Un antiguo militante de ETA, a ABC: «La independencia ya no se la cree nadie»
Terroristas puestos en libertad, alguno de ellos en su día con ‘galones’, hoy son basureros o trabajan en las carreteras. «Los reciben como héroes, al día siguiente les pagan un vino y luego los rehúyen», dicen fuentes policiales
¿Quién fue la primera víctima de ETA?
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Iniciar sesiónNo se puede publicar el nombre, ni la edad, ni siquiera el lugar de la cita, el día, la hora ni las circunstancias del encuentro. Este es el acta de una conversación que no existe de puertas afuera, de la que solo se puede dar ... cuenta del contenido de la misma, y no de todo. Hay en juego cosas muy serias, incluso la seguridad de alguna persona, entendida esta en su sentido más profundo. Accede a la charla por una mera cuestión de confianza, aunque él no gana nada con ella. El interlocutor, llamémosle así, conoce muy bien la llamada Izquierda Aberzale, con su complejidad y matices , dada su condición de antiguo militante de ETA. Sabe quién es quién dentro de ella, la toma el pulso a diario. Ese es el valor de su testimonio. Veamos.
Jugar a 'gudaris'
«A día de hoy nadie en este mundo se cree la independencia. Absolutamente nadie. Hay chavales que fantasean, desde luego, que juegan a ‘gudaris’, pero no tienen preparación, ni capacidad, ni respaldo social para intentar nada». La persona que habla tiene la suficiente experiencia para expresarse con esa rotundidad, porque lleva toda su vida –y aún continúa a día de hoy– en ese mundo. En su relato no habla de héroes, sino de perdedores ; tampoco de victorias, sino de derrotas; ni siquiera de ilusión, sino de desesperanza. Aquellos que en ese mundo creían que con las armas iban a ‘liberar’ al pueblo vasco se saben unos perdedores. Lo asumen con dificultad, aunque lo hablan entre ellos y cuando se sinceran es el diagnóstico que hacen. Nada es como soñaron. Llevan el fracaso marcado en la piel.
«Quisisteis subiros a la bicicleta, pues ahora pedalead», les dicen los mismos que en otras épocas los apoyaban, justificaban y defendían. En otras palabras: «Decidisteis ingresar en ETA, ahora asumid las consecuencias»... Viven, pues, el abandono, la indiferencia entre los suyos más allá de recibir, de cuando en cuando, una palmadita en la espalda de consuelo . «En los pueblos aún les acogen algo mejor; los que viven en ellos son, en ese sentido, unos privilegiados, porque en las ciudades caen en el olvido de inmediato», matiza la fuente.
Algunos, los afortunados, encuentran trabajo en ayuntamientos en puestos poco cualificados. Hay ejemplos de ‘gente con galones’, con largo historial de sangre y en su día con peso específico en la banda que hoy recogen la basura, o que se dedican a mantenimiento de las carreteras. También los hay que tras salir de la cárcel deciden huir del País Vasco porque no quieren saber nada de su tierra, ni de sus antiguos compañeros ni de aquellos que los jaleaban para que siguieran matando. Paradigmático es el caso de una terrorista con muchos asesinatos a sus espaldas que hoy vive de forma anónima en Castilla-La Mancha. Solo vuelve en contadas ocasiones a casa de algún conocido por circunstancias muy concretas. No se le pasa por la imaginación regresar.
En la Izquierda Abertzale se ha abierto una grieta; el sector duro acusa a Otegui y compañía de entregar a ETA «para pisar moqueta»
La situación ha llegado a un punto que entre los veteranos, según relata el informante, se ha puesto en marcha una especie de ‘aparato de acogida’ de los etarras que salen de prisión, «no en el sentido de ocultarlos y darles cobijo, como cuando ETA aún existía, sino en el de acompañarlos para hacer los trámites administrativos y de todo tipo necesarios para que puedan seguir con su vida». Referirse a un ‘aparato de acogida ’, pues, no es más que una forma de hablar, porque su trabajo se acerca más al de una asociación dedicada a la reinserción de gente que los años de prisión les ha situado fuera de la realidad, en medio de un mundo que no conocen, sin preparación la mayoría de las veces para incorporarse al mercado laboral. Las familias son su única red de protección; pero no todos la tienen, ni todas quieren asumir esa labor.
«Al final, los ‘ongi etorri’, de los que tanto se habla, son solo una fiesta de bienvenida de los familiares y amigos a alguien que ha estado preso», explica desde su perspectiva esta fuente, que por lo demás entiende que provoquen la indignación de las víctimas . «Ahora están muy controlados, desde que se les golpeó cuidan mucho sus gritos, porque saben que se exponen a una acusación de enaltecimiento del terrorismo », corroboran fuentes de la lucha contra el terrorismo, que monitorizan este colectivo. «El primer día les tratan como héroes; al segundo y al tercero, les pueden invitar a unos vinos, pero a partir de ahí les rehúyen», explican de forma gráfica. Otras fuentes añaden: «Policialmente, son actos que proporcionan mucha información; se ve quiénes van, la capacidad de movilización, quién se significa... Por supuesto, desde el punto de vista político, y de lo que supone de ofensa a las víctimas, el análisis es el diametralmente opuesto».
Al margen
La pérdida de influencia de este colectivo dentro de la Izquierda Abertzale es total. Ni siquiera los jóvenes de sangre más caliente les hacen el menor caso, más allá de aguantarles algunas batallitas o de oírles decir aquello de «muy bien chicos, seguid así», como si fueran meros espectadores de un partido de fútbol en el que ya no participan ni como jugadores, ni como entrenadores, ni siquiera como árbitros. «Antes –explica la fuente– se dirigían a la juventud. Se les decía ‘somos la dirección y tú haces esto o aquello’. Nadie rechistaba. Ahora no son nadie, aunque se les intenta convencer de algunas cosas». Es más; «muchos etarras han formado un gueto, en el que solo hablan entre ellos, porque para el resto no cuentan ».
La juventud, tradicionalmente, siempre ha estado en el punto de mira de la banda, que sabía que en ella estaba su cantera. Por eso ponía especial empeño en controlarla, en adoctrinarla; en definitiva, en manipularla a su conveniencia. «Muy pocos lo saben, pero ETA, a través de Jarrai, creó una organización más, ‘Kimuak’, dirigida a la chavalería de entre 12 y 16 años. Entre otras actividades organizaba campamentos juveniles, que aprovechaban para adoctrinarlos primero, pero también para analizarlos. Luego se les seleccionaba, y a unos se les designaba a pegar tiros, a otros para engrosar los Taldes Y, dedicados a la kale borroka, porque no servían para otra cosa»...
Pasos por dar
El interlocutor sostiene que tras una década aún quedan «muchos pasos por dar. De un lado y otro», añade dentro de su óptica independentista, que nunca oculta, aunque siempre ha detestado el terrorismo. «Desde nuestro lado hay que reconocer que no se han saldado todas las cuentas, aún hay gente que sabe dónde hay depósitos de armas y de dinero que no se han entregado».
«No hemos saldado todas las cuentas; hay gente que sabe dónde hay depósitos con armas y dinero y no los han entregado»
En la Izquierda Abertzale, por lo demás, se han abierto algunas grietas. A Otegui y compañía se les acusa de haber entregado a ETA a cambio de ‘pisar moqueta’ ; «de venderse, en definitiva», explica esta persona. Fuentes policiales lo ratifican: «Hay pequeñas divisiones, algunos se sienten traicionados. Pero tampoco hay que engañarse: no tienen la entidad suficiente como para convertirse en un problema para EH-Bildu, y por lo demás es el único partido que tienen en ese sector para votar».
Hay otras buenas noticias: «No hay posibilidad real, a día de hoy, de que surja un movimiento violento. No tendría el apoyo de la sociedad. Y hay otra cuestión importante: en este momento, la izquierda abertzale violenta tiene una mínima capacidad de convocatoria... La prueba es que ahora no hay detenidos porque los ataques que perpetran son de tan baja intensidad que la Audiencia Nacional ni si siquiera los considera terrorismo».
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