Ferrer contra su sosias de pista dura

En frente tendrá a un rival que no se anda con teatros. David Ferrer , el incombustible gladiador de Jávea, el eterno aspirante a cuajar un gran título. A sus treinta años, el tiempo de margen para lograrlo se le va acortando. Pero sigue en plena efervescencia. Aterriza en cuartos sin haber cedido una sola manga y habiendo regalado a la parroquia parisina un tenis exquisito. Una victoria supondría el pase a semifinales, que sería su mejor resultado en Roland Garros.

Murray es lo más parecido que tiene Ferrer a un rival de su talla en el ránking de la ATP. El alicantino posee en contra un balance de 5-4 y una espinita clavada: la final de Shanghai del año pasado, donde el escocés dinamitó su asalto a un título de Masters 1.000, su gran cuenta pendiente. A su favor, no obstante, tiene el balance en tierra: tres victorias a cero.

En realidad, el juego de ambos es parecido . Son tenistas de corte defensivo, especialistas en contraataques de transición rápida, grandes restadores y animales de fondo de pista. Murray en plena forma está un peldaño por encima en potencia de golpeo, pero Ferrer le gana en confianza y regularidad. Dos virtudes que esclarecen su superioridad sobre la arcilla.

El punto extra de agresividad de Murray es lo que explica sus éxitos en superficies duras , donde cosecha ocho títulos de Masters 1.000 y tres finales perdidas en Grand Slams (US Open en 2008, Australia en 2010 y 2011). Es el sosias de Ferrer en pista rápida.

Con todo, Ferrer parece favorito en esta ocasión. El escocés no ha terminado de convencer en París, y llega escaso de recorrido en tierra . Además de perderse Madrid, ha caído en cuartos en Montecarlo y Barcelona, y en octavos en Roma. Aunque si el de Jávea tiene una virtud, una que le garantiza muchas victorias, es que nunca da nada por hecho.