Calviño alecciona a los analistas sobre un cambio de modelo que nadie ve

Economía usa sus encuentros privados con expertos para persuadirles sobre los supuestos cambios estructurales operados en la economía española

Atribuye a este factor las diferencias entre su cuadro macro y el consenso

¡Acelera, Louise!, por John Müller

Nadia Calviño EFE

El secretario general del Tesoro y Financiación Internacional del Ministerio de Asuntos Económicos, Carlos Cuerpo, desgranó hace unos días ante un selecto auditorio formado por poco más de una veintena de analistas el argumentario con el que el Tesoro Público aspira a convencer a los ... inversores internacionales para que sigan comprando deuda española ahora que el BCE va a dejar de hacerlo y que la espiral de subidas de tipos de interés eleva el riesgo de que se reabran las antiguas brechas entre los bonos refugio del centro de Europa y los de los países periféricos.

Varias fuentes conocedoras del contenido de la reunión confirman que en líneas generales el relato fue el ya conocido, que tanto los organismos internacionales como los analistas privados coinciden en que España va a seguir creciendo, que además lo hará más que la media de las principales economías del euro y de los países desarrollados, que la reforma laboral está alentando la creación de empleo y de mayor calidad, y que la generación de ingresos permitirá además rebajar la deuda y el déficit públicos.

Sin embargo, esta vez descolló un nuevo argumento que cada vez está más presente en el relato gubernamental, también en el público: España está experimentando un cambio estructural de su modelo económico y de su patrón de crecimiento que hace al país más resistente ante los embates de los 'shocks' económicos y que le permite crecer y crear empleo aún en circunstancias tan complicadas como las actuales.

Una base para el optimismo

La tesis del cambio estructural del modelo económico ha hecho fortuna de puertas para adentro. La ronda de comparecencias de altos cargos del Gobierno para explicar el proyecto de Presupuestos Generales el Estado para 2023 ha puesto de manifiesto que esta es la base sobre la que el Gobierno sustenta su cuadro macro y desacredita las críticas por su excesivo optimismo, avaladas por el hecho de que no hay un solo instituto de análisis que sostenga a día de hoy un crecimiento del 2,1% para 2023.

No es un simple punto en un argumentario. Analistas de diferentes instituciones consultados por ABC confirman bajo la condición del anonimato que ese supuesto cambio de modelo económico es la razón de base que se enarbola desde el área económica del Gobierno en sus reuniones privadas con expertos para justificar la distancia sideral que existe entre la previsión gubernamental de crecimiento para el año que viene y el panorama bastante más sombrío que arrojan la práctica totalidad de metodologías de predicción utilizadas tanto por otras instituciones como por los servicios de estudios privados.

El foco se ha puesto sobre la gran diferencia entre la previsión de crecimiento del Gobierno para el año que viene, ese 2,1% ya mencionado, y la del resto de instituciones, que se sitúan sistemáticamente por debajo de esa cifra y se aproximan cada vez más al 1% según avanzan los días.

En realidad, lo que separa la previsión oficial del resto son dos cosas: la evolución de la inversión y el comportamiento del comercio exterior. Mientras el Ministerio de Asuntos Económicos trasladó al cuadro macro su certeza de que la inversión se sostendrá en 2023 gracias al impulso de los fondos europeos y crecerá por encima del 9%, y que las exportaciones y las importaciones sortearán la ralentización económica global con un crecimiento del 7,3% y el 8,2%, respectivamente, el consenso del mercado prevé un crecimiento de la inversión mucho más modesto, de entre el 1,5% y el 2,5%, y también un comportamiento bastante más plano de las transacciones comerciales con el exterior.

Las fuentes consultadas aseguran que en privado el Ministerio defiende sus cifras como las más fiables. Su explicación es que en lo que se refiere a la inversión instituciones nacionales internacionales y analistas privados estarían infravalorando el impacto real de los fondos europeos sobre la economía española. El Gobierno lo deja bien claro en el informe económico-financiero que acompaña a las cuentas públicas, que descuenta una aportación de los fondos europeos al crecimiento de 1,9 puntos este año 2022 y de nada menos que 2,8 puntos para 2023.

El grueso de los analistas descree de este efecto tractor sobre la base de los pobres datos de ejecución que muestran los datos proporcionados por el Gobierno. El Banco de España cree que la aportación rondará los 1,5 puntos tanto este año como el que viene, mientras la Autoridad Fiscal la deja en ocho décimas en 2022 y la eleva al 2% en 2023 sobre la base de que el Gobierno ejecutará todo lo que dice que va a ejecutar, algo que no ocurrió en 2021 y que la Airef da por hecho que tampoco ocurrirá este año.

El departamento que dirige Nadia Calviño entiende que vincular su impacto sobre el PIB al nivel de ejecución de los fondos es una base errónea. Entienden que la mera existencia de los fondos y la expectativa de una inyección de más de 140.000 millones de euros en la economía en un periodo corto de tiempo han estimulado a la inversión privada, al margen de que la ejecución no haya sido la esperada. Ninguno de los analistas consultados asume este argumento.

Excepticismo general

El otro flanco es el mercado exterior. El Gobierno ha previsto un crecimiento de las exportaciones y de las importaciones que excede ampliamente todas las previsiones privadas, hasta las más optimistas. La Cámara de España es uno de los organismos que ha construido sus previsiones para 2023 sobre la base de que el sector exterior «puede resistir porque ha consolidado una base exportadora muy amplia desde la gran crisis financiera», como reconoce el director de su Servicio de Estudios, Raúl Mínguez, y plantea un crecimiento de las exportaciones del 4,3%. La del Gobierno es del 7,3%.

«No le encuentro explicación, ni por circunstancias coyunturales ni por razones estructurales», asegura María Jesús Fernández, economista senior de Funcas, que enfatiza que el año que viene se augura una recesión en Alemania, uno de los principales mercados de nuestras exportaciones.

El análisis que el Gobierno traslada en sus reuniones con expertos es que entiende que ha garantizado a las empresas españolas una ventaja competitiva fundamental con la 'excepción ibérica', que la orientación de las inversiones y reformas financiadas con fondos europeos están mejorando ya la competitividad económica de España y que las reformas estructurales adoptadas hasta la fecha –entre las que los analistas consultados solo aciertan a citar la laboral y la de pensiones– han mejorado la capacidad de competir de las empresas domésticas en los mercados internacionales.

«Se habla mucho de la reforma laboral, pero esta, en el mejor de los casos, ha sido neutra para la competitividad de la economía española», explica María Jesús Fernández. «El resto de cosas que se han hecho apenas han tenido efecto alguno y hay una subida de las cotizaciones, que va a pesar negativamente sobre la competitividad y especialmente sobre los sectores de mayor valor añadido», dice en referencia a la subida del 8,5% de las bases máximas de cotización, que según la analista no va a subir el coste laboral de los ricos sino de los trabajadores cualificados, lo que va a ser un muro para la atracción de talento.

Para el director del Servicio de Estudios de la Cámara de España las diferencias entre las predicciones de los analistas y el cuadro macro no son justificables a partir de un eventual cambio estructural en el modelo económico español. «Esos cambios no se manifiestan de la noche a la mañana, sino que suelen tener impacto a medio plazo. Las reformas que se realicen pueden llegar a ser determinantes de un cambio estructural en el modelo económico español, pero eso solo se verá a medio plazo y habrá que ver si las reformas y las inversiones realizadas han sido las más eficientes».

En realidad, la información proporcionada por el Gobierno a la Comisión Europea dentro del Plan Presupuestario cuestiona de alguna forma sus argumentos, ya que no prevé ningún avance en el PIB potencial de la economía española entre 2022 y 2023 en el que se queda anclado en el 1%, según el documento enviado a Bruselas.

«Estamos en una situación en la que vemos muy difícil que la economía española alcance un crecimiento del 1% el año que viene y además las circunstancias son tan negativas que aunque realmente se hubiera producido un cambio de modelo en España difícilmente alcanzaría a compensar ese menor crecimiento», remacha María Jesús Fernández.

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