¿Qué pasó con... Julia Alba?

Esta sevillana, arquitecta de profesión, empezó jugando al baloncesto, pero con la mayoría de edad descubrió el atletismo, donde exprimió sus cualidades como velocista en el 200 y el 400, la distancia de sus mayores éxitos; siete veces campeona de España absoluta, adquirió la categoría de deportista olímpica en Sídney en 2000

Julia Alba, en el Campeonato de España al aire libre de Sevilla en 1999 RAÚL DOBLADO

Sergio A. Ávila

01/03/2021
Actualizado a las 08:54h.

Sus dos hijos presumen de madre, de madre olímpica, categoría alcanzada en Sídney por esta velocista que cambió las canastas por el tartán y compatibilizó el atletismo con sus estudios hasta que en 2005, oro en Almería mediante como broche, dijo adiós para empezar su ... carrera profesional como arquitecta, vocación que ejerce desde entonces.

¿Le afectó la crisis del ladrillo?

Me cogió, sí. Para los arquitectos, los técnicos en general y todos los del gremio fueron años difíciles. Gracias a Dios nunca paré de trabajar, pero han sido años duros.

¿Cómo le ha ayudado el deporte a su vida profesional?

El atletismo es bastante sacrificado. Todos los años de la carrera los estuve compaginando con el atletismo. Es superación personal: retos, metas, hacer marcas... Aunque el atletismo, al final, sea un juego y si no se consiguen no pasa nada, luego todo eso te ayuda a enfrentarte a los retos difíciles de la vida.

¿Sigue haciendo deporte a nivel popular?

Cuando me retiré, seguí entrenando hasta que me quedé embarazada. Tuve un niño, a los cuatro años otro y lo fui compaginando con el deporte, pero ahora mismo no me da tiempo. Es complicado compaginar la vida profesional con la personal y el deporte. No es que no quiera entrenar, es que no puedo. Trabajo mañana y tarde. Mi vida no me lo permite. La conciliación es difícil.

¿Era exigente su entrenador, Ángel Moreno?

Con él estuve desde que empecé hasta mi retirada. Era muy exigente, sí, pero gracias a él llegué donde llegué. Una gran persona y un gran apoyo que se volcó conmigo desde el minuto uno. Yo tenía unos horarios muy complicados porque estaba estudiando Arquitectura. Iba a la escuela por la mañana y por la tarde, y él me entrenaba a las tres de la tarde en verano y en invierno. Incluso se quedaba hasta las diez de la noche en la pista. Empecé entrenándome en San Pablo muchos años y luego nos fuimos a la pista de la Cartuja.

¿Su mejor recuerdo es Sídney o destacaría otras carreras?

La más emocionante fue la primera vez que quedé campeona de España, en Sevilla. También cuando corrí en el Mundial ese mismo año y Sídney, por supuesto, porque llegar a unos Juegos es lo máximo para un atleta. Es una experiencia inolvidable. Y destacaría el oro de Almería en los Juegos Mediterráneos, en 2005, cuando me retiré.

¿Cómo abordó el cambio del 200 al 400?

Hice la mínima para el Campeonato de España para competir en el 400 renunciando al 200, en el que tenía muchas opciones de oro. Quedé tercera, las cuatro primeras logramos la mínima para formar el relevo y fuimos a Sídney.

Y al final se le dio mejor el 400...

Sí. Es una prueba muy dura. Tienes que controlar muchísimo tu cuerpo y correr con cabeza. Y salir fuerte pero con cuidado porque puedes bloquearte en la última recta. El 200 siempre me gustó mucho porque sales y llegas a tope, pero en el 400 se pasa un poquito peor. Conseguí muy buenas marcas, mejores de las que pensaba.

Cuando mira atrás, ¿está satisfecha de su carrera deportiva?

Lo estoy. Siempre dije que quería retirarme antes de que me ganara todo el mundo y el año que lo hice quedé campeona en los Juegos del Mediterráneo, fui campeona de España e igualé mi mejor marca en el 200. El año siguiente me dio pena, pero tenía que tomar la decisión y ya está.

Sus hijos estarán orgullosos de una madre olímpica.

Muy orgullosos. Cuando en el colegio les piden que traigan fotos de algún famoso, el mayor me dice que se lleva la mía porque salía en la tele, en los periódicos... Han visto recortes de prensa, vídeos y les hace ilusión.