Víctor López: «La Isla de Man no es la carrera de los locos, al contrario»

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David Sánchez de Castro

Desde su nacimiento a principios del siglo XX, la peligrosa carrera que se disputa en la isla británica es noticia año a año por sus fatales consecuencias

—¿Cómo era Raül?

—Cómo explicarlo... Todo el mundo que hace actividades de riesgo entendemos de una manera diferente al resto estas cosas. Te lo dicen y no te asombra, el no volver a casa es una posibilidad. Pero eso no quita que a nivel emocional te dé mucha pena. Teníamos una relación de mucha rivalidad. Era mayor que yo y siempre me hizo apretar mucho para estar a su nivel porque era muy trabajador y pasional. Me hizo madurar cuando yo era muy joven. Le admiraba y le respetaba.

—¿Qué se os pide a los pilotos para correr en la Isla de Man?

—Hay que acreditar que has hecho ciertas carreras para demostrar que tienes el nivel y pedir la 'Mountain Course License', que es lo que pide la Federación británica. Nosotros tenemos que pedirla con licencia andorrana porque la Federación española no nos da ese permiso de salida. El caso es que aquello no es una locura, no puede correr cualquiera. Para poder salir a la pista hay que demostrar que tienes técnica, habilidad, control mental... No es la carrera de la muerte ni de los locos. Es justo lo contrario. Es la prueba donde un piloto más tiene que utilizar la cabeza. Hay banderas, comisarios, un helicóptero pendiente de los accidentes... Es una actividad de riesgo, pero controlado. Y la gente que vamos estamos preparados. Pero es que además la Isla de Man es libertad. Tienes el control de tu vida. Está en tus manos. El riesgo está ahí y la muerte está ahí, pero eres tú quien lo acepta. En el Dakar pasa lo mismo. Lo venden mejor, pero si ves una cámara a bordo de un piloto van a un ritmo brutal. Y allí también se mata gente.

—¿El circuito tolera errores?

—Hay puntos negros y otros donde está más permitido el fallo. Justo el sitio donde Raül tuvo el accidente es uno de los complicados. Pasas a doscientos y pico, la suspensión se estira y se pierde bastante control.

—Pero no hay la seguridad que en un circuito permanente.

—Es que no tiene nada que ver. El motociclismo de circuito corto, como le llamamos nosotros, es un deporte. Pero esto va más allá. Es el evento de motos más extremo y difícil. Es una aventura.

—¿Cuál es el mayor reto de esta carrera?

—Conocer los sesenta kilómetros y ser capaz de ir rápido. Pilotar por la carretera es lo máximo a nivel emocional, y allí nos regalan sesenta kilómetros con dos carriles para nosotros.

—¿No pasan miedo?

—Todos los seres humanos del mundo en una situación de riesgo pasan miedo. La cuestión es cómo eres capaz de gestionar ese miedo, de convivir con él. Si no tienes miedo, mal. El miedo te ayuda a mantenerte alerta y a mantenerte vivo. Ayer hablaba sobre eso con Andy Farrell, que es un piloto de allí que siempre me ha ayudado mucho. Y me decía que, aparte de hacer los deberes, lo más importante es aprovechar el billete de vuelta del ferry.

—¿Qué le parece la negativa de la Federación a dar licencias a los pilotos españoles para correr allí?

—Hay que pensar que nosotros vamos allí a escalar el Everest de las motos en el nombre de España. Representamos a nuestro país y lo hacemos bien, pero no tiene repercusión. Es desmotivador.

—¿Y qué le dice a los que piden prohibir esta carrera?

—Pues que a mí no me gustan los toros y no los veo. Cuando Valentino Rossi vio la carrera en directo por primera vez dijo que había que ir allí para entender la carrera y opinar. En España nadie se ha parado a informarse de verdad lo que allí se hace.