Arias, la mantequilla asturiana que 'inventó' la etiqueta con fecha y llegó hasta la Casa Real
AL PRINCIPIO...
En 2022, la empresa, con cinco fábricas en España, vendió 21.000 toneladas de queso y facturó 110 millones de euros. Su historia empezó en Corias de Pravia hace 175 años
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Javier Roza, director de Mantequerías Arias
En las oficinas centrales de Arias, en Madrid, se custodian con mimo unos grandes libros con cubiertas de piel. Con caligrafía de monje cisterciense, las columnas nos cuentan entradas de leche, salidas de pedidos y compra-venta de cerdos…. de hace 100 años. Enseguida ... explicaremos qué tenían que ver los cerdos con la fábrica de mantequilla que ya por entonces se vendía en toda España.
Antes, inevitable la comparación entre aquellos excel manuscritos y los que maneja hoy la empresa. Los actuales incluyen muchos más ceros y variedades lácteas, quesos como Boffard, San Millán, Burgo de Arias... En 2022 Arias España, con 400 empleados y cinco fábricas por todo el país, vendió 21.000 toneladas de queso y facturó un total de 110 millones de euros.
Todo empezó hace 175 años en Corias de Pravia. «Aunque se llama Arias y se le atribuye a Antonio Arias, el fundador, la que montó el negocio fue su segunda mujer, Carmen Fernández. Ella fue la emprendedora, la que dijo 'aquí hay negocio'. Pero, ya sabéis, ese machismo digamos 'histórico'… si no, hubiera sido Mantequillas Fernández. Era ella la que la llevaba en burros a los mercados de Pravia, Grado… los 'pueblinos' cerca de Corias». Habla Javier Roza, director general de Arias España.
El directivo nos explica las entradas sobre los cerdos: «Para hacer mantequilla se utiliza la nata, que representa entre un 3 por ciento y un 4 por ciento de la leche. Así que la mayoría no la utilizas. Tampoco la tiras. Se usaba para dar de comer a los cerdos. Si tienes una quesería o una mantequería al lado sueles tener una granja de cerdos. Ese suero es rico en minerales, en lactosa, en proteínas solubles, en algo de grasa... Es una materia prima que, en el caso de la mantequilla, se llama mazada: lo que queda cuando haces mantequilla. Arias tenía su fábrica y su granja de cerdos».
El porcentaje mazada-nata hacía que Arias tuviera que transportar algo, la leche, «de lo que sólo usaba un 3 por ciento», recuerda Javier Roza. Fue Ángel Arias, segunda generación de mantequeros quien, en un viaje a Suiza a principios del siglo XX, dio con la solución a aquel hándicap que les obligaba a tener, también, grandes vehículos. La familia llegó a montar una compañía de transportes para aprovechar los viajes: la Mantequera de Oviedo.
La desnatadora
Hasta que llegó la desnatadora centrífuga. «Una máquina a base de pedal que centrífuga la leche. Por la diferencia de densidad, la nata se separaba. Más rápido que esperar a que lo hiciera en reposo», explica Roza. Aquella tecnología, aunque rudimentaria, ayudó permitió dar un gran salto a la compañía.
Arias le dio una centrifugadora a cada ganadero y estos se quedaban con la mazada. «Sólo transportabas la nata. Mucho más económico», relata Roza.
Antonio Arias y su mujer, Carmen Fernández. A la derecha, su hijo Ángel Arias.
El siguiente gran paso empresarial hoy nos parece lo más normal del mundo pero entonces fue una auténtica revolución. «En los años 20, cuando no había cadena de frío, Arias daba una garantía de frescura. Ahora mismo, en los productos de alimentación ponemos la fecha de consumo preferente. Arias puso la fecha del día en que se envasaba que es peor porque te recuerda cada día que pasa… Si ves que algo tiene 20 o 27 días piensas que no es tan fresco. Pero no sólo lo hicieron, sino que lo publicitaron», recalca Roza. En el ABC de la época, por ejemplo. «Era una campaña. Lo hicieron durante 30 años, hasta los 50». «Pida siempre esta marca es la única que lleva la fecha en que ha sido fabricada», dice el anuncio.
«Fue el genio»
Javier Roza lleva 15 años en Arias y aunque no es de la familia, pero sí asturiano, habla de Ángel Arias como si lo hubiera conocido. «Fue el genio».
Había empezado a despuntar al irse a Madrid. «Un hermano de Antonio tenía una tienda de ultramarinos en Madrid. Mandaron al chaval allí a formarse. Ángel vio la oportunidad. Había visto que la mantequilla que venía de fuera, de Holanda, de Francia… se vendía en latas. La salada te puede durar semanas. La mantequilla no caduca, pero se enrancia. Es sólo grasa. Con sal, no entra nada. Si además la metes en una lata, la conservación es mejor».
La desnatadora. La publicidad. La lata. Arias se expandió y llegó a tener 18 tiendas en capitales de España. En Madrid, en la calle Mayor. En Barcelona, en la plaza de Cataluña. En Málaga, en la calle Larios. En las tiendas Arias también se despachaban ultramarinos y vino. «Creo que Paternina», recuerda Roza. Ángel había visto que la mantequilla sólo no daba. En eso también fue un visionario. Hoy Arias aglutina cerca de 30 marcas lácteas, sobre todo quesos.
La desnatadora. La publicidad. La lata. Arias se expandió y llegó a tener 18 tiendas en capitales de España. En Madrid, en la calle Mayor. En Barcelona, en la plaza de Cataluña
Y así, Arias llegó hasta la Casa Real, para convertirse en su proveedora. «Era una cosa que entonces se podía hacer, como hizo Boffard con el queso», explica Roza. Boffard, que hoy pertenece a Arias y se fabrica en Valladolid, se convirtió en proveedora de la Casa Real, en 1883. «Tenemos el titulín que le dio el Rey Alfonso XII y lo seguimos recordando», recuerda el directivo. «Todas las navidades le mando al Rey el número cero de la edición especial. Mantenemos la tradición de que es el queso de la Familia Real».
Boffard
Pero, ¿cómo se unen Boffard y Arias? Dentro historia dentro de la historia:
«Claude Napoleón Boffard vino a España en 1880 para montar una industria de quesos en Cantabria. En Reinosa. Para hacer quesos franceses como el camembert. Murió, su viuda vendió el negocio a otra familia y en los años 80 acabó en manos de Osborne», relata Javier Roza. Continúa su relato con lo que, asegura, le ha contado Ignacio Osborne, consejero de Arias desde que ésta compró Boffard en 1997.
Pero antes de llegar ahí, hay que explicar que hoy Arias está en manos de la francesa Savencia, perteneciente a la familia Bongrain. La gala compró Arias en 1977 después de uno de los grandes baches de la asturiana. Fue a finales de los años 60. La firma había superado exitosamente la Guerra Civil -fabricando desde Lugo-, pero no superó, sin embargo, la maldición de la tercera generación. Una empresa financiera se hizo con la compañía. Pero no funcionó. Hasta que llegó Savencia. La francesa, una gran empresa internacional pero también familiar, asegura Roza, comparte la filosofía de la Arias original, que aunque centrada en la mantequilla, también tenía una marca de queso, Peñasanta, una especie de roquefort.
Retomamos el nexo Boffard, Arias y Osborne: «Bongrain padre -ya propietario de Arias- adoraba España. La familia tiene casa en Estepona. Le encantaba el Jamón 5 Jotas, el que tiene Osborne y fue con la idea de comprar la jamonera hasta que vio lo complicado que era el tinglado: que si los cerdos, que si las bellotas, que si la curación. Entonces, los Osborne les dijeron 'mire, nosotros tenemos esto que sí es una complicación para nosotros, las vacas, la leche todos los días'. Bongrain fue a ver la fábrica y dijo 'Esto sí, es mi negocio'. En una semana la había comprado».
En Boffard, señala Roza, se sigue haciendo el queso «al antigua: con los paños de algodón para la corteza, que eso no lo hace ya nadie. Cada dos meses lo cepillamos con aceite de oliva para que coja sabor. Hacemos un queso como se hacía hace 40 o 50 años», continúa Roza. El directivo no es sólo un gran conocedor de la historia de Arias, es además un auténtico pozo de sabiduría de quesos. Frescos y curados.
El 'boom' de los 90
El primer éxito de Arias tras la entrada de Bongrain fue, recuerda, el queso La Cabaña. Un semicurado cuya gran innovación, recuerda, es que se vendía al vacío. En los 90 llegó el 'boom'. Con Burgo de Arias. Como guiados por las innovaciones de Ángel Arias, un nuevo sistema de pasteurizaciones permitió ampliar la vida del queso. De durar cuatro días a 30-35. De tener que despacharse al corte en un mostrador a poner venderse en envases en el lineal. Javier Roza asegura que sigue siendo el producto más vendido de Arias. Y parece que suena, como en recuerdo de la familia fundadora, aquel pegadizo «Solo tú, sólo Arias…».