«No soy un héroe, sólo un pequeño defensor de la casa del pueblo»
Entrevista a José Maria Llop, diputado ciego de CiU que fue zarandeado por los indignados a las puertas del Parlamento catalán
«No soy un héroe, sólo un pequeño defensor de la casa del pueblo»
En contra de su voluntad, Josep Maria Llop i Rigol (La Palma, 1963) se ha convertido en un icono de la resistencia contra los radicales que el pasado miércoles secuestraron el Parlamento catalán . Este diputado invidente, licenciado en Derecho, ex asesor jurídico de la ... ONCE y que ha trabajado en varias empresas en Estados Unidos, fue zarandeado por los violentos, que incluso intentaron arrebatarle a «Anabel», su inseparable perra guía .
—¿Se imaginaba que su experiencia tendría tanta repercusión?
—En un principio no, sinceramente. Yo no quería darle tanta importancia ni convertirme en protagonista. Pero me reboté cuando vi en internet cómo una asociación se mostraba complaciente con los «indignados» y defendía su actuación.
—¿Les contestó?
—Claro, para decirles que aquellas personas que impidieron la entrada a los diputados a la Cámara catalana no merecían ningún respeto, que su comportamiento era más propio de un régimen absolutista. Que no vengan postulando que quieren una sociedad más demócrata si limitan los derechos de los demás. Entonces vi que el asunto comenzaba a hacerse gordo.
—Me imagino que su familia estaría preocupada...
—Pues no quise decirles nada. Pero mi mujer me llamó, también mi madre. Les aseguré que no pasaba nada, que ya estaba dentro del hemiciclo. Pero, claro, lo vieron en la televisión. Cuando llegué a casa, mi hija de cinco años me dijo: «Papá, había unos piratas que no te dejaban entrar. Yo no quiero que esos piratas vengan a casa».
—Usted plantó cara a los agresores.
—Yo intenté mantener la calma, pero en el momento en que quisieron separarme de «Anabel» (su perra guía) y del diputado Jordi Turull, del que iba cogido del brazo, comencé a dar codazos. «Anabel» está acostumbrada a las aglomeraciones, pero al ser violentada en extremo, comenzó a ponerse nerviosa e incumplió su propio código, consistente en cumplir siempre mis órdenes.
—¿Se siente un héroe?
—Entiendo que lo que me pasó fue una manifestación muy visible de lo ocurrido el miércoles. Pero no me siento un héroe. No quiero notoriedad, pero sí defender públicamente los derechos de cualquier persona, sea blanca, negra o ciega. Sólo soy un pequeño instrumento al servicio de la casa del pueblo, que es el Parlamento catalán.
—¿Cómo se siente hoy?
—He venido en autobús contento y tranquilo porque hemos recuperado la normalidad. Para mí el miércoles fue el día en que, entre todos, defendimos un derecho tan fundamental como la libertad y demostramos que nadie puede apropiarse de un espacio público.
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