AJUSTE DE CUENTAS

El lejano y salvaje espacio de Elon Musk

Europa se está quedando atrás en su despliegue empresarial en el espacio y corre el riesgo de limitarse a aportar lo que sabe hacer mejor que el resto del mundo: crear regulación y burocracia

Durante las noches despejadas de este verano se pudo ver a simple vista el paso del tren de satélites de Starlink –la empresa de Elon Musk que pretende proporcionar internet satelital a todo el planeta– desplazándose entre las estrellas. En total, Musk ... ha lanzado desde el 11 de noviembre de 2019 más de 1.323 satélites pequeños que forman su red. Los envía en lotes de 60 artefactos, aunque en tres de los vuelos el número se ha reducido a 57 y 58 porque hubo que dejar espacio para transportar satélites o carga de otros clientes. Así, en poco más de dos años, el empresario de origen sudafricano, cofundador de Paypal , SpaceX , Hyperloop , The Boring Company y líder de Tesla , se ha convertido en el primer particular que utiliza el espacio exterior para hacer negocios.

¡Bienvenidos al lejano y salvaje espacio (Far Wild Space) de Elon Musk! Sus caravanas de satélites están ocupando la penúltima ‘terra incógnita’ al alcance del hombre. Al igual que en el Viejo Oeste, la aventura de Musk tiene una doble dimensión: por una parte, es una aventura que busca su beneficio y por otra es un ejercicio de dominio sobre un territorio. Y al igual que en el Oeste, el más rápido impone su ley.

La voz de alarma la ha dado Josef Aschbacher , jefe de la Agencia Espacial Europea. En unas declaraciones al ‘Financial Times’, advirtió que «hay una persona que posee la mitad de los satélites activos del mundo. Eso es bastante asombroso. De facto, él está haciendo las reglas. El resto del mundo incluida Europa... simplemente no responde lo suficientemente rápido», agregó.

Lo cierto es que Europa no cuenta con empresarios tan audaces como los nuevos millonarios espaciales – Elon Musk , Jeff Bezos o Richard Branson – lo que la condena a una posición subordinada. Alemania ha pedido a la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), que coordina las radiofrecuencias, que le conceda espectro electromagnético para 40.000 satélites. Pero Musk, a través de los reguladores norteamericanos, ya tiene autorización para 30.000 y los está colocando ya en el espacio. Probablemente la gran aportación europea en el futuro será en el campo en el que esta región es líder: la regulación.

En septiembre pasado, Enaire, la empresa pública encargada de la gestión de la navegación aérea en España, mantuvo una sesión de trabajo con el exministro Pedro Duque en la que se trataron estas cuestiones. Se constató, por ejemplo, que no existe ni siquiera una definición globalmente aceptada de lo que es ‘tráfico espacial’ y mucho menos de lo que es la gestión del mismo. ¿Dónde empieza el espacio? Unos dicen que en el llamado Límite de Kármán , a 100 kilómetros de altura, donde la falta de sustentación aerodinámica que permite volar a una aeronave requiere mantener una cierta velocidad orbital para no caer a tierra. En EE.UU., en cambio, el espacio empieza a los 80 kilómetros (que fue la propuesta original del físico húngaro Theodore von Kármán en la década de 1950).

Mientras discutimos los límites entre el espacio convencional (hasta 20 km.), la gran altitud (entre 20 km. y el límite de Karman) y el espacio exterior (más allá), Elon Musk está inundando el cielo con sus artefactos. Sólo este año, su compañía SpaceX ha lanzado más de 100 satélites al mes y ha colocado más de 2.000 en la llamada órbita terrestre baja . El multimillonario dice que tiene 30.000 millones de dólares para fortalecer Starlink.

La UIT gestiona el espectro electromagnético, pero no existe una autoridad mundial que coordine el lanzamiento de satélites. Y esto está abriendo otro tipo de flancos a la discusión. Uno es la preocupación por la acumulación de basura espacial . Otro es la capacidad de reflexión solar de los nuevos satélites que interfieren con los telescopios terrestres a la hora de observar el espacio exterior. A partir de su segundo lote de 60 satélites lanzado el 7 de enero de 2020, Musk empezó a experimentar con aparatos con un recubrimiento especial para reflejar menos luz solar.

El principal competidor de Musk en este momento es OneWeb , una empresa creada antes que Starlink, en 2012, por Greg Wyler , pero que ha carecido de un impulso definido. Pretendía colocar 650 satélites en órbitas bajas para facilitar servicio global de internet. En marzo de 2020 sólo había lanzado 74 aparatos y quebró. Fue rescatada por el gobierno británico y una empresa india. En agosto pasado resucitó y lanzó 34 satélites más desde el cosmódromo de Baikonur.

El gobierno chino y Amazon con su proyecto Kuiper también tienen planes para competir en este segmento. Los KuiperSats serán más de 3.000 objetos espaciales y comenzarán a ser lanzados en el último trimestre de 2022.

En octubre pasado, Chile autorizó a Starlink a operar comercialmente en ese país tras una serie de pruebas técnicas que le han llevado más de un año. Estas facilitaron conectividad a dos localidades aisladas: Sotomó, en la zona de Los Lagos del sur de Chile y en Caleta Sierra, en la Región de Coquimbo, al norte del país. El kit de instalación incluye antena satelital y ‘router’ y cuesta 573 dólares. El servicio mensual, un poco más de 110 dólares.

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