tiene a bien invitar a militares de las bases de Rota y Morón de la Frontera.

Pero más allá de la cuestión de cooperación en defensa, la actividad diplomática del embajador Costos (Lowell, Massachusetts, 1963, aunque californiano angelino de corazón) se puede definir de hiperactiva .

Para empezar, bajo su misión en Madrid, ha sido testigo del relevo en la Corona en junio de 2014; en enero de ese mismo año le tocó preparar junto a la Casa Blanca la visita del presidente Mariano Rajoy a Washington, donde se entrevistó con Barack Obama; acompañó a los Reyes de España en su visita a EE.UU. en septiembre de 2015 (ejerció de anfitrión de Don Felipe y Doña Letizia en su casa de Los Ángeles); y ahora prepara la que será la primera visita de un presidente de EE.UU. en quince años a España . ¿Algo más se podría pedir al más alto nivel?

También ha habido avances en el asunto de la «bomba de Palomares», de la que se cumplieron 50 años el pasado mes de enero, alcanzando un principio de acuerdo ambos gobiernos para limpiar la playa afectada por el accidente aéreo que acabó con cuatro bombas nucleares en el suelo y mar próximo a Almería.

Su actividad diplomática, cómo no, también ha tenido como eje central las relaciones comerciales entre ambos países , dando especial prioridad al papel que los jóvenes emprendedores pueden desarrollar en nuestro país. Durante los dos últimos años personalmente apostó por la iniciativa InCube que, bajo el patrocinio de grandes empresas tecnológicas, reúne a jóvenes talentosos en el ámbito del emprendimiento.

Otra de sus obsesiones en el frente diplomático fue la necesidad de proteger los derechos de creación e incentivar en nuestro país (haciendo «lobby» diplomático) una legislación más estricta contra las descargas ilegales y la piratería ilegal. Todo ello, en España, un país a la cabeza de esa actividad delictiva.

Pero Costos no sólo es diplomacia tradicional al uso. «Sé tú mismo», explican sus allegados en la Embajada que él mismo dice cuando le preguntan sobre la misión que le dio Obama.

Y así ha sido, con una forma de hacer diplomacia que puede romper cánones y tópicas (alguna crítica despertó alguna de sus portadas), Costos se ha mostrado como es. Para empezar su condición homosexual le ha llevado a reafirmar en su acción diplomática en Madrid -junto a su pareja, el decorador y diseñador de interiores Michael Smith- la necesidad de fortalecer los derechos del colectivo LGTB. Palmaria fue la foto en la Embajada izando la bandera arco iris cuando el Tribunal Supremo estadounidense legalizó el matrimonio gay en junio de 2015.

Pero no caigamos en tópicos, por la Embajada de la madrileña calle de Serrano han pasado empresarios, científicos, astronautas, deportista, actores, alcaldesas, cocineros, periodistas, políticos de todo tipo (sí, hasta Pablo Iglesias)... en cenas privadas y algo más públicas.

Notoria es ya en Madrid la fiesta del 4 de Julio que se celebra desde que él está al frente de la Embajada en el imponente Centro Cultural Conde Duque. Este año, e ntre los invitados, la infanta Elena o David Bisbal, que actuó para el deleite de los asistentes. «Eso también es diplomacia», explica otro de sus allegados que, además advierte que Costos mima a veces los interés españoles que los estadounidenses, «en una sincera reacción del amor que siente por España».

Tras una ceremonia solemne, donde nunca faltan los himnos de España y Estados Unidos o la ceremonia de bienvenida a las Banderas, siempre hay en la fiesta del 4 de Julio un momento más distendido para Costos, al que quizá le falte como asignatura pendiente atreverse con el idioma español en público .

Ese momento es el del DJ, cuando baja a conversar y bailar con sus invitados -traje sin corbata para esa ocasión y zapatillas-. Ahí tampoco pierde la oportunidad para hacer diplomacia. «La semana que viene nos vemos en Rota. ¡Qué importantes es!».

Durante sus cuatro años al mando de la Embajada de Estados Unidos en España, Costos dedicó grandes esfuerzos a poner a España en el mapa de grandes personalidades estadounidenses . Anna Wintour, editora de la revista «Vogue»; Martha Stewart, famosa presentadora de televisión; Stuart Weitzman, zapatero de las estrellas de Hollywood; Arianna Huffington, periodista y fundadora de la web «The Huffington Post»; y Vanessa Williams, primera «Miss America» multirracial, son solo algunas de las celebridades que visitaron nuestro país gracias a la mediación del Embajador. Harrison Ford, Gwyneth Paltrow, Calista Flockhart y otros actores y actrices también hicieron escala en Madrid invitados por Costos y su pareja.

Amantes del arte, el Embajador y su pareja también abrieron las puertas de su residencia a jóvenes creadores y artistas . El año pasado, por primera vez, presentaron oficialmente la fabulosa colección que adorna las dependencias privadas de la embajada, en el Paseo de la Castellana, 48. Son 80 obras de artistas estadounidenses, latinoamericanos y españoles entre los que se encuentran nombres como Philip Guston, Josef y Anni Albers, Pat Steir, Catherine Opie, Philip Taaffe, Willem de Kooning, Robert Motherwell, Antoni Tàpies, Iñigo Manglano-Ovalle, Javier Romero, Esteban Vicente, Antonio Saura o Cristina Iglesias. El año pasado el Embajador también logró que la pintura 'Portrait of George Washington's Cook', obra de Gilbert Stuart que inmortaliza al cocinero del primer presidente de EE.UU., viajara del Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid a Mount Vernon (Washington), donde se encuentran enterrados George Washington y su esposa.

Costos fue también el primer hombre abiertamente homosexual que se instaló en la Embajada de Estados Unidos en España. Cada año, durante la Semana del Orgullo Gay de Madrid, el Embajador ha abierto las puertas de su residencia para recibir a personalidades y respresentantes del colectivo LGTB.