«Cubrir el 11-M fue asistir al fin del mundo en directo»
Se cumplen seis años de los brutales atentados del 11-M en Madrid, que obligaron a los periodistas de ABC a informar con los nervios a flor de piel. Así lo recuerdan
El 11 de marzo de 2004 las redacciones de los medios de comunicación de toda España se enfrentaron a un desafío informativo de primera magnitud. Una serie de explosiones en diferentes puntos de la red del ferrocarril de Cercanías de Madrid ... anunciaba una masacre entre la población civil. Pronto se supo que se trataba del mayor atentado terrorista de la historia de España y una sociedad consternada demandaba información.
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Aquel día, ABC lanzó una edición especial, que llegaría a los quioscos a primera hora de la tarde. Pablo Muñoz , en su calidad de jefe de la sección de Nacional del periódico, recuerda el enorme esfuerzo humano que supuso coordinar la cobertura informativa de un acontecimiento cuyo sangriento balance fue engordando a lo largo de toda la jornada.
«Llegué al periódico llorando»
Así, afectada, se encontró María José Álvarez , una de las redactoras de la sección de local del periódico que aquel día se movilizó para cubrir la noticia. «Yo estaba librando, pero los atentados tuvieron lugar muy cerca de mi casa y llamé a mi jefe para ponerme en marcha». Álvarez acudió a la estación de El Pozo , uno de los focos de la matanza. Cubrió con rigor aquel punto informativo, pero en cuanto tuvo un momento de calma se vino abajo. «Me recuerdo en la Gran Vía llorando. También lloré cuando llegué al periódico». Al pie del cañón estuvo también el veterano fotógrafo Jaime García . También a él le costó no desmoronarse Fue el único reportero que entró en el polideportivo Daoiz y Velarde, donde se improvisó un hospital de campaña en el que se amontonaban las decenas de heridos y mutilados de la calle Téllez. Cuando se encontró de sopetón con aquella dantesca escena se le puso el cuerpo del revés. «Llegué, entré allí y tuve que salir a la cale a respirar. Luego ya cogí la cámara, volví a entrar y me puse a tirar y a tirar». Clic, clic, clic, una tras otra, García recopiló decenas de instantáneas de aquella atrocidad. Anestesiado como estaba por la concentración en su trabajo, no fue hasta que volcó todas las fotos en su ordenador cuando comprendió que había sido testigo de una de las mayores ignominias de la Historia. Y, él también, lloró.
Érika Montañés
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