ELENA SALGADO
Dos años de mano de hierro
Elegida por Zapatero para pilotar la recuperación, ha cargado con la pesada losa de aplicar un drástico giro en la política social y económica
YOLANDA GÓMEZ
A Elena Salgado le ha tocado bailar con la más fea. Hace ahora dos años, a punto de cumplir los 60, se convertía en la primera mujer en España en asumir la cartera de Economía y Hacienda . Sabía que la situación era difícil, ... pero la realidad ha superado sus peores expectativas.
En abril de 2009, Zapatero elegía a esta ingeniera industrial y economista , con amplia experiencia en la administración y bajo perfil político, de apariencia frágil, pero duro carácter y enorme tenacidad , para pilotar la salida de la crisis y el avance hacia una rápida recuperación. Pero finalmente ha tenido que lidiar con la recesión, el estancamiento, el paro y una crisis de deuda que ha situado a España, en muchos momentos de estos dos largos años, al borde del abismo.
Cuando en mayo de 2009, apenas un mes después de ocupar su despacho de la madrileña calle de Alcalá, Salgado —quizás contagiada del optimismo antropológico de su jefe— empezó a hablar de brotes verdes en la economía española, no se imaginaba que dos años después esos brotes seguirían sin florecer . De hecho, esta misma semana la vicepresidenta se veía obligada a revisar a la baja sus previsiones de crecimiento para los próximos ejercicios reconociendo, además, que el paro será superior al estimado.
Pese a estas rectificaciones, a la ministra le gusta presumir de que en 2010 se han cumplido sus previsiones de crecimiento y de déficit, frente a los augurios más pesimistas de la mayoría de los organismos internacionales. Pero ha fallado en sus pronósticos de empleo. Los cuatro millones de parados que nunca se iban alcanzar se han convertido ya en casi cinco.
Y el Gobierno no solo ha tenido que rectificar sus previsiones, sino también, e incluso en mayor medida, sus políticas. Y ha sido Salgado la elegida para diseñar ese giro de 180 grados en la política social y económica del Ejecutivo. La misma persona que en 2009, en plena crisis económica, como ministra de Administraciones Públicas, se negaba a ajustar el sueldo de los funcionarios, y aplicaba una subida salarial cercana al 4%, un año después, como ministra de Economía, recortaba un 5% los salarios de esos mismos empleados públicos. La misma Elena Salgado que en 2009, al frente de Administraciones Públicas, repartía 8.000 millones de euros entre los ayuntamientos para construir aceras y hacer obras a lo largo y ancho de la geografía española, se veía obligada un año después, como vicepresidenta, a aprobar recortes de la inversión pública por más de 6.000 millones y a exigir austeridad a ayuntamientos y autonomías.
Subidas de impuestos
Subir los impuestos fue la primera fórmula que usó la ministra para tratar de cuadrar las cuentas. Primero, y esta vez sí en línea con su férrea lucha contra el tabaco, subió los tributos a los cigarrilos y también a las gasolinas . Después le tocó el turno al ahorro y al trabajo, con alzas del IRPF, y por último al consumo, con la subida del IVA. Pero no fue suficiente.
La merma de ingresos por la caída de la actividad, los mayores gastos por un desempleo creciente y los multimillonarios planes anticrisis puestos en marcha por los gobiernos de Zapatero, de los que ella ha formado parte primero como ministra de Sanidad, después al frente de Administraciones Públicas y por último como vicepresidenta económica, dispararon los números rojos de las cuentas públicas y las dudas de los mercados sobre la posibidad de las administraciones españolas para hacer frente al pago de sus deudas.
Los inversores englobaron a España en el grupo de los países periféricos . Primero cayó Grecia, luego Irlanda, ahora Portugal y evitar que nuestro país sea el próximo se ha convertido en la principal tarea de la ministra. Ha sido precisamente esta presión de los mercados, de los vecinos europeos y hasta de Estados Unidos, la que ha obligado al Gobierno a poner en marcha reformas que siempre rechazó, como el retraso en la edad de jubilación y las pensiones. Salgado se ha convertido en la mano de hierro de un Gobierno cuya popularidad está por los suelos. Pero al menos ha logrado frenar el ataque del mercado.
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