Atletismo / Mundiales de Tokio

Oro indiscutible de Femke Bol; más dudas para Jakob Ingebrigtsen

La neerlandesa vuelve a aprovechar la ausencia de Sydney McLaurghlin para reeditar el título en los 400 vallas. El noruego, a la final del 5.000 con apuros

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Volvió a correr como si el resto no existiera. Femke Bol, a quien se puede considerar la princesa de los Mundiales, defendió su corona mundial en los 400 vallas femeninos con un tiempo de 51.54, mejor marca de la temporada, en una final que ... confirmó su dominio absoluto de la disciplina en ausencia de una Sydney McLaughlin a quien, a su vez, habrá que considerar la reina de los Mundiales.

Bol, zancada larga, ritmo inalterable, aseguró el oro desde la primera valla, y lo confirmó en una gran recta final en la que entró exigida por la estadounidense Jasmine Jones, que acabaría llevándose la plata en 52.08. Lejos, a un mundo, la eslovaca Emma Zapletalova (53.00) remontó para arrebatarle el bronce a la también estadounidense Anna Cockrell.

Bol, que fue superada por Cockrell en la final de los Juegos Olímpicos -además de por McLaughlin-, recupera la hegemonía de una prueba que también se le empieza a quedar pequeña.

Antes, en el 400 vallas masculino, se vivió una de las grandes sorpresas de los Mundiales con el hundimiento de Karsten Warholm, fuera de la lucha de las medallas tras crisparse en los últimos metros persiguiendo al estadounidense Rai Benjamin, que le arrebató la gloria ganando en 46.52. Warholm no solo perdió el oro, sino que se vio superado también por el brasileño Alison Dos Santos, plata, el qatarí Abderrahman Samba y el nigeriano Ezekiel Nathaniel. El noruego, que hace apenas un mes firmó la tercera mejor marca mundial de todos los tiempos (46.28) acabó en 47.58.

Y se mantienen las dudas sobre lo que aún pueda hacer Jakob Ingebrigtsen en estos Mundiales. El noruego, que no fue capaz de pasar de la primera serie eliminatoria en el 1.500, sí logró clasificarse para la final de 5.000, donde aspira a una tercera corona mundial consecutiva. Lo hizo, eso sí, de forma errática, cerrando con su octavo puesto las posiciones que daban acceso a esa final y sin atisbo de la superioridad a la que acostumbra en todas y cada una de sus carreras.

Ingebrigtsen salió en la segunda serie, emparejado con varios hombres que aspiran a estar en el podio el domingo. El francés Jimmy Gressier, campeón de 10.000 hace unos días, el británico George Mills y el estadounidense Grant Fisher superaron la criba sin problemas. No lo hizo Thierry Ndikumwenayo, único representante español, que resistió en los puestos delanteros hasta la última vuelta, pero que no encontró respuesta al acelerón final. Acabó decimocuarto, exhausto tras el esfuerzo que le dejó noveno en los 10.000 metros.

Ingebrigtsen, a cola de grupo durante toda la carrera, ascendió las posiciones justas para clasificarse, pero nunca entró en la pelea por la victoria. Para él fue suficiente. «No siento alivio, siento alegría», diría después en zona mixta. «Hoy me siento mejor que el domingo. El martes tuve un rodaje suave y noté que las piernas respondían un poco más. El domingo, en el 1.500, estaba pegado al suelo desde la primera vuelta. Cuando sientes que corres más rápido que al ritmo que se va y aun así marchas lento, algo va mal».

Se quedó fuera el neerlandés Niels Laros, obligado a abandonar tras lesionarse a falta del último mil cuando trataba de acelerar la prueba.

Al margen de Ndikumwenayo, la única participación de la jornada la protagonizó María Vicente, que se estrenó en un Mundial con las cuatro primeras pruebas del heptatlón. La catalana terminó el día con 3.704 puntos, en duodécima posición. Comenzó con dudas en el 100 vallas (13.65), pero supo sostenerse en el salto de altura y en el peso antes de ganar su serie del 200 en 23.96. Como ella mismo dijo, un debut «pachín pachán». «Nada destacable, pero nada desastre».

Tras la retirada de Jordan Díaz en la clasificación no hubo presencia nacional en la final masculina de triple salto, en la que se impuso el portugués Pedro Pichardo con un fantástico salto de 17,91 metros en su último intento. El gran rival de Jordan Díaz lideró la prueba desde el inicio con 17,55 hasta que el italiano Andrea Dalavalle sorprendió en la sexta ronda yéndose hasta los 17,64, marca personal para él.

Lejos de ponerse nervioso, Pichardo respondió con la mejor marca mundial de la temporada, cerca de nuevo de los 18 metros. El cubano Lázaro Martínez, con 17,49, se llevó el bronce.

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