tribuna
BCE: la voz de la razón
España, especialmente valerosa, empieza a obtener las primeras recompensas de la disciplina
Guy Sorman
Las decisiones inapelables del Banco Central Europeo (BCE) obedecen a una estricta lógica económica. Sus dirigentes se muestran insensibles a las modas, a las presiones políticas y a los intereses particulares. Cumplen su única misión, que es la de mantener en buena salud a ... la Eurozona. Y con un cierto éxito, porque a pesar de los gritos de alarma desde hace cinco años sobre el futuro de la eurozona, el euro sigue siendo nuestra divisa, estable y previsible, gracias al BCE y a pesar de los desvíos presupuestarios de algunos Estados europeos como Italia o Francia.
Resulta que el BCE ataca con extrema audacia la renta de situación de los bancos en Europa ya que estos, paradójicamente, se han beneficiado enormemente de la crisis, prestando poco a las empresas, y contentándose con invertir los depósitos de sus clientes en Bonos del Tesoro emitidos por los Estados o en el propio BCE.
Este acaba de reaccionar precisamente imponiendo un tipo negativo, es decir, una penalización a los bancos que dejen sus fondos parados en el banco central en lugar de prestárselos a las empresas. Que sepamos, no existe ningún precedente de ello en la historia contemporánea de los bancos centrales. Más allá de esta medida extraordinaria, la bajada del tipo del Banco Central Europeo debería animar a las empresas a endeudarse para invertir: la combinación del palo y la zanahoria es perfectamente coherente.
La sobrevaloración como perjuicio
Desde el anuncio de esta bajada de los tipos de interés , el euro se ha devaluado ligeramente, lo que más bien es un buen indicio, porque la sobrevaloración de nuestra moneda puede perjudicar a las exportaciones europeas, especialmente a las que compiten con las de los países emergentes, como las textiles por ejemplo. Los inversores han reaccionado positivamente a la decisión del banco central; el valor de las empresas europeas ha aumentado de inmediato. Última observación de carácter técnico: esta bajada de los tipos del Banco Central Europeo no tendrá repercusiones sobre los precios, porque el marasmo económico de la eurozona basta para contener la inflación.
No hay milagros en economíaMás allá de esta lección de política monetaria bien pensada y gestionada por el Banco Central Europeo, no esperamos milagros. No hay milagros en economía , donde solo funcionan la determinación a largo plazo y la coherencia de las políticas gubernamentales, a fin de que los emprendedores recuperen la confianza en el futuro e innoven. El Banco Central Europeo tiene sus limitaciones en este sentido: incita e invita a los Gobiernos a volverse también racionales y coherentes, a reducir el gasto público, el déficit y los impuestos. La mayoría ya se ha adherido a esta disciplina, lo que a falta de un verdadero gobierno económico europeo, es un éxito considerable.
España, especialmente valerosa, empieza a obtener las primeras recompensas por esta disciplina, al igual que Portugal, después Grecia, e Italia, que se ha adherido de repente. Solo Francia se debate en las contradicciones, y sube los impuestos mientras anuncia que los baja. Será muy necesario que, en su debido momento, los Gobiernos europeos acepten que, en una zona económica común, los presupuestos no pueden seguir siendo estrictamente nacionales. ¿Impensable? Eso decíamos sobre la moneda hace 20 años, y sin duda la moneda se ha vuelto común. Tarde o temprano, sucederá lo mismo con el gasto público. Pero de todos modos, a largo plazo, es extraordinario que los Gobiernos europeos, sean cuales sean sus tendencias, acepten de manera generalizada que el Banco Central Europeo tiene razón, que encarna la racionalidad económica y que ya no hay dos ciencias económicas, de izquierdas y de derechas, sino una sola. Y que cuando se aplica, se avanza.
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