La crisis del ahorro en Japón
Con la actual baja tasa de ahorro de las familias japonesas, el ciclo de déficits y deuda en aumento no tardará en dar un saldo de ahorro nacional negativo
Japón va camino de una crisis del ahorro. El posible desequilibrio futuro entre déficits fiscales mayores y una escasa tasa de ahorro de las familias podría tener intensos efectos negativos tanto en la economía japonesa como en la mundial.
En primer lugar, digamos algo sobre ... los antecedentes. Japón fue famoso durante mucho tiempo por tener la mayor tasa de ahorro de los países industriales. A comienzos del decenio de 1980, las familias japonesas ahorraban un 15%, aproximadamente, de sus ingresos, una vez descontados los impuestos. Aquélla fue la época del aumento pronunciado de los ingresos, en la que las familias japonesas podían incrementar su consumo rápidamente, sin por ello dejar de añadir cantidades importantes a sus ahorros. Aunque la tasa de ahorro fue bajando gradualmente en el decenio de 1980, en 1990 seguía ascendiendo al 10%.
Pero el de 1990 fue un decenio de escaso crecimiento y las familias dedicaron una proporción en aumento de sus ingresos al mantenimiento de su nivel de gasto en consumo. Aunque habían experimentado grandes bajadas de los precios de las acciones y de los valores de las viviendas, tenían tan gran cantidad de ahorros líquidos en cuentas de cajas de ahorros y de bancos, que no sentían la necesidad de aumentar el ahorro para reconstruir activos.
Diversas fuerzas han contribuido al continuo descenso de la tasa de ahorro de las familias japonesas. La estructura demográfica del país está cambiando, pues hay un número cada vez mayor de jubilados en relación con los trabajadores que se encuentran en sus años mejores para ahorrar. Las encuestas nos revelan que los japoneses jóvenes están más interesados en el consumo actual y menos preocupados por el futuro que las generaciones anteriores y la idea tradicional del ahorro para legarlo a los hijos ha desaparecido.
Así, pues, la tasa de ahorro de las familias siguió bajando hasta quedar por debajo del 5% al final del decenio de 1990 y en 2009 ascendía a poco más del 2%. Al mismo tiempo, el déficit fiscal supera el 7% del PIB.
La combinación de escaso ahorro de las familias e importante desahorro estatal obligaría, normalmente, a un país a pedir prestado al resto del mundo, pero Japón mantiene un superávit por cuenta corriente y sigue enviando más del 3% de su PIB al extranjero, pues ha aportado más de 175.000 millones de dólares de fondos este año para prestar a otros países. Esa aparente paradoja se explica por una combinación de importante ahorro empresarial y escasos niveles de inversión en activos fijos inmobiliarios o no inmobiliarios. En una palabra, el ahorro nacional de Japón sigue superando su inversión interna, lo que le permite ser un exportador neto de capital.
El exceso de ahorro nacional en relación con la inversión no sólo permite a Japón ser un exportador de capital, sino que, además, contribuye, junto con la ligera deflación que sigue experimentando, al bajo nivel de los tipos de interés japoneses a largo plazo. De hecho, pese al gran déficit estatal y la enorme deuda estatal, ahora próxima al 200% del PIB, el tipo de interés de los bonos estatales japoneses a diez años es sólo 1%, el más bajo del mundo.
Pero, ¿qué decir del futuro? Si bien la situación actual podría continuar durante varios años, existe el peligro de que un aumento de los tipos de interés y las reducciones del ahorro neto de las empresas acaben con el superávit por cuenta corriente de Japón. Una razón para el aumento del tipo de interés sería el paso de una baja deflación a una baja inflación. Los precios han estado bajando en Japón un 1% al año. Si subieran dos puntos porcentuales, como desean el Gobierno y el banco central, hasta una tasa positiva de inflación del 1%, el tipo de interés aumentaría también unos dos puntos porcentuales. Con un coeficiente deuda-PIB de 200%, el tipo de interés mayor aumentaría el interés de la deuda estatal en un 4 por ciento, aproximadamente, del PIB, con lo que el déficit fiscal pasaria del 7% al 11% del PIB.
Además, unos déficits mayores harían aumentar la proporción de la deuda respecto del PIB, que ya es grande, lo que entraña mayores costos del servicio de la deuda y, por tanto, déficits aún mayores. Esa espiral viciosa de aumento de déficits y deuda probablemente hiciera aumentar los tipos de interés aún más, lo que aceleraría la espiral. Los déficits mayores eliminarían también todo el excedente de ahorro que ahora apuntala el superávit por cuenta corriente. El mismo efecto negativo en la cuenta corriente podría producirse, si el sector empresarial aumentara su tasa de inversión en instalaciones o equipo o redujera el ahorro empresarial pagando sueldos o dividendos mayores. El ahorro excedente podría también disminuir, si aumentara la construcción de viviendas.
La capacidad de Japón para sostener déficits fiscales importantes, tipos de interés bajos y exportaciones netas de capital ha sido posible gracias a su elevada tasa de ahorro privado, que ha permitido un saldo de ahorro nacional positivo, pero, con la actual baja tasa de ahorro de las familias, el ciclo de déficits y deuda en aumento no tardará en dar un saldo de ahorro nacional negativo. El paso de la deflación a una baja inflación aceleraría ese proceso.
Entonces el resultado en Japón sería un aumento de los tipos de interés real, a medida que la escasa tasa de ahorro privado propicia la acumulación de grandes déficits fiscales, lo que debilitaría el mercado de valores, reduciría la inversión de las empresas e impediría el crecimiento económico. Y, si el superávit del ahorro neto interno de Japón se agota, la actual corriente de salida de capital de 175.000 millones de dólares dejaría de estar a disposición de otros países, mientras que el Japón podría pasar a ser, a su vez, un solicitante neto de ahorro mundial.
Martin Feldstein, profesor de Economía en Harvard, fue Presidente del Consejo de Asesores Económicos del Presidente Ronald Reagan y Presidente de la Oficina Nacional de Investigaciones Económicas.
Martin Feldstein, profesor de Economía en Harvard, fue Presidente del Consejo de Asesores Económicos del Presidente Ronald Reagan y Presidente de la Oficina Nacional de Investigaciones Económicas.
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