Grecia empieza a salir de su infierno

En Grecia, donde todo lo bueno y lo malo viene en tres veces, la mejoría griega obtuvo su tercer espaldarazo con la visita relámpago de la canciller alemana, Angela Merkel, el pasado viernes y su rotunda afirmación: «Quiero decir que las políticas del Gobierno (griego) han sido difíciles de aplicar y han provocado el sufrimiento de muchas personas, pero puedo ver ahora que Grecia mantiene sus promesas, cumple sus obligaciones y la situación presupuestaria es mejor de la que podríamos haber deseado o esperado».

El superávit primario anunciado lo deberá demostrar Eurostat dentro de dos semanas, pero será un claro indicio de que en Grecia las cosas se están arreglando. No hay que olvidar que se trata de un país que desde 2008 tuvo graves problemas económicos que en 2010 le obligaron a pedir ayuda en forma de un rescate financiero , el primero de la Unión Europea. El rescate fue solicitado por su entonces primer ministro socialista Yorgos Papandreu a José Luis Rodríguez Zapatero en el mes de abril, ya que en ese semestre la presidencia europea la tenía España.

Solo hay una palabra que describe la factura de la crisis helena: brutal. El país está sufriendo ajustes y reformas estructurales tan duros que un tercio de la población está ya en riesgo de exclusión, palabras finas para decir que se han vuelto pobres de solemnidad. Los datos se reflejan en niños que van al colegio sin haber cenado o desayunado, hogares sin electricidad, más abandonos de personas desvalidas, más gente durmiendo en la calle y hurgando en los contenedores de basura, recordando vivencias que este país mediterráneo sólo presenció durante la ocupación alemana. Eso sí, ahora los más ricos siguen sin verse muy afectados, ni tampoco una serie de profesionales que continúan teniendo privilegios casi gremiales (desde los 300 diputados con sueldos ahora recortados pero descuentos fiscales importantes hasta farmacéuticos y enterradores).

Un detallado informe de Cáritas Europa lo confirma: la crisis y la austeridad en Grecia han aumentado la pobreza y la protección social no alcanza para ayudar de forma suficiente a las familias de parados, a quienes tienen personas incapacitadas en casa, a quienes han perdido su hogar. Todos los días siguen cerrando pequeñas industrias y comercios, un tercio de los trabajadores no está pagado a tiempo o no tiene Seguridad Social. Y eso en el caso de quienes conservan su empleo. El paro está ahora, según los datos oficiales de este mes de enero, en el 26,7% (y en el 56,8% en el caso de los jóvenes) y las prestaciones de desempleo son inferiores a los 400 euros para todos y durante un máximo de dos años. Por eso no solo los ahorros griegos se han ido de los bancos y se encuentran en el extranjero o bajo el colchón, también se van los jóvenes que pueden y quienes todavía tienen la esperanza de conseguir mejor trabajo y un puesto laboral que conservarán a largo plazo.

Esta es la respuesta de los expertos en economía. Pero el país sí avanza por el buen camino, aunque la recuperación económica promete ser larga y dolorosa. Los salarios han bajado una media de un 30% y por ahora ni se han conseguido los objetivos de ingresos por privatizaciones ni han llegado aín las grandes inversiones tan esperadas en los sectores de la energía, el turismo y la agricultura.

Como dijo el comisario europeo de Competencia, Joaquín Almunia, hace pocos días en Atenas, la recuperación económica griega se enfrenta a un «camino que es aún largo y no es fácil» , recordando que se trataba de una carrera no de velocidad sino de fortaleza. El camino de las reformas estructurales sigue estando plagado de problemas para su implementación, ya que las consecuencias no son populares. Se traducen en más impuestos, salarios más bajos y más despidos, también de funcionarios y otros empleados del Estado que siempre habían pensado que trabajar para el Estado era de por vida.

Y en el caso de que se rompa la frágil coalición entre conservadores y socialistas ahora en el poder, podría originarse un cierto caos. El primer partido en intención de voto es la Coalición de la Izquierda Radical, SYRIZA , contrario a los programas impuestos por los rescates. Antes era unl partido claramente partidario de una posible salida de la zona euro, pero ahora es mucho más prudente. Sus votantes, junto con los de partidos nacionalistas (incluyendo a la extrema derecha pro-nazi), siguen formando una masa de electores importante.

En las elecciones de este mayo, europeas y locales, se espera un voto de castigo contra el Gobierno y su política de austeridad y reformas impuestas por la troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional). Pero será en las elecciones generales, que podrían adelantarse a este otoño, cuando se verá si el conservador Andónis Samarás con su partido y otras formaciones políticas conseguirán el poder continuar aprobando y llevando a cabo estos necesarios ajustes, con el apoyo de los restantes países europeos y el FMI.