Algunos de los cabecillas de la organización montaron en unas horas una oficina al completo, equipada con ordenadores, mobiliario, teléfonos y el resto del atrezzo –antes habían alquilado un local en Madrid– para recibir a un directivo que les iba a conceder un crédito. Como ... si fuera el escenario de un rodaje. Se celebró la reunión y en cuanto terminó desmontaron el chiringuito. La empresa que solicitaba ese crédito, como la mayoría de las 700 mercantiles que llegaron a crear, ni tenía actividad ni empleados. Su único fin era captar fondos y una vez logrados se desvanecían.
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