Iglesias quiere incorporar a Bildu y ERC al reparto del CGPJ

Por su parte, en la Presidencia del Gobierno constatan que el intento de renovación entre los dos grandes partidos discurre «sin avances significativos». El movimiento de Iglesias, aunque inquieta a parte del PSOE, refuerza el todo o nada con el que Sánchez intenta someter al PP. El vicepresidente considera que el tiempo apremia y que la decisión del jefe del Ejecutivo, Pedro Sánchez, de «congelar» la reforma del CGPJ para rebajar la mayoría necesaria para nombrar los vocales del turno judicial (12 de los 20 totales) no puede eternizarse.

El presidente hizo este anuncio durante la moción de censura para intentar sacar rédito del giro del líder de la oposición, Pablo Casado , para marcar distancia con Vox. Un movimiento con el objetivo de alcanzar un pacto con el Partido Popular, que sigue sin llegar. Esa urgencia la compartía el PSOE hace unas semanas y por eso lanzó una reforma que llevaba tiempo preparándose en previsión de un bloqueo.

En un primer término, Iglesias dejó espacio a Sánchez en esta cuestión, consciente de que la Justicia es un elemento troncal del Estado, y porque albergaba más esperanzas de éxito en la negociación presupuestaria, que consideraba prioritaria , y en la que sí veía opciones reales para imponer sus criterios a los del PSOE. También es consciente de que la negociación corresponde al ministro de Justicia, Juan Carlos Campo , que es uno de los ministros con los que Unidas Podemos (UP) mantiene más distancia respecto a la concepción política de cuáles deben ser las alianzas del Gobierno de coalición.

Pero la falta de avances en ese acuerdo vuelve a dar aire al planteamiento de Iglesias. Aunque en su entorno no marcan plazos y esperan acontecimientos. Para UP esta apuesta significa seguir cimentando esa relación con ERC y Bildu , que se traduce ya en una comunicación constante y en el traslado de información de forma preferente, en ese objetivo de incorporarlos «a la dirección del Estado».

Como ha venido explicando ABC en las últimas semanas, el vicepresidente quiere contar con el grupo independentista y los herederos de Batasuna para sacar adelante las iniciativas del Gobierno frente a la derecha y para presionar a Sánchez desde el Congreso con ese amalgama de 53 diputados. Esa configuración «Frankenstein» fue precisamente con la que consiguió expulsar a Ciudadanos (Cs) del mapa de alianzas.

Iglesias vendería como un triunfo «apartar al PP de la elección de los jueces», explican. Además, en su pensamiento está también el equilibrio territorial y su propuesta para las tensiones en Cataluña. Con los grupos independentistas catalanes y vascos de aliados, pero también como rivales en esas regiones, Pablo Iglesias piensa que un movimiento así contribuiría a «bajar el suflé independentista» porque eliminaría el relato de que la periferia no tiene poder en el Estado.

La estrategia es la de contentar a los independentistas, que cada vez más impregna al PSOE. Contribuiría también al planteamiento de fondo de Iglesias de «desconcentrar» el poder de Madrid y que quiere llevar también al ámbito de las élites empresariales.

Pero esa falta de avances a la que aduce La Moncloa no tiene que ver con el reparto del CGPJ entre PSOE y PP que, como informó ABC, hace días estaría encarrilada. Se trata de una cuestión de voluntad política . La presión de Podemos dentro de la coalición para participar de este reparto y el protagonismo de Bildu como socio del Ejecutivo suponen un freno para el entendimiento.

En la parte socialista del Gobierno más reacia a UP temen este plan, lamentan que no haya avances en la negociación e imploran un movimiento al PP para sacar un acuerdo que evite que Iglesias albergue esperanzas de desplegar su estrategia. Campo quiso cerrar esta semana la puerta a un papel activo de Iglesias en esta negociación: «¿En la del Consejo? No. Ya dijo el presidente que era el ministro de Justicia quien tenía la capacidad negociadora y luego el arco parlamentario incluidos los tres quintos», en una referencia a una mayoría que solo puede alcanzarse con apoyo del PP.

Por el momento, Iglesias permanece aislado en la negociación. Pero cada día que pasa sin acuerdo, cuando se acercan los dos años con el actual CGPJ en funciones, sus posiciones se ven reforzadas. Si el pacto no fructifica, Iglesias recurrirá a su interlocución con Sánchez para intentar repetir la estrategia de los PGE.

El bloque con ERC y Bildu también les servirá para apretar con la derogación de la reforma laboral de Mariano Rajoy (2012) , que el PSOE ya firmó en un polémico texto en verano, del que luego tuvo que desdecirse, así como para empujar para rebajar el delito de sedición para favorecer a los líderes del «procés» en prisión. Aunque es un compromiso socialista, Podemos quiere dejar su sello en la reforma del Código Penal.