El Sevilla se deja dos puntos en el Pizjuán ante el rival más débil

Acudía el Sevilla a su estreno en Champions con cierto recelo por los extraños resultados conseguidos en Liga, por su complicada situación financiera, por sus continuos encontronazos sociales y, porqué no decirlo, con la sensación de que se han colado en una competición que no les corresponde, a pesar de ser la cuarta vez consecutiva que la disputan. Campeón y dominador de la Europa League, se encuentra más cómodo siendo cabeza de ratón que cola de león. Favorito ante el Lens, competirá la clasificación también con el PSV y el Arsenal.

Empezó de la mejor forma el partido para los hispalenses, con Ocampos cazando un centro de Rakitic para batir Samba, romper la lata y templar los nervios e incertidumbres de la grada. El croata iba buscando a Sergio Ramos en cada falta que servía al área. Qué recuerdos de grandes noches europeas cuando ambos militaban en el Barcelona y el Real Madrid, respectivamente.

Suele durar poco la alegría en casa del pobre y Fulgini ponía las tablas en el marcador con un lanzamiento magistral de falta que se coló por la escuadra, aunque Dmitrovic pudo hacer bastante más. Le metieron el gol por el palo que estaba defendiendo. No está fino el serbio en este inicio de temporada y empieza a pesarle el legado de Bono. En la otra portería, todo lo contrario. Transmitía seguridad Samba, desbaratando buenas ocasiones de Ocampos, En-Nesyri y Lamela.

A pesar de todo, el Sevilla no le perdía la cara la partido. Dominaba la pelota y proponía a través de Rakitic y Fernando pero se encontraba con un Lens muy rocoso que sin hacer casi nada había encontrado excesivo premio con un lanzamiento a balón parado. Las sensaciones se palpaban con los jugadores retirándose a vestuarios: los sevillistas serios y preocupados y los franceses aliviados y hasta satisfechos.

Se igualó la segunda parte y los nervios afloraron en el Pizjuán. Leves pitos a los diez minutos de la prolongación. El juego del Sevilla era previsible y el Lens se encontró cada vez más cómodo. Incluso generaba cierta desazón en los jugadores hispalenses. Había que agitar el partido y Mendilibar rumiaba qué cambios realizar para dar un golpe de efecto. En casa y ante el rival hay que atar los tres puntos porque la Champions no perdona. Encontró la solución en Lukebakio, que nada más entrar dispuso de dos grandes ocasiones.

Se redimió Dmitrovic con dos paradas de mérito en un minuto. La primera de Guilavogui, que remató a bocajarro de cabeza, y la segunda de Diouf algo escorado pero también de cerca. Sufría el Sevilla, se lo creía el Lens. Debutaba Mariano con diez minutos por delante y tuvo una gran ocasión en el primer contacto que tuvo con el balón. También dispuso de la última, la más clara, en los estertores del encuentro. Pero no pudo ser. La suerte estaba echada.