Copia y pega, o borra y blanquea
El Gobierno recurre al tipex, que es la forma más clásica y analógica de blanquear textos, procedente de un estadio anterior al de la transformación digital
Con el cuidado que nuestra izquierda de progreso le pone a cualquier análisis de la palabra escrita, y con las vueltas que el brazo legislativo de nuestro Gobierno de coalición es capaz de darle a las cuatro líneas que firma un magistrado como Manuel ... Marchena , sorprende que al Ejecutivo se le escapara el detalle, menor, de presupuestar en su borrador de las cuentas públicas una partida para «neutralizar en el exterior la actividad de ETA» y «contrarrestar la narrativa de desinformación de la organización terrorista y su entorno», que incluye a sus «grupos políticos afines».
Fin de la cita, que ya esta borrada. Esto solo le puede pasar al mismo Ejecutivo que el día de la Fiesta Nacional y con aviones militares pintó en el cielo de Madrid , y en la cara del Rey, que miraba hacia arriba, por encima de la visera, una bandera republicana que no hubo aire o viento que se llevara . Hacerle un feo al Rey quizá tenga un pase, incluso un motivo, para el Gobierno de Sánchez, pero hacérselo a Arnaldo Otegi , el del grupo político afín, el del entorno de ETA al que se refería el texto ya eliminado, no tiene perdón de Dios y clama al mismo cielo por el que vuela desdibujada y amoratada la patrulla Águila.
Fue un error, dicen cuando les preguntas, como lo del humo republicano. Nada de extrañar en un Ministerio de Hacienda a cuya titular le da lo mismo ocho que ochenta, como el destino y la procedencia de mil millones de euros, que no son nada, chiqui . En el Ministerio de Igualdad parten de cero, de otra dimensión, muy superior a la que imponen las leyes físicas, y se lo inventan todo; no solo el lenguaje, sino el destino del dinero que reparten entre los talleres y laboratorios que colaboran en su proyecto transformador.
No tienen de donde copiar porque lo suyo no está escrito. En Exteriores, en cambio, todo es rutina, como lo de llamar a las cosas por su verdadero nombre, sin ambigüedades y sin la contaminación de la neolengua que ensaya Irene Montero . Tiran de rutina, y de ortodoxia. El texto de ETA, de sus grupos afines, de su entorno y de su narrativa de desinformación se traspapeló de otro año, de otro tiempo, y acabó donde no debía. Eso dicen tras una semana en la que se han hartado de desdecirse.
Ahora que toca blanquear a ETA, incorporar a Bildu a la dirección del Estado, consagrar a Arnaldo Otegi como hombre de paz , negociar los presupuestos y soltar a unos cuantos presos, el Gobierno recurre al tipex, que es la forma más clásica y analógica de blanquear textos, procedente de un estadio anterior al de la transformación digital que se trae entre manos.
El Ejecutivo que pinta banderas republicanas a la altura del paseo de la Castellana recurre de nuevo a los tintes cromáticos, blanco nuclear, para borrar lo que queda de ETA en la memoria del Estado que sufrió su zarpazo asesino y su chantaje. Eso no es nada, chiqui. Se equivocaron de bote de colorante. Así todo. Va a resultar que a estas alturas el único capaz de llamar aún a las cosas por su nombre es Otegi, al menos delante de su cuadrilla y en recuerdo y auxilio de sus presos, gente afín y del entorno.