Engordar el empleo público, ¿un asunto para presumir?

Mires al registro que mires, lo cierto es que el incremento del empleo en las administraciones públicas ha sido muy elevado en esta legislatura. Según las cifras difundidas por el Gobierno esta misma semana, entre 2018 y julio de 2023 el número de empleos en el sector público ha crecido en 169.734, frente a los 124.454 empleos que se perdieron en la era Rajoy. En total, en estos momentos habría 2.731.117 empleados públicos, según los datos del Boletín Estadístico del personal al servicio de las Administraciones Públicas. Las cifras de la Encuesta de Población Activa (EPA) son incluso superiores. En estos cinco años, el empleo público habría crecido en más de 400.000 personas, frente a un descenso de casi 117.000 entre finales de 2011 y junio de 218, años en que gobernó el PP.

El presidente del Gobierno y su Ejecutivo muestran estas cifras como un gran logro, sin embargo, personalmente tengo mis dudas de que engordar el sector público sea lo que España necesita. De hecho, lo que más llama la atención es que este fuerte incremento de empleo público coincide con un periodo en el que las quejas por la mala atención al ciudadano se han generalizado en muchas de las administraciones, especialmente en la Seguridad Social, donde conseguir una cita se ha convertido en una tarea titánica.

En esta última oferta de empleo público se han incluido algo más de 4.000 plazas de gestión en la Seguridad Social. Bienvenidas sean, pero ¿de verdad que había que esperar a acabar la legislatura para solucionar un problema que se lleva viendo desde hace varios años?

En defensa del Gobierno podemos decir que ha atravesado situaciones extraordinarias que han obligado a las administraciones a gestionar, por ejemplo, miles de ERTE, con el consiguiente colapso de los servicios públicos de empleo; o a tener que hacer frente a una pandemia... Es lógico que se contrataran más médicos, más profesores... Pero una vez superado todo esto, lo que necesita España es hacer una buena auditoría para saber exactamente dónde es necesario más personal, dónde sobra, dónde está duplicado entre las distintas administraciones.

No es posible que en un entorno y con una administración cada vez más digitalizada, sean necesarios los mismos o más empleados públicos que cuando había que hacer todas estas tareas a mano.

Los avances en la digitalización de la administración son, sin duda, una buena noticia, pero tienen que ser compatibles con una adecuada atención al ciudadano que no sabe o no tiene la opción tecnológica. Y mucho me temo que lo que hemos vivido estos años, pese a esos tan positivos avances tecnológicos y esa cada vez más abultada administración, es una deteriorada atención al ciudadano.

Es positivo, por tanto, que se cubran puestos para mejorar la atención al ciudadano, pero no un engorde de la administración que no esté justificado. Y desde luego aprobar una oferta tan grande de empleo público en vísperas de unas elecciones, no parece que tenga mucho sentido. Y en todo caso, lo que hay que exigir a toda la administración es que tenga una productividad al menos igual que en el sector privado, o quizás mayor, porque a diferencia de este, estos puestos son de por vida.