Nadal, un ciclón en Nueva York

Es la crónica de un partido sin historia. Nadal ganó de principio a fin, un monólogo en la noche neoyorquina con desenlace según lo previsto. Le favorecía la estadística con ese 6-0 inapelable ante Robredo y la buenas maneras en las jornadas anteriores. Y eso que enfrente tenía a Robredo, héroe en Flushing Meadows después de enterrar a Roger Federer en los octavos de final. Nadal fue demasiado para él, imposible completar otra gesta de semejante calibre.

En buena parte porque Nadal es mucho más que Federer en estos momentos y lo demostró desde el primer juego. Como un tornado, destrozó a Robredo con un resto profundo y mantuvo la misma tónica al saque, un seguro ya que no lo había perdido en lo que llevaba de torneo. Tampoco lo hizo esta vez y ya van cinco encuentros sin break en contra.

Firmó un 6-0 espectacular para empezar , un rosco sin oposición. Robredo quedó reducido a la nada porque Nadal estaba encendido, sencillamente espectacular. Con la misma táctica con la que siempre ha ganado a Federer, abusó del revés a una mano de Robredo con bolas altas e impuso el ritmo con la derecha, muy profunda y agresiva. No había partido, Nadal jugaba solo.

La Arthur Ashe se quedó con ganas de algo más. En 22 minutos, el balear se había apuntado la primera manga en una auténtica paliza para recordar. Fue una superioridad exagerada mientras Robredo no era capaz de abrir la boca , hundido después de pasar unos días magníficos en Estados Unidos. A sus 31 años, nunca había llegado tan lejos en el US Open, pero jamás pensó que su salida sería tan a las bravas.

Robredo tardó 38 minutos en sumar su primer juego . Para entonces, ya iba 6-0 y 2-1. pues había perdido el primer saque del segundo set. Su servicio fue un lastre que le penalizó durante toda la velada y tampoco desde el fondo de la pista era capaz de inquietar a Nadal, que dio una lección de ángulos y maravilló con los paralelos. La bola del zurdo iba a una velocidad supersónica, mucho nivel con la derecha.

A la hora, Nadal ya tenía dos sets en su marcador y ya era cuestión de esperar. Jamás bajó la intensidad y se planta en semifinales con la moral por las nubes. Ahora se enfrenta a Gasquet, a quien siempre ha derrotado como profesional (10-0) después de muchas batallas cuando eran niños. Va lanzado hacia el doble objetivo que se le presenta en Nueva York, pues además del título también puede recuperar el número uno. Para ello, debe llevarse el título y esperar que Novak Djokovic no llegue a la final.