Fútbol
Impacto Bellingham: el hechizo con el Bernabéu, la llamada a Vinicius y Rodrygo y las sesiones de video con Ancelotti
El centrocampista inglés culmina un inicio de temporada de ensueño y ya es el nuevo ídolo del madridismo
Bellingham, nacido para jugar en el Madrid
Madrid
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Iniciar sesiónCuando Lucas Vázquez soltó un latigazo en el 95, con todo el Madrid metido en el área del Getafe, en busca de una victoria que no llegaba, solo dos jugadores iniciaron una carrera hacia Soria. Uno fue Joselu, como buen delantero con olfato. El ... otro fue Bellingham. Sí, Jude. Y obtuvo premio. El mejor, de hecho. Pocos pueden presumir de debutar en el Bernabéu dándole la victoria al Madrid con un gol en la prolongación. Bellingham lleva el '5' de Zidane, de Redondo y de Sanchís, pero en su cabeza también hay un '7', el de Raúl, Juanito y Cristiano. Junto al luso (2009) y Pepillo (1960), el inglés es el tercer jugador en la historia del Real Madrid en anotar en sus cuatro primeros partidos de Liga.
«Puede marcar 15 goles sin problema», advirtió Ancelotti el sábado tras el agónico triunfo ante el Getafe. De momento, un tercio de ese reto ya lo tiene conseguido, pero Bellingham va mucho más allá de lo que significa marcar la diferencia, que no es poco. «Es un chico con mucho sentido del humor y una fantástica persona», explican en el club. Virtudes de tipo inteligente, que ha entendido desde el primer momento que desde una buena sintonía con el resto de compañeros, la gloria llegará antes. Compañeros, por no decir amigos. Sí, Jude tiene amigos en Valdebebas, aunque no sea muy habitual entre las cuatro paredes de un gran club.
Bellingham ya había contactado con Vinicius y Rodrygo meses antes de dejar su firma como nuevo jugador del Madrid. Quería saber cómo era el club, cómo se vivía en Madrid y qué se sentía al jugar en el Santiago Bernabéu. Lo que no sabía aún es que solo dos meses después de su aterrizaje, ambos brasileños, junto a Camavinga y Tchouaméni, iban a hacer pandilla y se harían inseparables: «Después del partido en Vigo contra el Celta, se fueron dos días de vacaciones al sur de Francia, como hace cualquier grupo de amiguetes», explica su entorno. Solo faltó Vini, que estaba obligado a pasar por el hospital por culpa de la lesión muscular que sufrió en Balaídos y que le mantendrá alejados de los terrenos de juego en los próximos partidos.
Son chavales de la misma edad que comparten gustos musicales, culinarios y de moda. También tienen inquietudes similares y hablan un lenguaje que le es familiar. «Son chicos abiertos y divertidos, con registros parecidos y todo eso hace que conecten. Se nota que hay feeling», detallan en el Madrid. Es como si en lugar de haberse criado en distintos países y continentes, llevaran el sello de La Fábrica tatuado en su piel: «Son muy madridistas, con todo lo bueno que ello conlleva».
La celebración de Jude, el sábado, en su primer gol en el Bernabéu estuvo cargada de simbolismo. Como hiciera Benzema en el tercer gol de aquella mágica remontada ante el PSG, en octavos de la Champions 21-22, Jude corrió hacia el córner ubicado entre la grada de preferencia y el fondo sur, y enloqueció junto a sus compañeros y los aficionados allí sentados. Él, en el centro de una celebración con sabor a algo más que tres puntos en la cuarta jornada de Liga. Era la confirmación, por si la necesitaba, que ha nacido para jugar en el Madrid.
Hey Jude
«¡Vamos, vamos!», gritaba el inglés en perfecto castellano mientras estiraba su camiseta y señalaba su escudo. Segundos antes ya había deleitado al Bernabéu con su icónica celebración de brazos abiertos: «En el momento del gol, es lo más ruidoso que he escuchado en un campo de fútbol. Sé que me ficharon para momentos así. Ahora, tengo que seguir por este camino para asegurarme que la afición se vaya a su casa contenta», explicaba Bellingham tras su soñado estreno, culminado con música para sus oídos: «Cuando cantaron 'Hey Jude' al final quería parar y escucharlos. Me temblaban las piernas. No me lo podía creer».
La química entre Bellingham y el Bernabéu no necesitó ni un solo minuto de juego. El speaker del estadio, sabedor que estamos ante un jugador de culto, de esos por los que el himno recita 'historia por hacer', dejó para el final del once titular su nombramiento. Ahí, el público estalló y él fue consciente desde el túnel de vestuarios. Química sin ni siquiera haber sudado la camiseta. Cuando lo hizo, aquello fue a más, y él no se cansó nunca de agitar sus brazos y encender a una grada que tiene nuevo ídolo: «No sé qué he hecho para merecerme esto», se repetía una y otra vez. Hechizo a primera vista.
Por delante, mucho trabajo aún, pero mejores perspectivas. Su influencia en este inicio de temporada del Madrid es total. Cinco de los ocho goles llevan su garabato, pero no piensa quedarse ahí. Las sesiones de vídeo con Ancelotti de sus partidos en el Borussia, para indicarle qué es lo que quiere exactamente de él están dando sus frutos. Carletto entendió desde el inicio de la pretemporada que Bellingham tenía las virtudes necesarias para acercarlo al área rival y explotar su faceta goleadora. En Alemania rompía líneas con su zancada, pero sin el balón estaba más estático de lo que Ancelotti quería. Ese trabajo invisible de acercarse al balón y a la zona de peligro cuando hay un ataque prometedor es lo que le ha dado un nuevo impulso en su prometedora evolución. Solo tiene 20 años, pero ya es el líder del Madrid. Jude Bellingham, impacto total.
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