El asesino silencioso
A falta de Vinicius, Bellingham volvió a aparecer. De nuevo, silencioso y letal
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Iniciar sesiónEl Madrid lleva tres jugadores fundamentales lesionados en las tres primeras jornadas de competición. Y hay aficionados blancos que todavía piden que juegue de inicio Modric, a sus ya casi 38 años, durante estos primeros partidos de la temporada. No veía tal desprecio por las ... señales que envía el destino desde Christopher Walken jugando a la ruleta rusa en 'El Cazador'. Lo más prudente ahora mismo sería encerrar a Kroos y al croata en un búnker en Valdebebas con provisiones suficientes hasta que lleguen los primeros cruces de Champions y pase esta maldición.
Antes de romperse del todo, Vinicius dejó en Balaídos un par de jugadas espectaculares y la impresión de no entender demasiado qué le ocurría. Posee un físico tan exuberante y es todavía tan joven que parece desconocer las alarmas que le manda su propio cuerpo. Su inocencia recordaba un poco a la de Forrest Gump cuando, sin parar de correr en plena emboscada por los manglares de Vietnam, le alcanzaba una bala y gritaba sorprendido: «¡Algo me ha mordido en el culo!». Al extremo brasileño le «muerde el cocodrilo» tras varios explosivos cambios de ritmo y se cree que no es más que la picadura de un mosquito de verano. No le tumba ni un dardo para narcotizar rinocerontes.
Una de las características más infravaloradas de Vinicius es precisamente su inigualable capacidad para aguantar minutadas llenas de esfuerzos continuos sin sufrir ningún tipo de contratiempo físico. Salvo una lesión de ligamentos en el tobillo durante aquel naufragio europeo contra el Ajax en su primera temporada, apenas se le recuerda al brasileño la más mínima molestia. Esa cualidad en el fútbol actual es impagable. Nos hemos hartado de ver a jugadores diferenciales incapaces, sin embargo, de poder disfrutar de la continuidad necesaria por su fragilidad: Neymar, Hazard o, últimamente, Pedri. Y fue esto también lo que hizo tan inigualables a Messi y a Cristiano Ronaldo.
A falta de Vinicius, Bellingham volvió a aparecer. De nuevo, silencioso y letal. En un documental reciente que se puede ver en Movistar sobre un partido de exhibición en Barcelona que disputó Michael Jordan en 1990, varias leyendas de la ACB que estaban aquel día como Villacampa, Antonio Martín, Llorente, Creus o mi amigo Moncho Monsalve destacan que lo que más impresionaba al verle jugar en directo era el poco ruido que hacía con las zapatillas sobre el parqué. Cómo parecía deslizarse por la cancha, como un patinador sobre hielo, apareciendo cuando nadie le esperaba. Bellingham, a su manera, tiene un poco de eso.
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