Illa se estrena de candidato con un mensaje para los exvotantes de Ciudadanos
Hizo la mitad de su discurso en castellano: «Hay que normalizar la realidad catalana»
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Iniciar sesiónEs la primera vez en 10 años que un partido no independentista se presenta con una idea propositiva de Cataluña para ganar las elecciones e implementarla. Durante la segunda quincena de noviembre, el hasta ahora candidato y primer secretario del PSC llamó al ... ministro de Sanidad, Salvador Illa , para pedirle que le sustituyera como candidato a la Generalitat. El ministro le explicó la conversación al presidente del Gobierno, que aplazó cualquier decisión «hasta finales de diciembre. Veremos entonces cómo están las cosas». Tras consultarlo con su jefe de gabinete, Iván Redondo , Sánchez se convenció de que puede ganar Cataluña y solo así ha aceptado desprenderse de su ministro más mediático y uno de los mejor valorados.
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En su primer acto como candidato, Illa habló ayer m itad en catalán y mitad en español, como hasta entonces sólo habían hecho los líderes del Partido Popular y de Ciudadanos. Fue la primera vez que un candidato de su partido se expresaba oficialmente en las dos lenguas. «No ha sido casualidad. Pienso que hay que normalizar en los discursos la realidad de Cataluña», explica el candidato, consciente de que su principal frontera electoral , y la que más le interesa volver permeable, es con Ciudadanos. Hay 36 escaños en el Parlament que se han quedado sin proyecto . «Esta es la idea». Y añade: «Una mitad de Cataluña no puede imponerse a la otra mitad. No podemos perder más oportunidades, como perdimos la Agencia Europea de Medicamentos». Illa defiende que el PSC es un p artido catalanista «pero en España y en Europa. ¿Cómo crees que hemos logrado la vacuna del Covid? Porque detrás está Europa, con sus 400 millones de ciudadanos de países ricos. Somos catalanes, somos España y somos Europa».
Inteligencia política
Iceta ha mantenido el partido a flote en los tiempos más difíciles que ha vivido desde su fundación y su última muestra de inteligencia política ha sido propiciar el cambio de candidato. Tras años de equilibrios imposibles , el primer secretario de los socialistas catalanes es odiado por el independentismo y algunos constitucionalistas –los menos sagaces– le ven como un conspicuo secesionista . De un lado, no era capaz de atraer el voto de los «indepes» desencantados y del otro veía cómo muchos de los votantes naturales del PSC se marchaban a Ciudadanos por juzgarle demasiado comprensivo con el nacionalismo. En cambio Illa consigue a la vez no despertar anticuerpos en los independentistas y no ser considerado como uno cercano a ellos. En caso de necesidad, la derecha le puede tolerar , aunque solo sea en forma de abstención. Más en general, sus índices de aprobación son altos, el rechazo que genera –a diferencia de Iceta– es razonablemente bajo y no sólo entiende los pormenores política catalana sino que forma plenamente parte de ella. Él le arrebató la presidencia de la D iputación de Barcelona a Esquerra, pactando con los convergentes que la presidiera la alcaldesa de L'Hospitalet, Núria Marín.
En la guerra de alianzas, Illa no se fía de Esquerra . «No me veo gobernando con ERC. Además, los dos grandes partidos de Cataluña somos ahora mismo PSC y ellos. Más que como socios, los veo como la alternativa». Pero añade: «El PSOE gobierna con una fórmula que también podría funcionar en Cataluña. Si gano las elecciones, mis socios preferentes serán los Comunes, y luego negociaré la investidura con los apoyos y abstenciones que hagan falta». De hecho, no sólo Sánchez cree firmemente que Illa podría ganar las elecciones. Con pocos días de diferencia, Junqueras ha dicho: «Habrá que elegir entre Esquerra y el PSC»; y la portavoz de Junts per Catalunya, Elsa Artadi , más o menos lo mismo, aunque naturalmente barriendo para casa: «Estas elecciones serán Laura Borràs o Salvador Illa». Esto habría sido impensable con Iceta de candidato. De ministro de un ministerio con las competencias transferidas, como era Sanidad antes de la pandemia , Illa pasó a ser el ministro más mediático de la democracia y ahora el enemigo a batir en Cataluña. Ni para los católicos como él, que creen en el plan que Dios tiene para cada uno, era imaginable que la vida le volteara de tal manera.
Las víctimas colaterale s de su candidatura van a ser los líderes independentistas condenados por sedición. G abriel Rufián tenía pactados con Iván Redondo los indultos entre la Navidad y Reyes pero cualquier decisión va a retrasarse hasta después de las elecciones. Illa ha dicho al respecto que «no se pueden mezclar las elecciones con los indultos», y lo cierto es que a su candidatura no le interesa ni tan sólo mencionar esta posibilidad. Iceta lo hizo en 2017, su crecimiento electoral se frenó en seco e Inés Arrimadas ganó las elecciones. Sánchez quiere y necesita el apoyo de ERC para agotar la legislatura pero puede esperarse a marzo para sacar a Junqueras de la cárcel.
Indultos
Con un c andidato ganador como Illa, y sin estos indultos, ERC tendrá una campaña poco halagüeña. Entre el escaso carisma de su candidato, Pere Aragonès, que ni siendo presidente en funciones de la Generalitat ha sido capaz de e xhibir liderazgo y dotes de mando, y el fanatismo de Laura Borràs, no podrá ni siquiera presumir de que su voto a los Presupuestos Generales del Estado hayan tenido alguna contrapartida . Haciéndolo adrede o porque las cosas al final salen como Dios quiere, el PSOE se ha especializado en faltar clamorosamente a las promesas que históricamente le ha hecho al nacionalismo catalán a cambio de sus favores: si Zapatero le prometió a Artur Mas que el el PSC le ayudaría para ser presidente de la Generalitat, como candidato de la lista más votada, y Montilla firmó al cabo de pocos meses el segundo tripartito; Sánchez, con los Presupuestos aprobados, ha dejado a Esquerra sin los indultos como argumento electoral y sin que Oriol Junqueras pueda participar en la campaña, que es exactamente lo que la había prometido como contrapartida de su apoyo en el Congreso.
Esquerra aún lidera, aunque a la baja, las encuestas. El PSC se disputa la segunda plaza con el partido de Puigdemont. La general aceptación de Illa, su d iscurso pragmático, posibilista, pro business –en la mejor tradición del PSC que gobernó Barcelona durante décadas– puede atraer el voto de los que fueron independentistas cuando la espuma subió y parecía el proyecto ganador; y a la vez puede hacerse con buena parte de los 36 diputados que logró I nés Arrimadas para frenar al independentismo y que hoy ven a Ciudadanos como una demolición.
Idea positiva
En plena decadencia de un independentismo decepcionado de sí mismo, con líderes mediocres e inanes y que afronta las elecciones de febrero con el temor de una gran abstención , Illa ha presentado una idea positiva de Cataluña frente a la idea de la Cataluña que quiere independizarse. Si Arrimadas ganó con la promesa de frenar al independentismo, Illa quiere hacerlo «devolviendo la ilusión transversal de superar el conflicto para construir una Cataluña en la que todo el mundo tenga su cabida, en la que la creación económica permita una salida compensada de la crisis que va a provocar la pandemia, y en la que no perdamos más oportunidades en un mundo que a partir de ahora va a moverse mucho más rápido y de un modo mucho más exigente. En Cataluña cabemos todos, tenemos que convivir entre todos, pensemos lo que pensemos, con el único límite del cumplimiento de la Ley».
En la práctica esto significa que la única línea roja que los socialistas van a imponer para sus alianzas, las que incluso podrían llevar al todavía ministro a la presidencia de la Generalitat, será la renuncia a la unilateralidad . Sólo Laura Borràs, candidata de Puigdemont, está aún en tal extremo. Y siempre y cuando no sea presidenta.
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