Jon Rahm no consuma la remontada ante un implacable Matthieu Pavon

Pues bien, como si el Alcoyano se hubiera desplazado al Club de Campo Villa de Madrid, tanto Jon como sus fieles empezaron a soñar y a incrementar su moral a medida que pasaban los hoyos mañaneros. Arrancó con cuatro 'birdies' en sus cuatro primeros agujeros y los gritos de los aficionados se empezaron a oir por todas las partes del campo. «Iba tan metido en mi juego que realmente no era consciente de lo loca que se estaba volviendo la gente; yo sólo quería ir rebajando la tarjeta al mayor ritmo posible. De hecho, no recuerdo haber tenido un comienzo así de bueno en mi carrera profesional», comentó el de Barrica al terminar.

Encendido en su amor propio, continuó con su juego de tiralíneas en la complicada esquina del 5 y el 6 para volver a hacer 'birdies' en los dos siguientes. Esto es, seis bajo par en las primeras ocho banderas. El sueño estaba empezando a hacerse realidad a medida que avanzaban las horas.

Luego, cuando Jon dejó su salida del par 3 que cierra la primera vuelta a dos metros del agujero, el líder sabatino Matthieu Pavon salía a jugar y debió de escuchar el estruendo del graderío. Mas no le influyó el ritmo que llevaba el español porque él estaba dispuesto a que nadie le amargara su gran día. Llevaba en el primer puesto de la tabla desde el jueves y sabía que, a poco que mantuviera ese nivel de juego, conseguiría el primer logro de su carrera.

Para decepción de los miles de seguidores presentes en el jardín capitalino, el 'putt' en caída del vizcaíno no entró y a partir de ahí se le fundieron los plomos. En el 10 se fue a la trampa de arena de la calle; en el 11 no cogió el 'green' con el hierro y del 12 al 14 selló su peor tramo del recorrido. «Sin duda fue el peor momento de mi vuelta. Si no hubiera flaqueado en esos hoyos, especialmente con el 'bogey' del 13 después de irme a la izquierda con el 'driver', quién sabe lo que hubiera podido pasar», siguió analizando.

Y es que hay veces en las que por mucho que la cabeza quiera llevar un ritmo de juego, el cuerpo no acompaña. «Ha sido un año muy largo, con un calendario que no es habitual y al final me ha pasado factura», reconoció. «Estoy muy cansado porque la semana de la Ryder Cup fue muy intensa y aunque quieres pensar que te vas a recuperar sin problemas, en el fondo no es así. Deportivamente ha sido mi mejor año, sin duda, con cuatro torneos (Masters de Augusta incluido) y la Ryder, pero estoy reventado. Ahora sólo pienso en volver a casa y en no volver a tocar un palo de golf en quince días», bromeó.

Quien, al contrario, no quería que nunca acabara la fiesta, era el de Burdeos. El hijo del exfutbolista del Betis Michel Pavón demostraba una tranquilidad pasmosa para quien nunca había ganado en siete años en el Circuito Europeo. Cerró sus hoyos de ida con cuatro abajo y, como en el 13 ya iba siete menos en el día, decidió relajarse sabedor de que terminando con pares el trofeo sería suyo (-23), con cuatro golpes de renta sobre Zander Lombard y nueve sobre Rahm y Alfredo García Heredia, en la novena plaza.

Hacía diez años que no ganaba un francés este prestigioso torneo y él era el indicado para hacerlo en esta edición tan tricolor, pues cuatro de ellos acabaron finalmente entre los diez primeros. «Ha sido un largo camino llegar hasta aquí y esta semana hemos realizado un gran trabajo mental. Y eso que hoy me he acordado mucho de mi abuelo según me acercaba al final y me han aflorado las emociones» comentó un abrumado Pavon al recordar a su fallecido familiar español que tuvo que exiliarse a Francia después de la Guerra Civil.