UN ESPAÑOL EN EL AFGANISTÁN DE LOS TALIBANES
Ignacio Casares (Cruz Roja): «Apelamos a la comunidad internacional a seguir ayudando a la población civil»
Este excoronel del Ejército lidera la misión de la organización humanitaria en Kandahar
Ignacio Casares, jefe de la subdelegación de Cruz Roja en Kandahar
En Afganistán todavía hay españoles y no piensan abandonar el país tras el triunfo del talibán. Tres de ellos trabajan para el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) en Kandahar, ciudad tomada la tarde del 12 de agosto sin apenas combate, aunque sí lo ... hubo las semanas previas en los alrededores: «Al día siguiente, como cualquier otro, fuimos a visitar nuestro hospital de Mirwais. Ahora la situación es de calma», relata Ignacio Casares en conversación telefónica con ABC desde la segunda ciudad del país, bastión de los pastunes en Afganistán.
Este excoronel del Ejército de Tierra español es actualmente el jefe de la subdelegación de esta organización humanitaria, caracterizada por su labor asistencial a las víctimas de los conflictos y por su neutralidad política.
Experimentado en Afganistán , país en el que sirvió en 2002 como oficial de enlace militar de la Embajada española en Kabul -«en aquel tiempo fue cuando se estableció»-, Casares trabaja desde hace ocho años, ya como civil, para Cruz Roja. Un periplo que le ha llevado a otros escenarios de la tragedia humanitaria como Yemen, Irak, Colombia, Israel o Palestina. «Siempre me quise dedicar a esta labor, ya hubiera sido mi formación la que fue como militar, abogado o ingeniero», destaca.
Desde julio en Afganistán
En Afganistán aterrizó el pasado mes de julio, justo cuando los talibanes lanzaban su ofensiva final que colapsaría un mes después las instituciones del país, con el ejército y el Gobierno disolviéndose como un azucarillo.
A la espera de que se formalice un gobierno talibán, Casares ya ha iniciado sus propios contactos con sus dirigentes en Kandahar «ya que nuestra asistencia y labor humanitaria no puede parar. La población civil afgana tiene que llevar una vida lo más digna posible. La relación que tenemos con el talibán es muy franca, muy receptiva y nos escuchan . Las primeras reuniones con el gobernador provincial de aquí han sido positivas. Esta mañana [jueves] tuve una reunión con el director provincial de salud. Nuestra relación con los talibán ya ha empezado. Llevamos hablando con él durante todo el conflicto», explica.
Una palabra centra la conversación cuando se refiere a la situación: «Incertidumbre [...] porque estamos en un proceso de transición en el que el talibán aún no han formado gobierno. Incertidumbre porque no hay una autoridad que pueda hacerse cargo, y nosotros intentamos ayudar e ir un poco más allá para paliar las necesidades que tiene ahora la población».
Proyecto de agua potable en la zona de Kandahar
En este país centroasiático, 1.800 personas (afganos y extranjeros) trabajan para la Cruz Roja. En el área que dirige Ignacio Casares (Kandahar, Lashkar Gah y Farah) son 320, de los cuales 28 son trabajadores internacionales.
Su labor abarca la protección de la población civil, la asistencia a los detenidos para que las autoridades respeten las obligaciones para con ellos y se respeten sus derechos, la restauración de vínculos familiares, la asistencia a las víctimas desde un punto de vista de seguridad económica, salud, obras de ingeniería o desminado, uno de los grandes problemas en Afganistán en términos de heridos.
El buque insignia de la subdelegación de la Cruz Roja en Kandahar es el hospital de Mirwais, que dirige otra española. El tercer español trabaja como ingeniero en la ciudad de Lashkar Gah.
«Eespecto a las mujeres como parte de la sociedad, nos preocupa ese acceso a servicios como salud, educación y el respeto de los derechos humanos»
Casares tiene un llamamiento para la comunidad internacional, Gobierno español incluido: «Apelamos a la comunidad internacional para que siga prestando ayuda a la población civil afgana. No puede ser que los afganos paguen las consecuencias de todos estos conflictos y de esta transición de poder. Apelamos a la comunidad internacional, a nuestros donantes internacionales. Estamos, por ejemplo, preocupados por la congelación de fondos».
En Afganistán, la Cruz Roja no se oculta o va a escondidas : «Nunca la ocultamos y siempre llevamos la bandera con la cruz roja. Ellos [los talibán] son receptivos a nuestras preocupaciones y luego, por otra parte, nosotros escuchamos».
Uno de los asuntos que más preocupa a Occidente es la situación en la que quedará la mujer tras la victoria talibán. Sobre este punto, Casares explica que desde la Cruz Roja «abogamos por el acceso igualitario de todas las personas a todos los servicios básicos. Y, en ese sentido, respecto a las mujeres como parte de la sociedad, nos preocupa ese acceso a servicios como salud, educación y el respeto de los derechos humanos».
Uno de los desplazamientos del convoy de la Cruz Roja
-¿Qué pasó estos últimos veinte años de misión militar occidental para volver al punto de partida?-preguntamos.
-Sobre política no me puedo pronunciar. Nosotros nos preocupamos de la consecuencias humanitarias. Seguimos la situación política, obviamente, porque de su observación podemos extraer consecuencias para nuestro trabajo. Pero no nos podemos pronunciar sobre las razones que yacen detrás del porqué.
Con esta respuesta Casares esquiva la mayor. Y hace uso de la escrupulosa neutralidad política que debe mostrar como trabajador de Cruz Roja. Así es esta organización humanitaria fundada en Ginebra (Suiza) en 1863.
Visita de las cárceles
Una de sus misiones consiste en visitar las cárceles de Kandahar para comprobar que se respetan los derechos de los detenidos. «Los talibán vaciaron todas. Ahora no sabemos si las han vuelto a llenar».
Casares se encuentra a la espera de recibir los permisos pertinentes para reanudar estas visitas: «Me han asegurado que me permitirán hacerlo y tener así una idea cabal de todo», insiste.
«No tuvimos ni tenemos intención de irnos», repite cuando es interpelado sobre una posible evacuación pasada, tanto en los días en que el Ejército del Aire evacuó a afganos desde Kabul o en próximas oportunidades. «Hemos estado aquí trabajando durante 30 años y no nos vamos a ir ahora. Las necesidades humanitarias siguen siendo enormes».
Vehículo de la Cruz Roja saliendo de una institución del gobierno afgano
En Kandahar el hogar de este gallego «criado en Madrid» se encuentra en el complejo del organismo humanitario con oficinas y residencias colindantes. «No falta una paella que me traje o la mesa de ping pong» . Su día a día comienza sobre las 6 de la mañana con algo de deporte (he aquí el rigor militar que persiste) y un horario que se puede extender hasta las 18.45h. Tiene familia en España: tres hijos. Y padres: «La familia se preocupa más por mí, que yo por ellos. Apenas tengo tiempo para responder a todos los mensajes que me han llegado estos días; también de amigos. Aunque al final del día encuentro algún momento...».
Es la historia de personas de otra pasta. La de los héroes del quehacer humanitario. Incluso en el Afganistán del talibán. Con la Cruz Roja.