La politización contamina las elecciones en la Cámara de Comercio de Barcelona
Una candidatura independentista y otra apolítica, aunque con el aliento de ERC, se disputan la institución
El independentismo se hace con el control de la Cámara de Comercio de Barcelona
A la izquierda, sala de contratación del edificio histórico de la Lonja. Arriba, Josep Santacreu. Debajo, Toni Fitó
Con un presupuesto de 24,4 millones y participación directa en organizaciones e instituciones –casi un centenar– como Fira, el Puerto, el Consorcio de la Zona Franca y la Fundación Bancaria La Caixa, la Cámara de Comercio de Barcelona es una institución clave en el ... entramado empresarial barcelonés, un ente centenario (1886) que, después de cuatro años controlado por el independentismo, decide estos días si prolonga su declive al que le ha abocado la politización del último mandato o emprende un rumbo distinto.
Las opciones son claras, al menos aparentemente: o bien gana la candidatura continuista ('Eines de país', instrumentos de país), o bien una alternativa ('Va d'empresa') que, aunque se proclama apolítica, cuenta, según fuentes conocedoras del proceso, con el aliento de ERC, que traslada así a la Cámara de Comercio su descarnada disputa con Junts por ganar influencia en espacios sociales y empresariales.
A diferencia de lo que sucedió en 2019, cuando la candidatura amparada por la Assemblea Nacional Catalana (ANC) pasó por encima del resto de opciones –ganó 32 de los 40 representantes en juego–, esta vez se enfrenta a un lista alternativa con posibilidades, en este caso liderada por el exconsejero delegado de DKV Josep Santacreu, que se presenta bajo el lema Va de empresa. Una proclama que quiere resaltar precisamente que de lo que se trata ahora es de hablar de empresa, de economía, en contraste con la candidatura rival, que ya en su presentación lanzó al aire un muy explícito y de resonancias 'indepes' 'ho tornarem a fer' (lo volveremos a hacer). Sobre el papel, así está el reparto de roles, si bien fuentes conocedoras sostienen que las elecciones son en realidad una continuidad de la cruenta disputa que mantienen Junts y ERC. Mientras que la candidatura continuista ya ha recibido el aval de Carles Puigdemont y su presidenta actual, Mònica Roca, tomó la palabra en la manifestación de la Diada del 11 de septiembre, su rival, Josep Santacreu, insiste en que su lista quiere mantenerse al margen de la política.
Solo aparentemente, en tanto que fuentes empresariales señalan a ABC que desde la Generalitat, en particular a través del secretario general de Empresa y Trabajo, Oriol Sagrera, se viene realizando una intensa labor para tratar de sumar votos para la candidatura de Santacreu. ERC siempre ha tenido un déficit en sus relaciones con la empresa catalana, «y ahora desde la Generalitat trata de ganar espacios de influencia«. La Cambra, en esta contienda, es un trofeo importante hasta ahora en manos de Junts, o dicho de manera más precisa, de una facción determinada de Junts, ya que otras fuentes, en este caso citadas por 'La Vanguardia', sostienen que dirigentes de esta formación encuadrados en su corriente más pragmática –Jaume Giró, Victòria Alsina o Xavier Trias– ven con buenos ojos la candidatura alternativa.
Otra diferencia con respecto a los comicios de 2019 es el perfil bajo que está teniendo el proceso actual –las votaciones comenzaron el viernes y concluyen el miércoles–, y la aparente inhibición de las grande empresas y de las patronales Fomento y Pimec, que han querido mantenerse al margen ante el temor a verse enfangados en una batalla política. No obstante, desde la candidatura independentista se acusa a la patronal de las pymes de trabajar en la sombra por la lista de Santacreu, algo que desde Pimec se niega: «No participamos en ningún proceso electoral».
Desde Fomento, la voluntad de quedarse al margen es también clara, más cuando a la patronal de la gran empresa ya le interesa que la Cámara de Comercio siga en la irrelevancia a la que le ha conducido el activismo político de sus dirigentes, cuyo balance en estos últimos cuatro años es más bien pobre y lleno de polémicas: eliminación de la corona del escudo de la entidad, apoyo al Consell de la República de Puigdemont o expulsión de las grandes empresas... El trance por el que atraviesa la Cambra no es pues fácil: como una hiedra, el independentismo amenaza con seguir cubriendo las paredes de la centenaria institución.