Ajuste de cuentas
Todo el poder para Claudia
Sheinbaum tiene el reto de resolver el cuello de botella de las infraestructuras de transportes, agua y energía de su país que están lastrando su crecimiento
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La inesperada magnitud de la victoria de Claudia Sheinbaum en México ha inquietado a los mercados. Las encuestas vaticinaban un triunfo similar al que obtuvo su mentor, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), en 2018 cuando conquistó la Presidencia con un 53,19% de ... los votos. Aunque los resultados aún están por confirmar por la autoridad electoral, Sheinbaum ha obtenido el 59,35% de los votos y, junto con el Partido Verde Ecologista y el Partido del Trabajo que forman coalición con Morena, podría controlar fácilmente dos tercios del Senado y de la cámara baja y dos tercios de las legislaturas estatales, lo que le permitiría aprobar una reforma constitucional sin necesidad de negociar con la oposición.
La presidenta electa ha tenido palabras conciliadoras, prometiendo gobernar para todos. Pero a nadie se le oculta que este amplio triunfo de la izquierda podría desatar sus ambiciones. En febrero pasado, AMLO presentó un paquete de reformas constitucionales que no pudo sacar adelante por falta de apoyo. Muchas de ellas suponían convertir órganos independientes en agencias federales, liquidando los contrapesos que esas instituciones suponen en una democracia.
El peso mexicano se depreció frente al dólar, la prima de riesgo subió y la bolsa se convirtió en una montaña rusa debido a esto. El secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, intentó tranquilizar a los mercados señalando que permanecerá en el cargo «por tiempo indefinido», pero sólo lo consiguió a medias. México necesita reducir su endeudamiento hasta un rango que sea percibido como sostenible en el mediano plazo. Ramírez de la O insistió en que el proyecto de izquierdas se basa en la disciplina financiera, el respeto a la autonomía del Banco de México, el apego al Estado de derecho y la facilitación de la inversión privada nacional y extranjera.
Sheinbaum tiene el reto de resolver el cuello de botella de las infraestructuras de transportes, agua y energía de su país que están lastrando su crecimiento. El país tiene petróleo (lo que no impide que una Pemex en transición se haya convertido en uno de los problemas fiscales debido a su deuda), pero no tiene suficientes energías renovables para satisfacer el tirón de los proyectos que se han visto atraídos por la legislación de su vecino Joe Biden.
jmuller@abc.es