champions | sporting de braga - real madrid
De Zalazar a Zalazar: «Yo soy mejor que mi padre»
El Madrid visita mañana en Champions al Braga, donde juega Rodrigo, hijo del mítico centrocampista del Albacete
José Luis, su progenitor, coleccionista de golazos, lideró el 'Queso Mecánico', un equipo que asombró en los noventa
Champions: resultados y clasificaciones
Enviado especial a Braga
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónSuena el teléfono. Al otro lado se escucha un acento uruguayo, nada extraño si tenemos en cuenta el origen de uno de los dos interlocutores, pero es que José Luis Zalazar (26 de octubre de 1963) lleva 34 años viviendo en España. Más de ... la mitad de su vida: «¿Se puede creer que ABC nunca me hizo una entrevista cuando estuve en el Albacete?», nos dice de primeras, sorprendido.
No le falta razón. Zalazar padre fue uno de los grandes jugadores de la Liga española durante la década de los noventa. Ya había jugado en el Cádiz y en el Espanyol, pero el club perico, entonces dirigido por Luis Aragonés, le rescindió el contrato y aterrizó en La Mancha en 1990 para enrolarse en el Albacete, que acababa de subir a Segunda división: «Era la última oportunidad de consagrarme en España. Y salió bien, por suerte», recuerda Zalazar a este periódico.
Goles desde mediocampo
Entre 1990 y 1996 lideró aquel Albacete, entrenado por Benito Floro, que asombró al fútbol español con los mejores éxitos de su octogenaria historia: ascenso a Primera, hecho insólito hasta entonces, con dos goles del propio Zalazar; cinco temporadas consecutivas en la élite, con un meritorio séptimo puesto en la temporada 1991-92, en la que se quedó a un solo punto de clasificarse para la UEFA; y unas semifinales de Copa del Rey en la campaña 1994-95, en las que a punto estuvo de eliminar al Valencia.
«¿Cuánto valdría en esta época ese volante de 13-14 goles?», dice con orgullo José Luis, que en aquel Albacete de Primera logró 55 goles en cinco temporadas, muchos de ellos de libre directo, una de sus especialidades, con la escuadra como habitual destino. Pero su gol más recordado se lo hizo a Diego, portero del Atlético, desde 54 metros: «Yo siempre dudo de si fue mejor el gol que le metí a Cedrún de falta o el del centro del campo. Mire, me pasa igual que con mi hijo Rodrigo. No tengo claro si me gusta más el tanto que le hizo al St. Pauli, que le dio el ascenso al Schalke en 2022, o el del centro del campo al Núremberg que le dio el título de la Bundesliga 2».
«Mi gol es mejor. Es de más distancia, 56 metros, y no bota el balón antes de entrar en la portería», dice entre risas Rodrigo, mediocentro del Braga desde el pasado verano, que pagó cinco millones por su fichaje. El club luso jugará mañana, por primera vez en su historia, contra el Real Madrid: «Lo que me sedujo de mi club fue su ambicioso proyecto y su participación en Champions. Por eso firmé hasta 2028», detalla.
Rodrigo es el mediano de los tres hijos futbolistas de Zalazar. El mayor, Kuki, juega en el Córdoba, y el menor, Mauro, en el División de Honor del Granada, ya con ficha profesional. «Me pongo muy nervioso cuando veo a mis hijos. En la tele, peor que en el campo. A veces coincide que estoy viendo a uno en el estadio y en el ipad veo a otro».
«Nos da muy buenos consejos, siempre para que mejoremos e intentamos aprender de él, pero es muy pesado», dice Rodrigo. «Si juegan mal, soy crítico y me pongo pesado, sí, pero cuando juegan bien me sale de adentro elogiarlos», se defiende el padre. Mejor que él nadie sabe lo que ha tenido que sufrir Rodrigo para llegar a ser profesional: «Se fue de casa en 2013, con solo 14 años. Se lo llevaron del Albacete, donde era un cañón. Yo no quería, pero como Kuki estaba en el Málaga lo trajeron aquí. Y resulta que apenas le ponían. Además, lo tuvieron sin jugar en su último año (2018-2019), cuando ya estaba en la plantilla del filial, porque no quisimos renovar. Le hacían correr alrededor del campo de entrenamiento, apartado de sus compañeros. Así que se ejercitaba por las tardes con un entrenador personal, que le pagué yo. Hasta que se fue a Alemania en 2019»
El peso del apellido tiene siempre una doble cara en el fútbol. Rodrigo sufrió, en ocasiones, la fea: «Había comparaciones y la gente me decía que estaba ahí por mi padre. Cuando eres niño se sufre, pero, cuando ya eres adulto y tienes las cosas claras, todo lo que digan las personas para hacerte daño ya no te afecta. Yo ahora lo tengo claro. Si hablan de mí es porque estoy haciendo algo bien», explica el jugador del Braga.
En Alemania pasó a la adultez profesional y se convirtió en un ídolo en el St. Pauli y el Schalke. Además, en lo personal, conoció a su mujer, germana, con la que ya tiene un hijo, que se llama Thiago por Alcantara, el exjugador del Barça y del Bayern, ahora en el Liverpool. «En la Bundesliga aprendí de grandes jugadores y entrenadores. Soy un jugador muy competitivo, un ganador», explica mientras desvela su peculiar e inesperado ídolo: «Mi referente era Bruno Soriano, el que fuera jugador del Villarreal. Lo que me encantaba de él es que lo hacía todo bien siendo un futbolista muy práctico». «A mí, Rodrigo me recuerda a Mikel Merino. Tiene mucho recorrido, buen golpeo de balón, tanto en corto como en largo, es currante… Es un mediocentro moderno», dice su padre.
Selección uruguaya
Zalazar está muy encima de que Rodrigo no levante los pies del suelo. Esa fue su principal misión durante su aventura teutona: «Cuando ha sido necesario un tirón de orejas, claro que lo ha habido. Siempre le he dicho que debe ser agradecido con la vida que tiene y que debe respetar al fútbol, a su profesión. Humildad y trabajo. No hay más secreto. Con 22 años se convirtió en la figura del Schalke, haciendo el gol del ascenso y también el que le proclamó campeón de la Bundesliga 2. Así que me dediqué a recalcarle que nunca dejara de sonreír a los hinchas, que se sacara fotos con los niños, que jamás pusiera una mala cara... Cuando le doy un consejo a mis hijos es porque yo lo he vivido y palpado, y así se lo transmito. Creo que van por el buen camino».
Zalazar también vivió lo que significa defender la camiseta de su país. Fue internacional con Uruguay en cuarenta partidos, una cifra que espera igualar y superar su hijo, que eligió la camiseta celeste, a pesar de haber nacido y vivido siempre en España. «De pequeño ya le decía a mi padre que jugaría con Uruguay. Quería darle esa alegría. Y eso he hecho», cuenta Rodrigo, que en el año 2019, con la sub-20, logró la tercera plaza en el Suramericano de dicha categoría. El pasado mes de junio debutó con la absoluta, ya con Bielsa a los mandos.
Prometedor presente y futuro el que tiene por delante Rodrigo, que como todo chaval de su edad ha crecido en un mundo digital en el que ver vídeos de su padre, y de cualquier otro futbolistas, está al alcance de un clic. Pero eso no quiere decir que lo haga: «Yo me pongo mis vídeos, no los de mi padre. Yo soy mejor que mi padre», dice Rodrigo entre risas. «A ver. Eran diferentes épocas. Igual yo en su época no hubiera jugado y él en la mía tampoco, pero yo soy mejor», insiste.
Cría cuervos que te sacarán los ojos, que decimos en España: «No lo sabe usted bien (risas). Si cuando hizo el gol de mediocampo, me llamó y lo primero que me dijo fue 'te he superado'. Pero es que es mi hijo, y lo que él diga me vale. Me gusta que sea valiente y ambicioso, y que tenga personalidad. Son cosas que le vienen de fábrica», sentencia Zalazar, orgulloso padre.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete