ajuste de cuentas

Los poderes de Montero

La avalan su control del gasto público, que es número dos del PSOE y su notable sintonía con Sánchez

Pedro Sánchez otorga a María Jesús Montero el máximo poder para controlar Gobierno y partido

La vicepresidenta primera del Gobierno y ministra de Hacienda, María Jesús Montero EFE

La figura más poderosa del Gobierno después de Pedro Sánchez es María Jesús Montero, la vicepresidenta primera y ministra de Hacienda. En segundo término está Félix Bolaños, el ministro de la Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes, hombre clave para impulsar las mutaciones constitucionales ... que necesita Sánchez para seguir sentado en La Moncloa. La diferencia es que Montero, además, es vicesecretaria general del PSOE, es decir, número dos del partido lo que le otorga un perfil único. Como Bolaños, Montero tiene una notable sintonía con Sánchez a la hora defender una cosa o la contraria.

Olof Palme citaba el aforismo de que todos los gobiernos son de coalición entre el ministro de Hacienda y los demás ministros. Esto no ha sido así en los gobiernos de Sánchez porque ha imperado la expansión del gasto público. Cuando llegaron al poder, España empezaba a superar la doble recesión del periodo 2010-2013, la pandemia fue utilizada como excusa para disparar el gasto y conseguir la gran transferencia de recursos que suponen los fondos europeos y durante tres años no ha habido reglas fiscales que cumplir. Además, la inflación, que es una lacra para el ciudadano, es una bendición para el Gobierno porque el ritmo de crecimiento de la recaudación es mayor que el de sus costes financieros.

Por eso, los datos de los últimos meses de 2023 son una anomalía y parecen indicar que este periodo de remar a favor de la corriente se habría terminado y estaríamos volviendo a un cierto rigor en el gasto público. Mi impresión es que lo ocurrido después del 23-J tiene más que ver con la incertidumbre sobre el destino del Gobierno que hubo en el sanchismo que con las reglas o el respeto al erario.

Por lo tanto está por verse en los próximos meses si la actitud de Hacienda es astringente o manirrota. De momento, Sánchez ha anunciado, por conducto oficial, que el presupuesto será «expansivo».

Por lo demás, Montero, como su predecesor Montoro, no tiene ningún tipo de cortapisa mental respecto de subir y subir impuestos, aunque estos maten el crecimiento. Para Montoro, el objetivo era superar la crisis de credibilidad de España en los mercados y en las instituciones, para Montero, se trata de cumplir el dichoso objetivo de Sánchez de que la recaudación esté alineada con la eurozona por la vía de desplumar el ganso. El problema es que los desplumados siempre son los mismos gansos.

Montero, además, tiene mucho que decir a la hora de modular las concesiones económicas que el presidente hace a Cataluña. Ha sido fácil convertir la condonación de la deuda y el subsidio al transporte público en café para todos. La inversión adicional para Cataluña se puede enmascarar bajo cualquier subterfugio y sólo los interventores del Estado se darían cuenta de los trucos. Pero va a ser mucho más complicado explicar la manera en que se satisfaga la entrega de la gestión de los impuestos o de la caja única de la Seguridad Social. jmuller@abc.es

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