Entre el cariño popular y el desaire de políticos locales
Al desaire de los curas rebeldes, a la descortesía de las autoridades provinciales (no acudieron ni el alcalde donostiarra Odón Elorza ni el diputado general de Guipúzcoa, el peneuvista Markel Olano) y al desplante de Setién, Munilla respondió con humildad, porque «es a Cristo a ... quien estamos recibiendo». Sí asistió la presidenta del Parlamento vasco, la popular Arantza Quiroga.
Y al desaire de unos y al desplante de otros, el pueblo respondió con cariño y emoción suma, porque tras la ceremonia, el nuevo prelado donostiarra permaneció cerca de dos horas saludando, uno a uno, a los fieles, que han visto en su llegada «un aire fresco para la Diócesis», como explicaba una monja.
A Munilla, el recibimiento le pareció «sobredimensionado por las circunstancias», ya que «es a Cristo a quien estamos recibiendo» y él simplemente se siente instrumento.
Y si hubiera exceso de fervor en la acogida, con mayor razón sobrarían desaires, desplantes y descortesías. Y en tono de humor recurrió al «borriquillo que Jesús montaba aquel Domingo de Ramos en su entrada en Jerusalén». «¿Os imagináis qué ridículo hubiese hecho aquel asno de creer que las aclamaciones estaban dirigidas a él, en vez de de a quien llevaba en sus lomos?», apostilló Munilla.
Ver comentarios