UGT y CC.OO. pierden el pulso de la calle y una cuarta parte de sus afiliados en una década
No suman dos millones entre los dos sindicatos en un momento en el que Sánchez ha disparado un 18% sus subvenciones, hasta 17 millones y se han quedado al margen de las últimas protestas sociales contra el Gobierno
El mundo sindical pierde músculo en toda Europa pero en España se lleva la peor parte. Desde los años 90 las centrales de clase viven un goteo de caída de cotizantes que no cesa; han perdido el pulso de la calle y, ... según sus datos, casi una cuarta parte de los afiliados en una década, en la que la negociación colectiva también se ha ido debilitando. ¿Los motivos? Escándalos, un tejido empresarial dominado por las microempresas, la precariedad laboral, la pérdida de peso de los asalariados fijos a tiempo completo... Un cóctel al que los estudiosos del mundo sindical suman el fuerte componente ideológico de estas organizaciones, que ha terminado alejándolas de la realidad de los trabajadores .
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Los sindicatos que dirigen Unai Sordo y Pepe Álvarez tienen hoy menos de un millón de afiliados cada uno. Un declive que se produce durante una de las crisis económicas más virulentas de la historia y en un contexto en el que el Gobierno ha abierto el grifo de las subvenciones . Pedro Sánchez ha disparado un 18,33% las ayudas públicas que concede anualmente a los sindicatos, hasta dejarlas en 17 millones de euros. Y llovía sobre mojado, porque en 2020, en plena crisis del Covid, estos recursos escalaban desde 8,9 millones hasta 13,8 millones.
Según el último informe de la OCDE , el nivel de afiliación sindical en España alcanza al 13,7% de los asalariado s, el nivel más bajo desde 1990, lo que significa que la proporción de trabajadores que forman parte de organizaciones sindicales no ha dejado de caer desde principios de la década. Recuerda la organización internacional que desde los primeros años de la democracia la afiliación se ha mantenido en niveles relativamente bajos, con el pico más elevado a mediados de los noventa, cuando se acercó al 20%.
Con este telón de fondo las centrales se manifestaron ayer en toda España para celebrar la Fiesta del Trabajo, en un momento en el que la espiral inflacionista asfixia a las economías domésticas. La luz está por las nubes, igual que los combustibles y los productos básicos de la cesta de compra, lo que ha generado un aluvión de descontento y de protestas que UGT y CC.OO. no han sido capaces de canalizar ni de sofocar.
El 14 de marzo los pequeños transportistas comenzaban un paro indefinido que desde varios frentes se quiso desacreditar. Era la expresión del malestar social que recorre España por el impacto de la escalada de la inflación y el alza desbocada de los precios. La Plataforma en Defensa del Transporte por Mercancías lograba tensionar la cadena de suministro y llegar a los supermercados con una movilización ignorada y descalificada por el Gobierno a la que finalmente se sumaron grandes patronales. El paro del transporte fue de la mano del convocado por la pesca y de la marcha histórica del campo en Madrid para decir basta a la política del Ejecutivo. Todas surgieron al margen de los sindicatos y tampoco fueron capaces de desactivarlas.
Ahora, la pérdida de poder adquisitivo de los salarios por la inflación disparada ha sacado del letargo a los sindicatos mayoritarios, que han llegado a amenazar a la patronal con bloquear la negociación colectiva y convertir las empresas en un polvorín si la patronal mantiene su negativa a incluir cláusulas de revisión salarial de forma masiva en los convenios. Este ha sido el motivo que ha frustrado el pacto salarial y con el una de las balas del Gobierno para luchar contra los efectos de la segunda ronda de la inflación.
Una crisis global
La crisis de afiliación no es exclusiva de España . Según el club de los países ricos, en 2018 alrededor de 82 millones de trabajadores pertenecían a un sindicato y la media del club se sitúa en el 16%, la mitad que en 1975.
El estudio de la OCDE refleja la caída en los últimos años en la cobertura de trabajadores con convenio. Relata el trabajo que entre los países del organismo unos 160 millones de asalariados están cubiertos por la negociación colectiva, lo que aproximadamente supone un tercio de los asalariados (32% en el 2017) frente al 46% registrado en 1985. En el caso de España, el número de trabajadores protegidos por convenio ha ido disminuyendo con los años. Desde el máximo de 2008, con doce millones, la cifra no llegó en 2021 a seis millones.
«Parte de la batalla sindical de los últimos años en España es para que su estructura recupere poder», asegura José Ramón Pin , profesor del IESE Business School. Asegura que la reforma laboral ha tenido como objetivo prioritario conseguir que los convenios de sector recuperen protagonismo y que «no lo han conseguido del todo, pero si han recuperado algo del terreno que la reforma de 2012 les había quitado»,
Destaca Pin que «en el conjunto de la población menos del 16% está afiliada a un sindicato «y bajando» y explica que «es la consecuencia del deseo de poder, mal entendido, de la burocracia sindical, de un sistema que responde a los intereses de sus cuadros , no al de los trabajadores, y de las nuevas dinámicas del mercado de trabajo». Relata este profesor que «algunos empresarios prefieren unos sindicatos débiles como los actuales», pero piensa que «es un error» porque «unos sindicatos de amplias bases estarían menos ideologizados, tendrían que pensar más en sus afiliados y sus cuadros responderían más a los intereses de los trabajadores y menos a los de los cuadros o sus homólogos políticos». Recuerda también que las centrales recibirán este año un 18% más de fondos del Estado y que la mayor preparación de los trabajadores y el aumento del trabajo autónomo les está restando afiliados.