Pedro Sánchez otorga a María Jesús Montero el máximo poder para controlar Gobierno y partido
Desde la salida del número dos de Felipe González, nadie había compaginado ambos cargos en los últimos 33 años
Sánchez ahonda la remodelación de su equipo iniciada en 2021, fusionando cada vez más Gobierno y partido
Montero, la doctora sevillana que prefirió la política a la medicina
Madrid
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Iniciar sesiónMaría Jesús Montero Cuadrado (Sevilla, 1966), médico de profesión y vinculada en su juventud a los movimientos cristianos de base, es desde ayer una de las mujeres que mayor poder acumula en un gobierno en la historia de la democracia y la figura más ... poderosa en el PSOE desde Alfonso Guerra, tras haber sido ascendida por Pedro Sánchez a vicepresidenta primera del Ejecutivo, en sustitución de Nadia Calviño, y manteniendo la cartera de Hacienda Pública, que ostenta desde 2018.
Como el célebre dirigente sevillano, es simultáneamente número dos del Gobierno y también del PSOE, dado que en 2022 ascendió al cargo orgánico de vicesecretaria general de la formación, tras la salida de Adriana Lastra. Pero además, tiene la caja del Gobierno, algo que nunca ostentó Guerra, el sempiterno número dos de Felipe González en Ferraz y también en La Moncloa.
El propio Sánchez, al anunciar la minicrisis de gobierno forzada por la marcha a la presidencia del Banco Europeo de Inversiones (BEI) de Nadia Calviño -a la que sustituye Carlos Cuerpo, mientras que el ministro José Luis Escrivá asume también la competencia de Función Pública, hasta ahora en Hacienda- con la que termina 2023, aseguró que «no es necesario hacer mención al bagaje de María Jesús Montero en todas las responsabilidades que ha desempeñado». «No quiero dejar de subrayar que nuestros logros económicos, así como el refuerzo del Estado del bienestar compatible con las políticas de consolidación fiscal que viene realizando este Gobierno no habrían sido posibles sin el intenso y, diría también, brillante trabajo que María Jesús Montero viene realizando en el Ministerio de Hacienda desde que entró a formar parte del Gobierno en junio de 2018», añadió.
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Montero, en el tradicional traspaso de carteras celebrado este viernes en la sede del Ministerio de Economía junto a Calviño y Cuerpo, después de la jura de los cargos en Zarzuela ante el Rey, agradeció a Sánchez su confianza y se refirió como «referentes» a sus tres antecesoras socialistas: Calviño, Carmen Calvo y María Teresa Fernández de la Vega, esta última primera vicepresidenta de José Luis Rodríguez Zapatero. «No podría encontrar un ramillete de vicepresidentas con más talento, más compromiso, más aguante, mayor capacidad de vislumbrar el futuro y mayor también técnica y competencia para cohesionar los equipos», enfatizó.
Además, y haciendo gala de su ascendente en todo el Gobierno que ahora coordinará, y de su carácter desenfadado, rompió el protocolo para hacer subir al escenario, mientras pronunciaba su discurso, a la vicepresidenta tercera y titular de Transición Ecológica, Teresa Ribera, otra de las que se mantiene con Sánchez desde 2018. Con ella al lado, y Calviño y Cuerpo algo más lejos, presumió de la «empatía y sororidad» de las mujeres del equipo económico del Ejecutivo, algo que, subrayó, «echa por tierra lo que se dice siempre de que las mujeres se pelean». «Eso es radicalmente falso, los hombres se pelean entre ellos», aseguró, arrancando la risa de los presentes. Aunque más bien pareció referirse a las de la cuota socialista, pues sabida es la enorme distancia que ha habido entre Calviño y la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, representante del socio menor de la coalición de izquierdas.
El ascenso de Montero a la vicepresidencia primera, un año después de su ascenso orgánico a la vicesecretaría general del PSOE, ahonda el paso iniciado por Sánchez en julio de 2021, cuando acometió la mayor crisis de su gabinete. Hasta entonces, había en el entorno de poder del presidente perfiles claramente vinculados a Ferraz, como la citada Lastra, y otros muy fuertes en el Gobierno, no necesariamente con una cartera, sin vinculación orgánica alguna ni tradición o militancia siquiera en el PSOE.
Era el caso, por ejemplo, del entonces todopoderoso jefe de Gabinete de la Presidencia, Iván Redondo, defenestrado de manera fulminante en favor de un perfil claramente de partido como Óscar López, que dos años y medio después sigue en el cargo, y tiene como mano derecha a un perfil similar, el del exportavoz del Grupo Socialista, Antonio Hernando. Poco tiempo después una de las entonces flamantes ministras, la titular de Educación, Pilar Alegría, adoptó el rol de portavoz de la Ejecutiva Federal del PSOE al mismo tiempo que el de miembro del Consejo de Ministros, uniendo aún más así la calle Ferraz con el Palacio de La Moncloa. Y ahora, en el nuevo Gobierno surgido de la investidura de Sánchez en noviembre, Alegría es la portavoz del Ejecutivo, mientras que no se ha considerado necesario encontrarle un sustituto para llevar la voz de la cúpula socialista, cada vez más en sordina mediática o eclipsada por el propio Gobierno.
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De hecho, la tradicional convocatoria de los lunes en Ferraz para una rueda de prensa después de la reunión ordinaria de la Ejecutiva (práctica habitual en todas las formaciones políticas) se ha venido diluyendo últimamente, aunque enmascarada por las anómalas circunstancias de un arranque del curso político el pasado septiembre con un Gobierno aún en funciones, después de las últimas elecciones generales del 23 de julio pasado.
El esquema de una cúpula próxima a Sánchez y en la que no hay espacio propio para el Gobierno o el partido o distinción clara entre ambos, se confirma con la otra gran figura del Ejecutivo, además de la de Montero, que es la del superministro de Presidencia y Justicia, Félix Bolaños. Éste último tendrá que ceder a Montero la tarea de coordinación entre los distintos ministerios de la que se venía encargando, ante el perfil más marcadamente económico de Calviño, alguien no tan centrada en esas labores de fontanería interna del Gabinete.
Un Gobierno «muy político»
El propio Pedro Sánchez, al presentar en noviembre su nuevo Gobierno -cuando ya sabía que de confirmarse la eventualidad de la salida de Calviño rumbo a la presidencia del BEI tendría que retocarlo de nuevo- habló de un Gabinete de «alto perfil político». Aunque a la luz de la acumulación de cargos de María Jesús Montero en la administración y en la dirección de los socialistas también cabría hablar de un Ejecutivo de clara raíz partidista, algo que la oposición ya ha comenzado a afear como un defecto del nuevo equipo que rodea al presidente.
En ese sentido, lo cierto es que sobresalen pocos perfiles socialistas netamente orgánicos en la primera línea de la política. Baste decir que estas mismas navidades, a la hora de encontrar voces autorizadas de Ferraz, algunas cadenas de televisión han tenido que recurrir a alguien hasta ahora de baja proyección pública, obligado también por su papel de vicepresidente primero del Congreso, como Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, que en la Ejecutiva Federal ocupa la secretaría de Política Municipal.
Si de rostros nítidamente socialistas con cierta proyección pública y sin vinculación al Gobierno se trata, apenas cabe encontrar dos. Uno, el del ratificado portavoz del Grupo Socialista en el Congreso, Patxi López, expresidente del Gobierno vasco, aunque su papel se limita a la defensa acérrima (y vehemente, como volvió a quedar de manifiesto en el debate de investidura de noviembre) de la figura y el proyecto de Sánchez, sin mayor peso en las negociaciones políticas.
El tercer Gobierno Sánchez es el más íntimamente ligado a Ferraz
Y otro, que ha ganado enteros públicos los últimos meses, la del Secretario de Organización, Santos Cerdán. Al dirigente navarro le ha tocado en suerte la delicada negociación para la investidura, la amnistía en ciernes y todos los pasos posteriores (referéndum, cesión de tributos a Cataluña...) con el prófugo Carles Puigdemont, con el que se fotografió por primera vez antes de la investidura en Bruselas y con el que se vio a escondidas el pasado 2 de diciembre en Ginebra (Suiza), en el primer encuentro de un emisario del líder del PSOE con los representantes de Junts bajo la mediación de un verificador internacional, en este caso el diplomático salvadoreño, Francisco Galindo.
El tercer Gobierno Sánchez, después del primero en 2018 y del segundo en 2020 con Podemos, es también el más íntimamente ligado a Ferraz, y el ascenso de Montero lo confirma.
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