Ferrero, adiós a un número uno

Llevaba tiempo esperando este momento, tanto que el resultado importa poquísimo a estas alturas. El sorteo quiso que fuera Almagro quien le cortara la coleta y así lo entendió Ferrero, o rgulloso porque luchó hasta el final . Es el resumen de una carrera que se explica desde la exigencia y el amor propio, un palmarés estirado hasta los 16 títulos y muchos de ellos de portada. Ferrero lo deja con una actuación muy digna.

En el pulso con Almagro, el tenista de Onteniente batalló desde el primer punto, agresivo para tomar la iniciativa y sorprender al personal. El Ágora esperaba un trámite y agradeció la intensidad del debate , muy bonito el primer parcial y ajustado, tal y como indica el 7-5. Ferrero se puso incluso con 2-0 y alargó sus latidos al máximo, una cuestión de honor y talento. De eso siempre ha ido sobrado.

Se jugó entre sonrisas, con comentarios y aplausos de un tenista para el otro. Ferrero y Almagro, compañeros en las pistas de entrenamientos, bromearon con las bolas discutidas y pusieron en pie a la parroquia valenciana, que se prepara para el acto del miércoles. Ferrero fue quien disparó los decibelios y cada punto que lograba derivaba en ovación.

Con la sentencia del primer parcial, resuelto a favor de Almagro después de una hora y tres minutos, Ferrero restó los minutos que le quedaban como tenista. Le queda el doble, pero esa es otra historia. Se apagaba la luz de un número uno, pero su leyenda nunca dejará de brillar . Ya no le quedaban piernas ni fuerza para discutir con su rival, que pronto se escapó y evitó que se prolongara la agonía. Aun así, Ferrero no se rindió. Nunca lo ha hecho.

Terminó con una derecha en la red, último punto después de miles ganados. Le aplaudió Almagro y los focos se centraron en él, en Juan Carlos Ferrero. Regaló su raqueta lanzándola al cielo de Valencia, agradeció el amor de su gente y dedicó unas palabras antes de su verdadera despedida del miércoles. El adiós de un héroe para siempre, un número uno.